Madrid:
El referéndum, por distritos
- Un apoderado de la UCD respondió con cajas destempladas a una señora que fue
a enseñarle la papeleta del «No»
- En el colegio de la plaza de la Independencia, un señor, al comprobar que no
figuraba en lista, rompió la papeleta y dijo que «no tenía más tiempo para
perderlo en tonterías»
La ignorancia de las personas, la desesperación en las mesas, reconocida por más
de uno de sus miembros, y el alto porcentaje, relativo, de participación de las
personas de edad madura, incluso bastante avanzada, en contraposición con la
ausencia de la juventud, podrían ser las notas que han caracterizado esta
jornada electoral en el distrito Centro.
El colegio electoral que más participación registró fue el Instituto Lope de
Vega, sito en la calle de San Bernardo, número 70, donde, a última hora del
mediodía, había votado ya más del 50 por ciento de la población allí censada.
Por cierto, en este colegio se desarrolló una curiosa anécdota. Buen jaleo el
que armó un trabajador indignado. Se acercó a la primera lista que le vino en
gana y como no era la apropiada, no encontró su nombre. Visto esto se puso a
gritar como un condenado. Los buenos oficios de un policía municipal, con mucha
paciencia sacó del apuro a las dos jóvenes que presidían la mesa y que no salian
de su asombro. Al fin, apareció el nombre en la lista y el votante logró su tan
deseado justificante.
No votan
Hablando del índice de participación, en el colegio electoral situado en la
castiza y anárquica plaza de Dos de Mayo el indice era tan sólo del 15 por
ciento. Los «pasotas» no bajaron de su séptimo cielo para cumplir con las urnas.
En su lugar destacaba la avanzada edad de los que si asistían.
Siguiendo con las cifras, en la plaza del Dos de Mayo, hacia la una y media del
mediodía sólo habían votado, como ejemplo preferencial, 270 de las 790 personas
censadas en una mesa que escogimos al azar.
En Cascorro, gran número de españoles cumplieron con su deber electoral.
Realizamos una pequeña encuesta. Las respuestas como: «Hombre, yo vengo, aunque
había pensado no venir, pero me pareció por la tele que era una buena cosa lo
del referéndum, y aquí estoy», «¿que por qué voto?, porque asi al menos no
"currelo" durante cuatro horas», resultaban, tristemente bastante comunes.
En el Palacio de Santa Cruz, sede central de nuestra diplomacia, las mesas
electorales estaban adornadas con tapices. Aun así, la ignorancia de las gentes
respecto de los entresijos para la realización del voto era, según un apoderado
ucedista allí instalado, «supina». Por cierto, que el mismo apoderado respondió
con cajas destempladas a una señora diciéndole: «Mira ésta que viene a enseñarme
la papeleta del "No" que va a meter en el sobre...»
Barrio de Salamanca
Bastante menos de media entrada registraban a primera hora de la tarde los
colegios electorales del aristocrático distrito de Salamanca. A pesar de que los
presidentes de estos departamentos aseguraban que ya se había cubierto más de la
mitad del cupo, lo cierto es que las salas estaban totalmente vacias. Y,
efectivamente, allí estaban conversando, aunque,
eso sí, por un probable prodigio relacionado con el sistema sufragista, se
presentaban como testigos mudos, las urnas con un cuarto de albas papeletas, que
demostraban que algún votante había caído a primera hora. Fue en ese mismo
colegio donde manifestaron haber pasado la mañana sin incidentes, «y quiera Dios
que no los haya».
En la plaza de la Independencia, número 1, estaba montado el que tal vez fuera
el colegio más elegante de Madrid. Habían votado a las dos de la tarde más de la
mitad de los censados, sin ningún incidente de mención, aunque ocurrió el caso
de un señor que, tras traer su papeleta desde casa, se encontró conque no
figuraba en lista. Presa de un importante enfado, la rompió alli mismo, al
tiempo que manifestaba «que no tenia más tiempo para perder en tonterías».
En el colegio electoral montado en la calle Goya, 10, una señora llegó pidiendo
las listas de candidatos al Senado. Información popular, que se dice. También es
común el caso de personas, sobre todo en el distrito de Latina, que se
encontraron conque no figuraban en el censo electoral.
Chamberí
La normalidad ha sido la nota permanente en el desarrollo de las votaciones en
el distrito de Chamberí. No ha habido, según fuentes policiales, ningún tipo de
incidente. Los grupos de personas, más o menos numerosos, discurrían por las
calles de forma pacífica y no se ha registrado ninguna alteración.
A primeras horas de la mañana se agolpaba gran cantidad de gente a las puertas
de los colegios electorales en espera de que las puertas fuesen abiertas.
El absentismo de jóvenes comprendidos entre los dieciocho y veintiún años ha
sido considerable. El promedio de edad de los votantes, durante toda la mañana,
ha sido de 45-50 años, aproximadamente. El núcleo de votantes estaba encuadrado
dentro de los empleados y profesiones liberales, ausentándose totalmente
obreros. Personas de avanzadísima edad e incluso inválidos, que han requerido la
ayuda de la Policía, han acudido a las urnas.
La vigilancia policial era intensísima. En cada colegio había de dos a cuatro
números de la Policía Armada, acompañados a su vez de dos agentes municipales.
Aparte de esto y con intervalos de tres cuartos de hora aproximadamente se
personaba en los colegios una patrulla de la Policía Armada, que pilotaba por
los alrededores de la zona.
La anomalía reseñable de todo el aparato de organización la constituye, una vez
más, las numerosas deficiencias observables en el censo de electores, Eran
múltiples los enfados de ciudadanos que, o bien veían omitido su nombre, o bien
le contemplaban en las listas exteriores y no le encontraban en la mesa
electoral, por lo que se veían privados de su derecho a voto.
Moncloa y Chamartin
En todos los colegios consultados los presidentes de las respectivas mesas se
quejaban de las malas condiciones de las aulas habilitadas para votar, no
pudiendo desprenderse de las prendas de abrigo en ningún momento de la jornada.
Como anécdotas en este distrito podemos reseñar que las actas de los escrutinios
finales de cada mesa en la Escuela de Magisterio, sita en la calle Islas
Filipinas, sólo han sido reclamadas por los partidos PSOE y UCD, no
presentándose a la hora establecida para la constitución de las mesas ningún
interventor de estos partidos. A las diez y cuarto de la mañana se personaron en
esta escuela los duques de Cádiz acompañados de un policía de escolta..La
duquesa llevaba su voto preparado, que se apresuró a depositar en la urna
correspondiente, mientras que su marido, Alfonso de Borbón, se introdujo en la
cabina por espacio de más de cinco minutos manteniendo una gran expectación
entre los demás votantes que se encontraban en ese momento en este centro
electoral.
Como dato curioso, es también reseñable el escaso número de personas que
acudieron a votar a primeras horas de la mañana, habiéndose recogido las cifras
siguientes: de 9 a 10,34 personas; de 10 a 11,45, y de 11 a 12,44.
En el colegio Decroly, de Guzmán el Bueno 60, la anécdota de la jornada se
personalizó en un niño de doce años que manifestó su deseo de votar y ante la
negativa de la mesa comenzó a llorar con tanta insistencia que el presidente
optó por aceptar su papeleta asegurándole que enseguida la depositaría en la
urna, para romperla en cuanto este precoz votante salió de la habitación. Una
señora de avanzada edad manifestó que después de tantos días de propaganda, y
habiéndose decidido por fin a votar, aunque no entendía de política, le dolía
que por un fallo de las computadoras no pudiese votar.
En el distrito de Chamartín. en el Colegio Hispano Alemán, la afluencia también
fue muy baja durante la mañana. Las cifras recogidas a las dos de la tarde eran
en las diferentes mesas las siguientes: de 608, 183 personas: de 567, 191
personas; de 544, 165 personas, y de 782, 225 personas. Entre los políticos que
les correspondía votar en este distrito se encontraba el señor Tamames, que al
mediodía todavía no había acudido a las urnas. Un suceso digno de reflejar fue
el protagonizado por una señora vasca, de Guernica, que llorando manifestó a los
presentes en el colegio la pena que tenia por los sucesos que a diario ocurren
en el País Vasco y afirmó: «En el Norte somos muchos los que nos sentimos
orgullosos de ser españoles y que odiamos los actos terroristas y las personas
que los realizan.»