ANTE LA LEGALIZACION DEL PARTIDO COMUNISTA
LA existencia de conjunistas en España y el que éstos se hubiesen asociado—todo lo ilegalmente que se
quiera—es una realidad sociológica que no se puede ignorar. Por ello (y de acuerdo con la filosofía
institucionalista que profesamos los demócratacristianos) la reciente resolución del Gobierno por la que se
legaliza al Parüdo Comunista de España me parece justa, pues se limita a que el Estado reconoce la
voluntad de un grupo de ciudadanos, al igual que ha hecho con los que defendemos otras ideologías.
DESDE el punto de vista político, también la estimo conveniente, ya que permitirá a ese partido
participar en las elecciones en régimen de igualdad con los demás partidos legalizados, convirtiendo a la
próxima consulta electoral en un verdadero elemento clarificador de las distintas opciones políticas y de
la importancia numérica de los que las apoyan. Aspecto clarificador y cuantificador indispe n s a b 1 e
después de los últimos cuarenta años.
PERO no pretendo insistir más sobre la anterior temática, por haberse hablado y escrito mucho de ella en
los últimos días, sino que prefiero hacer algunas consideraciones sobre este acontecimiento desde la
perspectiva de militante de Izquierda Democrática.
EN nuestras relaciones con el PC durante la época de clandestinidad, y posteriormente en las de tolerancia
y legalización de algunos de nuestros partidos, teníamos siempre presente la discriminación y mayor
represión que sufrían los comunistas, creándose en nosotros un cierto complejo que nos llevaba a un trato
especial con ellos. No es que el franquismo no haya represaliado a sus otros oponentes; pero es indudable
que los comunistas fueron de los que más padecieron, aunque las otras familias políticas también suf
rieron graves consecuencias (piénsese, entre los demócratacristianos, en los miembros del Partido
Nacionalista Vasco).
AHORA, con la amnistía y la legalización de su partido", nuestras relaciones varia r á n sustancialmente.
No queremos una lucha política considerando a los otros partidos políticos como enemigos, pero sí como
adversarios. Adversa r i o s serán todos los que participen en candidaturas distintas a las en que nosotros
figuremos. Esto es lógico, pues nos vamos a disputar, en buena lid, los votos de los electores.
NO obstante, siempre tendremos presente las vivencias adquiridas con todas las personas de la oposición
democrática durante los largos años de nuestra lucha por la libertad y la democracia, en los que nos
hemos esforzado, codo con codo, con miembros de familias políticas muy diversas, y confío que a ellos
les suceda lo mismo respecto de nosotros. Este talante será muy conveniente durante la campaña electoral
y beneficiará, en consecuencia, a España.
MUCHO se ha censurado al Partido Comunista de España su falta de vocación democrática. Yo no soy
quién para juzgarla en este momento a causa de su reciente clandestinidad y lucha; pero este futuro —que
ahora se abre será la gran ocasión que tendía para patentizar esa vocación, adverándola con su
comportamiento a la luz pública en las numerosas ocasiones que se han de presentar. Los debates en
las Cortes para la redacción de la nueva Constitución y las actitudes que adopten a través de Comisiones
Obreras durante el período de transición pueden ser aspectos muy elocuentes para verificar el significado
que en España tiene el eurocomunismo que vienen proclamando. Con base en la historia y en las
experiencias en otros países, existen reticencias sobre la sinceridad democrática de los comunistas; pero
nuestro modo de enjuiciarlos a este respecto no debe diferir del de otras fuerzas políticas, del otro lado del
espectro político, que no se han caracterizado precisamente por su democracia, y en algunos casos sí por
su violencia o tolerancia de lo que sucedía.
Jaime CORTEZO