¡NO! A LA LEGALIZACIÓN DEL P.C.E.
EL colosal lavado de cerebro a que está sometido el pueblo español en terreno político por la mayoría de
los medios de información han sembrado un confusionismo entre la mayoría de los españoles, que poco
bueno se puede esperar como no se haga pronto la claridad.
Son muchos los "cándidos políticos" que defienden con vehemencia la legalización del partido comunista,
no porque sean comunistas, sino porque están convencidos que es la mejor manera para tenerles
controlados y congelado su desarrollo. Quienes así opinan son las víctimas del lavado de cerebro tan
brillantemente patrocinado por los marxistas e izquierdistas demócratas a través de los medios de
información.
Toda la fraseología grandilocuente explicando los beneficios que le reportaría al partido comunista
español la clandestinidad, beneficios que no quieren concederle, es para tomarlo a risa si no se tratase de
problemas muy serios y graves.
Sólo quienes desconocen la perfecta organización y modo operante de los partidos comunistas, con su
gran capacidad de maniobra, pueden tener pensamientos tan ingenuos.
Si el partido comunista español o de cualquier otro país se beneficiase de vivir clandestinamente en la
ilegalidad, no habría un sólo partido legalizado en el mundo. Todos vivirían inmersos en la
clandestinidad, disfrutando de sus beneficios y sin pedir la legalización o rechazándola si se la
propusieran.
Viviendo en la legalidad pueden actuar también en la clandestinidad para realizar todo lo que les
convenga, contando con muchas más probabilidades para defender, en caso necesario, cualquier clase de
responsabilidad contraída por otras realizadas ilegalmente en 1a clandestinidad. Desde la legalidad
pueden optar, en igualdad de condiciones con cualquier otro partido, a actuar por medio de sus afiliados,
en cargos políticos, sociales, sindicales, de la administración etc. Estando en la clandestinidad no pueden
hacerlo como tales comunistas.
No puede negarse el éxito conseguido por los medios de comunicación con su vieja campaña "EN PRO
DEL OLVIDO DEL PASADO" habiendo borrado de la memoria de gran parte de españoles que el
partido comunista, con solo los catorce Diputados a Cortes conseguidos en las elecciones del 16 de
febrero de 1936, logró el control político, económico, social y, hasta militar durante la guerra... de la
segunda República. Unos, creo que los menos fueron convencidos, otros, creo que los más, fueron
vencidos. Les bastó para lograrlo poner en práctica la teoría leninista: "Para las almas, la mentira, para los
cuerpos, la violencia".
Todo lo tienen previsto. Cuando a un partido comunista legalizado le interesa realizar actos ilegales le
basta para llevarlos a cabo con intentar hacerlo en secreto o simular una segregación de un grupo rebelde
que será el encargado de realizarlos.
Miembros del partido comunista español clandestino, amparados en la extraterritorialidad de la
Nunciatura, organizaron el grupo anti-franquista más fuerte de los que formaron la oposición. Todo dio se
llevó a cabo con la más absoluta reserva. Muy pocos sospecharon que las comisiones obreras fueran
comunistas, las creían de acción católica por su origen y por la facilidad para disponer de Iglesias y otros
edificios religiosos para celebrar asambleas, encerronas de protesta o escondite donde ocultarse.
Pero llegó un día que el partido comunista español le convino dar a conocer a la Democracia la racha
sostenida contra el franquismo y fue entonces, precisamente en el Congreso celebrado en Italia, cuando
Camacho confesó ser comunista desde 1935 y el jesuíta, García Salve, también declaró serlo, explicando
además que había otros veinte sacerdotes afiliados como él. No aclaró si entre esos sacerdotes afiliados
había algún obispo auxiliar, arzobispo o cardenal pues las cosas de una parte de nuestra Iglesia suceden
de tal manera que para explicarlas hay que suponer la existencia probable de jerarquías comprometidas.
El día que al partido le convenga nos enteraremos, antes, muy difícil.
El partido comunista sea español o de cualquier otro país es una colectividad que escapa a la acción del
gobierno indígena, por estar siempre bajo la severa obediencia y control de Moscú. ¡Que nadie sea tan
ingenuo como para pretender ni gobernar ni reinar sobre un partido comunista legalizado!.
Lo razonable, el gran servicio que podemos prestar a occidente, será condicionar la legalización del
partido comunista español a que Rusia, China, Cuba y demás países satélites legalicen la pluralidad de
partidos políticos y el sufragio universal, pero mientras en las fuentes del comunismo mantengan la férrea
dictadura comunista es un suicidio facilitar su expansión en el mundo occidental y, en nuestro caso en
España, que es donde más nos interesa evitarlo.
Felipe ARCHE