6 / ABC
NACIONAL
MARTES 17-11-81
Entre 75.000 y 500.000 asistentes, según las distintas fuentes
Amplia respuesta popular a la concentración por la paz
• Felipe González cerró un acto en el que intervinieron poetas, artistas y políticos
MADRID. La respuesta popular a la convocatoria de concentración «Por la paz, el desarme y la libertad»,
celebrada en la Ciudad Universitaria madrileña el pasado domingo, fue masiva, aunque las cifras en
cuanto al número de participantes son contradictorias. El gobernador civil de Madrid evaluaba la
asistencia en unas 75.000 personas, el Gobierno Civil daría 100.000, la Policía Municipal daba una
valoración «objetiva» de 400.000 y, por último, los organizadores contabilizaban la presencia de 500.000
personas. A juicio de los redactores de ABC presentes en el acto, la asistencia debió fluctuar entre las
300.000 y las 400.000 personas.
Lo cierto es que, desde poco después de las diez de la mañana, riadas de personas afluían desde Cuatro
Caminos y Moncloa..., llenando poco a poco la explanada de la Universidad.
Un mar de cabezas, pancartas y banderas cubrieron los 80.000 metros cuadrados del solar, en una
concentración antibelicista sin precedentes en nuestro país. El paso estaba cubierto por un fuerte
dispositivo policial, al objeto de garantizar la seguridad de los asistentes al acto, así como de impedir que
prosperasen otras manifestaciones no autorizadas. No hubo ningún incidente y el enorme gentío
respondió a las actuaciones artísticas programadas con aplausos y cantando.
Aunque decimos que la concentración finalizó sin incidentes, se originaron algunos momentos de tensión
a raíz de la circulación de la noticia de que la Policía Nacional había realizado cuatro detenciones. En ese
momento grupos de personas comenzaron a gritar «¡Que los suelten!», sin que se produjeran mayores
problemas. Las referidas detenciones no estaban relacionadas con la concentración. Se trató de dos
jóvenes que viajaban, en una moto robada, cerca de la Facultad de Derecho, que han sido puestos a
disposición judicial, y otros dos que alborotaban en la zona de Cuatro Caminos-Reina Victoria.
POLÍTICA Y CANCIONES
Con treinta minutos de retraso sobre la hora prevista, once de la mañana, dado que continuaban llegando
rezagados al lugar de la concentración, Eduardo Botillos, ex director de RNE, se dirigió a todos los
presentes y les dio la bienvenida a la fiesta por la paz. Leyó a continuación un telegrama del alcalde de
Madrid, Enrique Tierno, en el que se hacía alusión a una moción aprobada en el Ayuntamiento a favor de
la paz, el desarme y la libertad, además de manifestar su adhesión al acto.
Seguidamente Luis del Olmo, el popular director del programa de RNE «De costa a costa», tomó la
palabra y, tras su habitual «Buenos días, España», anunció la actuación de la cantautora Ana María
Drach. Carlos Tena y Marisol del Valle, junto con Del Olmo, presentaron las actuaciones musicales de
Topo, Suburbano, Luis Eduardo Aute, Luis Pastor, Leño, Joaquín Sabina, Ana Belén, Víctor Manuel,
Vicente Feliú y Miguel Ríos, que cerró el multitudinario acto con el «Himno a la alegría».
Entre las actuaciones musicales se intercalaron los discursos políticos, en su mayoría breves.
Felipe González, que habló en último lugar, volvió a asumir la responsabilidad del referéndum para entrar
en la OTAN, caso de que el PSOE llegue al Poder.
«Esta concentración —dijo el secretario general del PSOE—, por encima de diferencias ideológicas,
representa la voluntad del entramado social de España por vivir en paz, libertad, justicia y por no sumarse
a los bloques militares.»
El líder del primer partido de la oposición, Felipe González, señaló que la concentración era motivo de
alegría y preocupación a la vez, por cuanto la paz de la Humanidad vive sobre un arsenal armamentístico
que puede destruir el mundo cinco veces. «Hay armas suficientes para destruir a la Humanidad entera, y
aún continúan fabricándose más», arguyó.
LA «MAYORÍA NATURAL»
«Hoy está aquí la mayoría natural de España —añadió— para pedir paz y libertad, y quiero subrayar que
todos los pueblos y ciudades tendrán en su mano la posibilidad de decidir su propio futuro, si quieren
pertenecer o no a un bloque militar.» Y se preguntó: «¿Qué dirán los aliados de la OTAN cuando sepan
que medio millón de personas se reúnen en Madrid par pedir el no al ingreso de España en la Alianza
Atlántica? ¡Que se enteren los que no quieren oír la voz del pueblo!»
«Nosotros —siguió diciendo el líder socialista—, propugnamos el desarme total, la disolución de los
bloques, no queremos ni guerras convencionales ni atómicas, ni bombas de neutrones.»
Después de referirse a los rumores golpistas, Felipe González protestó por las intervenciones en
Afganistán, en Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Cuba. «Los pueblos son libres —dijo— y la fuerza
por la paz tiene que acabar con la carrera de armamentos.»
Felipe González, que terminó su intervención con vivas a la paz y a la libertad, fue ampliamente
aplaudido por el auditorio, que en repetidas ocasiones había interrumpido con gritos y aplausos sus
palabras.
Sin embargo, los integrantes de la manifestación anarquista acogieron con pitos la intervención del
secretario general del PSOE con gritos de «fuera» y «demagogo». Antes de que el líder socialista, Felipe
González, cerrase el acto intervinieron Rafael Alberti, por el mundo de la cultura; Joaquín Ruiz-Giménez,
por los cristianos, y Esther Torrellas, por los movimientos ciudadanos convocantes.
El poeta Rafael Alberti, presentado por Fernando Delgado, ex director de Radio-3, de RNE, entrelazó los
versos en los que contrapuso los términos como bomba de neutrones, muerte y desolación con los de paz,
libertad y vida. Relacionó la llegada del «Guernica» a España, «representante del mejor testimonio contra
la guerra», con la decisión de incorporar a España a la OTAN. «Los ojos de Picasso —dijo— miran con
sorpresa en los escombros del "Guernica".»
Finalizó su intervención pidiendo a los asistentes que continuaran luchando por la paz hasta conseguir
vivir en un mundo sin armas y sin guerras.
Posteriormente intervino Joaquín Ruiz-Giménez, presidente de la comisión de Derechos Humanos.
«Hablo en nombre de cualquier ciudadano para demostrar que el medio millón de firmas para el
referéndum no eran falsas, sino que aquí están los hombres y mujeres que las hicieron posible», dijo.
UN ACTO CONTRA NADIE
Afirmó seguidamente que la concentración demostraba el deseo de paz de todos los ciudadanos de España
y que el hecho de que estuviesen presentes en este acto cristianos, agnósticos, marxistas, etc., no venía a
demostrar otra cosa sino que los pueblos de España no desean otra tragedia como la ocurrida en 1936.
Subrayó también que la auténtica paz es aquella que no viola los derechos humanos, una paz —dijo—
que se basa en la libertad y en la justicia. Señaló igualmente que «esta concentración no es un acto contra
nadie y menos contra los hombres de honor que han elegido la carrera de las armas como su profesión».
Ruiz-Giménez, a quien presentó el director de «Directo, Directo», de RNE, Alejo García, finalizó su
intervención diciendo que no se debió dar el paso hacia un bloque militar sin haber consultado antes a un
pueblo mediante un referéndum. Estamos por la paz en todo el mundo, concluyó.
Con anterioridad, Esther Torrellas, líder de los movimientos ciudadanos convocantes, se dirigió a los
presentes reiterando los llamamientos a la paz y el rechazo a introducirnos en una dinámica bélica.
Los líderes de los partidos convocantes y demás personalidades que asistieron a la concentración «por la
paz, el desarme y la libertad» fueron colocados junto al escenario en una tribuna, en la que figuraba una
pancarta que decía: «Por un referéndum sobre el ingreso en la OTAN».
Santiago Carrillo y la Pasionaria se sentaron en primera fila junto a Felipe González, que acudió
acompañado de toda su familia, y Alfonso Guerra.
También se encontraban en la tribuna otros líderes del primer partido de la oposición, como Ciriaco de
Vicente, Carmen García Bloise, Joan Raventós, Luis Yáñez, Luis Gómez Llorente, José María Rodríguez
Colorado, Joaquín Leguina, Nicolás Redondo, Elena Flores, Luis Solana, etc. Asimismo compartieron la
misma tribuna comunistas oficialistas y renovadores. Se pudo ver a Pilar Brabo, Carlos Alonso Zaldívar,
Luis Larroque y Eguardo Mangada, entre otros, y Dolores Ibárruri, Simón Sánchez Montero, Marcelino
Camacho, Ignacio Gallego y Jaime Ballesteros.
Otras personalidades que acudieron a la concentración y ocuparon lugar privilegiado en la tribuna fueron
el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, el rector de la Universidad Complutense de Madrid, Francisco
Bustelo, y la directora de cine Pilar Miró, entre otros.
Finalmente, como dato curioso, poco antes del mediodía un helicóptero blanco sobrevoló la explanada y
el comentario general fue «¡mira, el Rey!». La noticia no se pudo confirmar, pero más de uno se quedó
convencido de que Don Juan Carlos había querido ver por sí mismo lo que ocurría con la concentración
por la paz.
El acto finalizó pasadas las tres y cuarto de la tarde.