APUNTE POLÍTICO
EL «MIEDO» DE LA DERECHA
Merece la pena analizar la acusación —a veces larvada, a veces descubierta— de que se hace objeto a la
derecha española según la cual —se dice— actúa, y votará, movida por el «miedo».
Permítanme que entrecomille el sustantivo, porque este tema del miedo tiene, cuando menos, una
connotación peyorativa sobre todo si se imputa a un español. Casi por definición, los españoles somos
valientes, hasta temerarios. Por eso, el primer objetivo de quienes nos acusan de temerosas es provocar
una reacción parecida a ésta:
—¿Miedo? ¡Ninguno! Ahora lo verán ustedes: voy a votar públicamente a aquellos que me acusan de
cobarde.
Y, sin embargo, hay que profundizar más, sin quedarse en la superficie de las ideas y menos aún en las
instintivas reacciones de sentimientos primarios. Por lo pronto, ese mismo miedo, que tan mala prensa
tiene a nivel individual, es frecuentemente alabado cuando se traslada a ámbitos sociales más extensos:
por ejemplo, el familiar. Nadie criticaría los actos de un padre de familia que se decide a actuar movido
por el deseo de evitar peligros á su mujer y a sus hijos. Peligros que producen temor. Riesgos que
implican inseguridad para los miembros de la familia. Ahí, obedecer a la prudencia, y evitar esos riesgos
v peligros —a los que se teme— no suele ser nunca calificado como conducta bochornosa, sino como
espejo de bien hacer.
Trasladen el ejemplo a la actuación de las personas en función de los intereses y seguridad nacionales y el
político qué pretenda y logre evitar los escollos temidos será siempre acreedor al agradecimiento del
pueblo.
En el fondo, lo que late en todo este problema del miedo colectivo es una simple cuestión de psicología
social. El miedo debe ser tomado en consideración y combatido o evitado. El único miedo infamante es el
irracional. La racionalidad del peligro no sólo explica el miedo, es que lo transforma en valor positivo.
Así, el miedo a la descomposición social, a la desmembración de la patria, al sojuzgamiento de nuestros
ciudadanos por fuerzas foráneas, lejos de constituir innoble motivación viene a ser fundamento sólido y
justificador de una política racional. La cuestión, pues, se traslada de la consecuencia —el miedo— a la
causa—las razones objetivas que lo producen—. Cuando tales datos existen y son reales, el valor no se
demuestra en ignorarlos o despreciarlos, sino en conocerlos, sopesar su importancia, combatirlos y
vencerlos. No es más valiente el que menos temor tiene, sino aquel que, siendo sus temores fundados, ni
se amedrenta ni ceja en su empeño. El valor está en superar y destruir las causas del miedo. La ignorancia
o la inconsciencia ante ellas sólo supone un bajo índice de inteligencia, y el verdadero hombre de valor
debe, tiene que ser inteligente.
Así que ya lo saben ustedes. Cuando alguien habla de la derecha española acobardada o temerosa por el
deslizamiento que sufrimos hacia situaciones de permisión, tolerancia y aun aplauso de contravalores
ciudadanos y patrióticos, la respuesta es muy clara: tenemos tanto miedo como voluntad de enfrentarnos y
vencer legítimamente a quienes desean hacernos comulgar con el materialismo, el desorden, la
fragmentación de España, la negación de valores éticos tradicionales o el colectivismo marxista.
José María RUIZ GALLARDON