planetario
DUALIDAD DE LA SITUACIÓN
Lo que Arias no podía. debe poderlo el Monarca Si este no es el sentido de esa dimisión, solicitada ¿por
quién?, ´a crisis carece de sentido. por lo menos de sentido histórico», se decía ayer aquí en un primer
comentario al inesperado es* del jefe del Gobierno Veinticuatro horas después, los caballeros del Consejo
del Reino siguen reunidos Deliberan. ti Rey por lo tanto, espera.
La situación política es curiosa. Si el Rey ha pedido a Arias Navarro su cese como presidente, el Rey
tenia la iniciativa. Si el Rey no puede hacer otra cosa que esperar lo que el Consejo del Reino decida, el
Rey no tiene la iniciativa. La tiene el Consejo del Reino. Pero este organismo, tal y como fue concebido y
creado, no existe para depender del Rey sino para que de él. tle sus decisiones dependa el Monarca Luego
si el Consejo del Reino no Quiere, no hay reforma. Le basta con proponer una terna de antirreformistas.
Supongamos —ya que esta es una llora de meras suposiciones para un pueblo que carece de toda
posibilidad legal de intervención en las cosas de! Estado— que los ilustres consejeros vetan, mediante su
triple propuesta. La reforma. Resultará que todo el poder de decisión pertenece a un grupo de caballeros y
que la Corona es si se puede hablar con claridad, su rehén
Supongamos que el ilustre arcópago se aviene a incluir en la terna un nombre que convenga 3 ios
designios ríe Don Juan Carlos. Entonces ¿qué falta nos hace el Consejo del Reino como no sea la do
santificar, con actitudes meramente rituales, unos cambios de que cualquier manera es indispensable
hacer y que — el cese, de Arias lo demuestra— el Rey se ha propuesto hacer?
Lo que decía Carlos Marx en aquel ensayo sobre la Revolución francesa, al que se aludía aquí en el
planetario «Carlos Marx y la Revolución» (18-6-76) era que el error de los revolucionarios franceses
había consistido en instalarse en la organización estatal francesa, que era la de la Monarquía.
La primera tarea de aquellos hombres —entendía Marx— tenía que haber sido la de construir su propia
organización estatal Parece claro que la organización en que se ha instalado la Monarquía ni es monár-
quica, sino franquista; ni democrática, sino autocrática. Luego, inexorablemente, lo que el Monarca ha
iniciado al apartar del Gobierno al caballeroso, ai ejemplar, al muy estimable Arias Navarro, porque este
no disponía de medios para realizar su discurso famoso de febrero del 74, debe continuarlo, apartando con
toda la suavidad y los buenos modos posibles ¡os organismos que entorpecen su acción.
Al llegar a este punto habrá que parafrasear el cervantino «con la Iglesia hemos dado», por con la
legalidad hemos dado. ¿.Cómo modificar una legalidad preexistente sin menosprecio de la legalidad?
Ese es un problema grave. No patrocinaremos aquí la vulneración libérrima d« la legalidad. Coexistente,
según todos los síntomas, unos estamentos que sólo representan al pasado y todo un país que carece, por
el momento, de representación efectiva. En e*a dualidad está la clave cíe la situación presente.
Lorenzo LÓPEZ SANCHO
Nota.—El articulo de nuestro columnistas está escrito con anterioridad al nombramiento del nuevo
presidente del Gobierno.