MIS MUERTOS
COMO no pertenezco a los Grupos Revolucionarios Antifascistas 1° de Octubre (GRAPO) ni a
la Alianza Apostólica Anticomunista ("AAA") y soy un ciudadano que contempla atónito el
siniestro derroche de sangre, de vidas y de lágrimas, me pregunto las razones por las que
RTVE no calificó de "asesinatos" sino de atentados, los crímenes que ayer se cometieron en
Madrid. Es una cuestión de matiz que apunto al paso, porque como no pertenezco al GRAPO
ni a la "AAA", ni estoy en la derecha, ni en la izquierda, desearía conocer el lugar donde se
instalará la capilla ardiente de los policías y guardias civiles asesinados para enviarles unas
modestas flores. Como no estoy adscrito a nada, salvo a España, claro, creo que esos muertos
de ayer son un poco mis muertos, y los muertos de mis vecinos y de los españoles que no
pertenecen a nada y que están asombrados, atónitos, y tristes. Morir por una idea resulta noble
y decoroso. También es noble, decoroso y, además, heroico, ofrecer la vida por defender la de
los demás. Sentiría que se retuviese la noticia y no se dijese con tiempo el lugar donde los
cadáveres de estos hombres, de estos ciudadanos, serán honrados públicamente y recibirán el
testimonio silencioso de unas gentes agradecidas. En esto quiere hablar el pueblo. Toda
víctima de la furia indiscriminada merece respeto. También ellos, que no están adscritos a
ninguna ideología y que son trabajadores al servicio de la seguridad popular.
Los españoles quieren vivir tranquilos y ser libres no sólo para votar, sino para andar por la
calle, entrar y salir en los grandes almacenes, ir a los cines y dejar que los chiquillos vayan al
colegio sin temor a que el GRAPO o la Alianza Anticomunista o cualquier criminal de turno,
altere el normal funcionamiento de la vida y sin que poco a poco, entre miedos, amarguras,
protestas, huelgas y más enfrentamientos, España se vaya convirtiendo en nada, o en punto de
referencia para que la prensa universal señale un lugar de discordia, odio y duelo, como el
Ulster o el Vietnam. Ni merece España eso ni lo merecemos los españoles. Por eso me
conmueve la muerte de estos policías armados o guardias civiles, que tendrán madre y novia y
amigos, aunque no tengan presidente de colegio profesional que, legítimamente, reivindique
honores fúnebres. Me siento solidario de estas lágrimas y amarguras, porque los policías son
muchachos jóvenes, llenos de vitalidad y de honradez al servicio de los demás y me molesta
profundamente que algún tonto de capirote o algún cobarde de solemnidad diga que a los
policías se les paga para morir; o que algún clérigo o prelado les niegue una misa, o que
alguna autoridad, para evitar incidentes, les haga un sepelio a hurtadillas.
Honor y respeto.
Y gratitud que, por mi cuenta, proclamo desde ahora y que lamento no poder hacer extensiva a
todas a las autoridades civiles que les dirigen y ordenan. En algún caso parece que no están a
la heroica altura de los subordinados.
Antonio IZQUIERDO