JORNADA ESPAÑOLA
OPINIÓN Y POLICÍA
EL resumen de los dos últimos días es muy fácil: todas las novedades son malas. Una acumulación de
hechos, unos fortuitos y otros causales, genera una mala imagen, hosca y preocupante, de este país.
Evidentemente, la primera responsabilidad del Gobierno es hacer frente, como pueda, a esa oleada de
acontecimientos que va desde las huelgas de RENFE y prensa hasta el recrudecimiento de la
delincuencia.
Si nos fijamos bien, vivimos el último período de Ja transición política, al cual hay que clausurar cuanto
antes para transferirnos a las preocupaciones y tareas de cada día; es decir, para gobernar de verdad.
Pero de los distintos puntos que constituyen el preocupante cuadro presente, el del orden público toma
ahora la primacía quizá por encima del propio desastre económico, porque la gente sabe que con orden
hasta lo socio-económico puede resolváis. Por eso es necesario que estudiemos a fondo este problema del
orden público.
En primer lugar, el orden público que hoy necesitamos tiene una perfecta legitimación democrática; no
hay ninguna contradicción ética en líneas generales— entre la defensa del orden y la de la democracia. Es
más, ésta sólo sobrevivirá en el seno de una noción en paz que instrumente la resolución de sus conflictos.
De aquí se pasa, forzosamente, a considerar los instrumentos apropiados para implantar esa paz pública,
que no es ni por causas ni por efectos la coacción dictatorial de «ños airas. £1 primer instrumento es que
la opinión pública se decida a dar la voz de alarma; mi impresión personal es que esa, alarma ya suena.
E1 segundo instrumento es más inmediato y está constituido por la Policía y las demás fuerzas de orden
público. Estas, como cualquier institución humana, atraviesan también cu propia crisis. Intuyen o saben
que han de pasar decididamente a la defensa de una nueva forma política y olvidar de una vez los muy
negros años pasados. En ese sentido, al igual que el Ejército, han hecho una tarea de auto transformación.
Pero saben bien que en su seno quedan flecos o núcleos de inercias o nostalgias de un tiempo que se fue
para no volver. En una palabra, necesitan acentuar el carácter profesional y constructivo de su tarea y los
demás ciudadanos necesitamos que lo consigan cuanto antes. Pero se da la circunstancia que esta tarea no
puede hacerse desde fuera. Esas fuerzas del orden público, en sus distintas especialidades, tienen que
proceder » ana renovación interior, tanto en los supuestos políticos como en 1» modernización de su
técnico. Si en circunstancias históricas una nación puede depender de su Ejército, en situación como la
presente, no menos histórica, vamos a depender de nuestra Policía. Muchos hombres en su seno trabajan
en ese sentido democratizador y profesional, y ésa es una esperanza en días tan turbulentos.
Luís APOSTUA
YA
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