"Ser vasco no es ser de E.T.A."
LA VIOLENCIA Y EL PAÍS VASCO
Por Manolo ALCALÁ (Enviado especial de INFORMACIONES.)
EL temor y la incógnita que le quedan ahora al pueblo vasco, ante el futuro de paz que desea y espera,
consisten en saber si a la rama E.T.A. militar, que, como demostró en el sangriento atentado de Guernica,
está dispuesta a continuar la lucha armada, se le unirán los comandos «beratzi» a cuyo frente se encuentra
Miguel Ángel Apalategui, «Apala». Según informaciones obtenidas por este enviado especial en el sur de
Francia, el líder de los «beratzi», «Apala», estaría tratando de llegar a un acuerdo con E.T.A. militar para
integrarse en este grupo, con lo que se formaría un «cuadro» armado más potente y peligroso, ya que los
componentes de los dos sectores escindidos de E.T.A. político-militar son fanáticos activistas que no
están dispuestos a abandonar la lucha armada hasta conseguir «un Euskadi independiente y socialista».
Aunque no se tiene una idea muy concreta del número de componentes que integran cada grupo, se cree
que los «beratzi» están compuestos por unos ochenta militantes, y las filas de E.T.A. militar, que ca-
pitanea José Miguel Beñarán Ordeñana, «Argala», no superan los cincuenta. Pero en este último caso las
cifras quizá sean lo menos importante, ya que realmente lo que los hace peligrosos es (da formación y la
disciplina que tienen los muchachos de "Argala"», aseguran los que conocen la organización de E.T.A.
militar.
Sin embargo, no todas las fuentes informativas del sur de Francia, más o menos ligadas a los refugiados
vascos, coinciden en esta teoría. Por el contrario, hay quienes afirman que ni E.T.A. militar admitirá en su
organización a los "beratzi", ni éstos están muy decididos a seguir la «guerra» por su cuenta y menos
ahora Que la amnistía les abre la posibilidad de regresar tranquilamente al País Vasco. Por otra parte,
tanto las fuentes del País Vasco-francés como las del español coinciden en que, a pesar de la popularidad
alcanzada por Miguel Ángel Apalategui, «Apala», su formación y cualidades políticas dejan mucho que
desear.
En cualquiera de los casos, se unan o no «beratzis» y «milis», es muy probable que el lenguaje de las
metralletas de E.T.A., la que sea, se deje oír de nuevo, no tardando mucho. ¿A quién le tocará esta vez?
Esta es la pregunta que se hace la mayoría de los vascos. «Esto, naturalmente, es casi imposible de saber.
Pero de lo que si pueden estar seguros es que los "milis" continuarán su programa de atentados
minuciosamente preparados, sin resquicio alguno a la improvisación», nos confesó un carlista que pasó
varios años de exilio en Biarritz, conviviendo con los etarras y, por tanto, conociendo, los muy bien.
«Esto también es un peligro para ellos —continúa—, porque "se están pasando" y el pueblo vasco está
dispuesto a rechazar cualquier sistema que le conduzca a una nueva guerra en Euskadi.» Pero de lo que no
cabe duda es que para evitar esto, como ha dicho un colega vasco, Madrid tendrá que aprender a emplear
el bisturí y no las espadas.
Claro que, no espadas, sino lanzas, son las declaraciones que el diputado de la izquierda «abertzale»
Francisco Letamendía viene haciendo durante estos días a los distintos medios informativos.
Para el señor Letamendía, según declaró a INFORMACIONES, la pacificación de Euskadi está basada en
satisfacer las tres reivindicaciones que estuvieron siempre en bandera de todas las movilizaciones
populares habidas últimamente.
Estas reivindicaciones son: la amnistía total, la legalización de todos los partidos y la autonomía. El señor
Letamendía rechaza de plano la amnistía que recientemente se aprobó en el Parlamento, incluida la de los
vascos, alegando que «esta es una amnistía recortada y no una amnistía con el reconocimiento al derecho
de un pueblo a utilizar todos los medios de defensa que ha tenido a su alcance cuando era objeto de la
agresión fascista». El diputado «abertzale» considera esta amnistía «como un perdón vergonzante
concedido a gentes que son consideradas como delincuentes comunes».
En cuanto a la segunda reivindicación, la de la legalización de los partidos políticos, Letamendía exige
que se reconozca a las fuerzas políticas existentes en Euskadi y que aún permanecen, en la ilegalidad. «En
estos momentos —dice Letamendía— se produce el contrasentido absurdo de que una persona, que soy
yo, y que he sido elegido . como diputado para, el Congreso por Guipúzcoa, pertenezco a un partido,
E.I.A., que no sólo es ilegal, sino que es delictivo.»
Respecto a la autonomía, el diputado vasco afirma que para que esta autonomía sea real «es indispensable
la retirada del País Vasco de las fuerzas de orden público heredadas del régimen anterior y sustituirlas por
fuerzas del orden dependientes de los poderes autonómicos».
NO A LAS FUERZAS DEL ORDEN
A pesar de la postura radicalizada al máximo que mantiene Letamendía y con la que pocos están de
acuerdo, incluso gran parte del pueblo vasco considera que puede ser negativa para la paz de Euskadi (en
este trabajo no se ha tomado en cuenta opinión alguna de partido a partido, en cuyas divergencias, y entre
los partidos políticos vascos son muchas, nosotros no entramos). No es así en cuanto al apartado de la
retirada de las fuerzas del orden. Concretamente de la Guardia Civil. En este punto, la coincidencia es
casi unánime y tiene una explicación lógica. Quizá esto no se perciba bien desde la óptica de Madrid,
pero para todo aquel que vive en Euskadi, aunque no sea vasco, es evidente; es decir, las fuerzas del
orden con una dinámica de acción, una táctica de «mano dura» .—represión, en fin—, se engarzaron en la
espiral de violencia desencadenada desde hace quinoe años. Las fuerzas del orden han estado vinculadas
en una lucha que no se limitaba a ser una acción contra militantes de E.T.A., sino que afectó a sectores
populares muy amplios.
Se da la circunstancia de que en la mayoría de las familias vascas, según encuestas realizadas, existe una
persona que sin ser de E.T.A. ha sufrido de una u otra forma las consecuencias de la represión
indiscriminada. Y también han sido muchos los miembros de las fuerzas del orden que cumpliendo con
un deber impuesto han caído victimas de la violencia terrorista. Esto ha creado odios que no se pueden
lavar ni en dos meses, ni en dos años, por mucha democracia que tengamos. «Ser vasco era y es aún
sinónimo de E.T.A. para la Guardia Civil, para Madrid y para casi todos los españoles. Este es un error
terrible.» De esta forma se quejan muchos vascos y quizá no les falte razón. El sociólogo señor Echaves
resume: «Hay que reconocer que todas estas fuerzas, hoy, son vistas como auténticas fuerzas de
ocupación en sectores populares muy extensos, y no me estoy refiriendo únicamente a la izquierda vasca,
sino a sectores muy grandes que votaron al P.N.V., al P.S.O.E. e incluso a la derecha.))
Como decíamos, este es el punto en el que coinciden todas las fuerzas sociales y políticas con Francisco
Letamendía. Sin embargo, no es así en el tema de la amnistía, donde a excepción, naturalmente, de la
izquierda «abertzale», y no toda, el diputado vasco encuentra poco eco. El indulto aprobado en el Pleno
de las Cortes satisface a los vascos, quienes ya dicen que se ha acabado la lucha por la amnistía, pero que
de haberse concedido antes, a su debido tiempo, las cosas en Euskadi estarían mejor. «Ahora, el que la
haga, que la pague.» En cuanto a la autonomía, existe cierta expectación en cuál será el final del sistema
preautonómico que se apruebe. Tienen confianza en las gestiones y en los grupos vascos que están
llevando a cabo y esperan que, por fin, llegue pronto. Mientras tanto no pueden evitar mirar con cierta
envidia a los catalanes, quienes han resuelto sus problemas antes y mejor; con el diálogo y no con la
violencia.
Ahora sólo falta solidaridad entre todos los pueblos del territorio español. Hoy, tanto Euskadi y Cataluña,
como Galicia; Castilla, Andalucía, etcétera, lo necesitan más.
14
28 de octubre de 1977