EL PAÍS IGLESIA Y ELECCIONES
La Iglesia jerárquica—o La jerarquía ectesiástica—ha hecho profesión de
imparcialidad en las próximas ¿lecciones. ¿Una imparcialidad absoluta? Sólo
dentro de lo que cabe. Monseñor Vanes declaraba ayer en Radio Vaticana que «¡a
Iglesia mantendré una posición de independencia respecto a las posiciones
políticas y nadie tiene derecho a intentar acaparar la autoridad eclesiástica en
beneficio de un programa político». Pero —siempre hay un pero—, luego añadía:
«La concordancia de un programa político con la enseñanza eclesiástica social,
debe ser, para un cristiano,´ un criterio de orientación en el momento de sus
opciones.» ¿Y qué valores apoya —debe apoyar, según Vanes— un cristiano? Por
ejemplo, «la libertad, la moralidad, la estabilidad de la familia, e´ derecho a
la vida, incluida la de los no nacidos, el pleno respeto a la conciencia
religiosa de cualquier persona...» Y, sensu contrario, debe rechazar su apoyo a
«partidos y programas incompatibles con Ja concepción cristiana de la vida y de
la fe».
Hasta aquí, las cosas claras, dentro de lo que cabe. En mi opinión, la jerarquía
piensa que estas elecciones las van a ganar" «los grupos respetuosos con la fe
cristiana». Si esto fuera Italia, ¿sería ¡mparcial la jerarquía eclesiástica? Lo
cierto es que también aquí y ahora vamos a tener a varios curas como candidatos
al Congreso. En Galicia, varios por partidos nacionalistas; en León, et padre
Martínez Fuertes, que todavía es Procurador de «los da antes», y, en Madrid, al
famoso padre Gamo, por !a Organización Revolucionaria de Trabajadores.
¿Coinciden sus programas con los de la jerarquía? ¿Coinciden entre sí en valores
fundamentales? ¿Tienen estos sacerdotes el permiso correspondiente? A mí,
sintiéndolo mucho, me parece que los curas sobran en los Parlamentos. Allí hacen
falta políticos.