EL franquismo no ha muerto por dos razones.
Primero, porque la obra del Caudillo está vigente, como lo testimonia la campaña de injurias y afrentas
orquestada ante la indiferencia del´propio Gobierno, que debería ser el más enérgico defensor de la
memoria del anterior jefe del Estado; y segundo, porque, aún desaparecido el Generalísimo, permanece el
símbolo, la idea, el testimonio, el talante, todo el bagaje de esfuerzo, dedicación y sacrificio plasmado en
cuarenta años de bienestar y progreso. Francisco Franco creyó que lo dejaba todo atado y bien atado, pero
la trascendencia de su figura no ha podido sobreponerse a la traición de sus colaboradores. A nosotros nos
corresponde demostrar, sin embargo, que Franco está vivo en el alma de su pueblo, del pueblo español".
Más de treinta y cinco mil personas aplaudieron enardecida-mente, con la pasión desatada de un pueblo
engañado que busca su renacimiento, la palabra cálida y el gesto vibrante y rotundo de Blas Pinar,
presidente nacional de Fuerza Nueva. La plaza de toros de las Ventas, hasta la bandera, fue escenario ayer
de una clamorosa lidia dialéctica en la que cuatro hombres del 18 de Julio, cuatro combatientes, cuatro
defensores de la España irrevocable demostraron que la Victoria no ha sido olvidada.
El acto de afirmación nacional en el que intervinieron además los tres candidatos de Alianza Nacional al
Senado por Madrid (González Bueno, Guinea Gauna y Duque de Tovar) tuvo, en consecuencia, este triple
significado: contra la demolición del Estado surgido el 1 de abril de 1.939; contra la reforma implantada
por Suárez a golpe de decreto-ley; y contra la usurpación del legado del Caudillo.
Entre continuos vivas a España y a Franco, el acto comenzó con la lectura ae una carta de José Antonio
Girón en la que disculpaba su ausencia por encontrarse en Santander y se identificaba con el 18 de Julio
"tan cobardemente abandonado a su suerte". También subrayó el presidente de la Confederación Nacional
de Combatientes su testimonio de fe en el futuro de España y en los ideales que consiguieron para nuestra
Patria su etapa más venturosa y pujante. Abrió el turno de intf rvenciones Alfonso de Figueroa y Melgar,
Duque de Tovar, que comenzó invocando el llamamiento del alcalde de Móstoles: "Españoles, la Patria
está en peligro. Acudid a salvarla". Poco o nada —afirmó— puede hacerse en una democracia liberal por
una España rota, pero, si Dios nos priva de la gloria del triunfo, no nos impedirá el honor de combatir por
España. Subrayó que no era un político profesional, pero que en la actual situación no caben inhibiciones
cómodas cuando la Patria en crisis reclama una comparecencia de todos. Los enemigos de siempre añadió
piensan que España está definitivamente vencida. Pero se equivocan. Nosotros les demostraremos que
sigue viva y palpitante el temple, el carácter y la personalidad de un pueblo que jamás fue sometido por
ninguna dominación extranjera.
Entre fuertes ovaciones tomó la palabra Pedro González Bueno Benítez, que contrapuso en primer
término a Largo Caballero y a José Antonio. El primero, solicitando la dictadura del proletariado.
El segundo, en la más radical contrapartida al marxismo. De la Falange, surgida de lo más esencial del
pensamiento hispánico y de una tradición bicentenaria surgió el Alzamiento que el 18 de Julio inició una
nueva andadura para España contando con el Caudillo como jefe y capitán. "Hablar ahora de España, sin
embargo, nos provoca tristeza, aunque no pesimismo. Tristeza porque la nación está siendo herida,
ultrajada. Y porque tenemos que recurrir el falso veredicto del voto para intentar liberarla."
Asimismo mencionó el artículo 2° de las Cortes, en el que se estipula que los procuradores no pueden
estar sujetos a mandato imperativo alguno. ¿Podrá decirse lo mismo —se preguntó— del nuevo
Parlamento? Con la democracia orgánica —prosiguió González Bueno— no había una oposición
convencional, es cierto, simplemente porque toda la nación estaba volcada en un sólo y explícito objetivo;
levantar España. Hero sí Había crítica constructiva y contraste de pareceres, de forma que no sufriera
mengua alguna la libertad de pensar y de obrar con respeto a los demás.
Francisco Guinea Gauna, en tercer lugar, provocó el entusiasmo y la emoción de los millares de asistentes
evocando la participación de las fuerzas nacionales en la Guerra de Liberación. Así, enumeró la gesta de
cada una de las nueve hermandades que forman un círculo de hierro en la Confederación Nacional de
Combatientes en comunión directa con los afanes de las Fuerzas Armadas. Alféreces provisionales,
siempre en vanguardia; sargentos, hombres del pueblo; requetés, la generosidad plasmada en sangre; la
Legión, ni un retroceso; marineros voluntarios, los suplentes de la oficialidad de la Armada asesinada por
el marxismo; División Azul, la pasión sin fronteras... Entre ovaciones al Ejército, Guinea Gauna recordó
la dimisión del almirante Pita da Veiga, que fue coreado por los millares de asistentes, poniendo de
relieve que el causante y responsable de tantos crímenes, Santiago Carrillo, volvía a enarbolar la bandera
de la venganza desde la más absoluta impunidad. También tuvo emotivas frases de recuerdo para los
caídos de Para-cuellos, que constituyen una lección rotunda de los auténticos métodos del comunismo, y
mencionó una frase de Carjos III: "Gobernar no es transigir". La transigencia de este gobierno —añadió—
está costando un raudal de sangre a los servidores del orden público, que demuestran cotidianamente la
grandeza de su misión". Pero los mayores aplausos se produjeron, con la mayor parte del auditorio en pié,
cuando Guinea recordó las palabras de un ilustre capitán de navio, sancio-• nado por gritar "por encima de
la disciplina está el honor".
En medio de un griterío ensordecedor inició su intervención Blas Pinar, que fue riguroso e incisivo en sus
términos. Denunció que tras la muerte del Caudillo España se encuentra en una coyuntura de peligro y
riesgo, provocada por la dejación y el abandono de los principios inspiradores de la Cruzada a manos de
un liberalismo vergonzante y sumiso. Afirmó que, si se afirmaba desde el propio Gobierno que Franco era
irrepetible y constituía una figura descomunaj de nuestra historia, cómo permitía que la memoria de un
Jefe de Estado fuera ultrajada y vilipendiada impunemente. También dijo que el progreso, el bienestar y
el desarrollo alcanzado por el pueblo no eran una casualidad: eran consecuencia directa de la gestión del
Estado Nacional y de la doctrina de la Falange y de la Tradición, utilizadas por el Generalísimo para
levantar una nación en ruinas.
"El pueblo ha sido engañado —subrayó Blas Pinar— por un Gobierno que prometió continuidad en el
referéndum y ha legalizado el Partido Comunista". Mencionando los orígenes de la situación actual, se
refirió al asesinato del almirante Carrero Blanco, hombre designado por Franco para asegurar la transición
sin ruptura. Tras su asesinato —señaló— el Régimen, herido de muerte, entró en agonía. Los serviles se
aprovecharon de la debilidad y vejez del Caudillo para montar el programa fantasma del 12 de febrero, lo
que alentó más todavía la ola de terrorismo, como la masacre de la calle del Correo. De esta forma, desde
la propia. debilidad del Régimen empezó e! cambio con la claudicación manifiesta del primer gobierno de
la Corona acelerada y culminada con el primer ministro Suárez a pasos agigantados. Asimismo Pinar
puso de relieve que un Gobierno que reconoce la huelga es porque carece de política social para resolver
los problemas laborales. Que cuando el gabinete Suárez afirma decir no aj terrorismo y al mismo tiempo
libera a los terroristas cae en una contradicción sangrante. Para terminar, puso de relieve que Fuerza
Nueva se movía en el más severo respeto a todas las opciones para hacer valer la suya: la reforma
perfectiva desde los Principios del Movimiento y las Leyes Fundamentales promulgadas por Franco.
El Estado del 18 de julio -^-subrayó Pinar— necesitaba, es cierto, una reforma, sobre todo, para
purificarle y separarle los residuos colgados por los últimos gobiernos distorsionando su auténtico
significado, su dimensión real de futuro. Por eso, no queremos esta reforma. Queremos el
perfeccionamiento del Régimen, y no su liquidación.
Una estruendosa ovación cerró la intervención de Blas Pinar, mientras numerosas banderas nacionales, de
la Falange y del Requeté ondeaban en las gradas. Acto seguido se cantó el Oria-mendi y el Cara al Sol,
escuchando por último en silencio el himno nacional. La ingente multitud que llenó ruedo y gradas inició
a continuación una manifestación desde la plaza de las Ventas discurriendo por diversas calles de la
capital hasta el palacio de Oriente, donde se dispersó, tras entonar diversas canciones. Al paso de la
manifestación numerosos transeúntes coreaban los gritos de los participantes, entre los que figuraban
algunos soldados de uniforme. La Alianza Nacional del 18 de julio se ha ganado un pleno en un acto tan
multitudinario como rotundo en sus afirmaciones, donde ha quedado claramente de manifiesto que la obra
de Francisco Franco no es un capítulo cerrado de nuestra historia.
Unas treinta y cinco mil personas demostraron ayer con su presencia que el Estado del 18 de julio y la
obra del Generalísimo constituye una colosal convocatoria de futuro en paz, orden y justicia.
11 —JUNIO—1977