ABC. JUEVES. 28 DE ABRIL DE 1977. PAG. 31.
la Iglesia en el mundo de hoy
«LA IGLESIA NO PUEDE DESINTERESARSE DE LA DEFENSA DE LOS VALORES DEL MATRIMONIO»
recisiones del cardenal-orzobispo de Barcelona en la festividad de Montserrat
Barcelona, 27. (Eurona Press.) El cardenal-arzobispo de Barcelona presidió hoy.
festividad de Nuestra Señora de Montserrat, la misa conventual celebrada por la
mañana en el-monasterio. Hablando en este lurgar tan significativo, al que han
acudido en el pasado y acuden en «1 presente en peregrinación numerosas familias
catalanas, el cardenal glosó diversos aspectos de la concepción cristiana del
matrimonio e hizo algunas puntualizaciones ante las discusiones recientes en
torno a este tema.
El cardenal analizó en su homilía, leída en catalán, los factores que inciden
negativamente sobre la familia en la actualidad y los elementos principales de
la concepción cristiana del matrimonio y la familia, apoyada en unos datos
bíblico» que las actuales corrientes del pensamiento personalista han puesto de
relieve, en especial la profundidad de la comunión interpersonal entre los
esposos y su estabilidad y fecundidad.
Acto seguido, añadió, textualmente, cates precisiones:
Cuando se solicitan cambias en la familia, hay que proceder a un verdadero y
cuidadoso discernimiento, a fin de distinguir lo que es fruto de un simple
esnobismo o de un fácil «seguir la moda» de aquellos cambios >jue provienen de
la sociedad, en la cual la familia está Inmersa y, por lo cual, está
condicionada, hoy más que antes, peí el´influjo aplastante de los medios de
comunicación. Estos, a menudo y desgraciadamente, son más masificadores gu*
personaliza dores. Este Imprescindible ´discernimiento podrá conducirnos &
conclusiones positivas, que favorezcan la promoción humana del matrimonio y de
la familia, verdaderas comunidades de amor.
2- En nuestra sociedad pluralista no puede elaborarse . ningún derecho
matrimonial o familiar sin hacer referencia a los valores morales del matrimonio
y de la familia. Esto es fundamental. Las normas institucionales afectan muy de
cerca y muy intensamente a los vaiore» más profundos y básicos de la persona
humana. Por esto mismo, estos valores no pueden quedar abandonados a una
concepción´ positiva del derecho, con lo que éste quedaría exclusivamente en
manos de los resultados de las fuerzas políticas.
3- Siguiendo en la misma línea de re flexión, ninguna reforma del derecho
matrimonial y familiar podrá desconocer nunca los valores éticos—y mucho más aún
en nuestra tierra la concepclóii evangélica del matrimonio y de la familia—,
independizándolos y separándolos arbitrariamente de la ley y confinándolos a un
orden meramente privado. Por el contrario, es necesario sensibilizar a todos los
ciudadanos sobre la realidad de estos valores morales para llegar a una solución
técnica que salvaguarde de la mejor manera, posible el bien común.
4- Aunque es necesario distinguir —según aquello de «distinguir para no
confundir, aunque no para separar— los valores morales y la doctrina evangélica,
ninguna religión y ninguna ideología pueden desinteresarse del curso que en el
futuro pueda tomar el diálogo destinado a elaborar un derecho que salvaguarde,
ahora y aquí, los valores éticos y fundamentales del matrimonio y de la familia,
de cara al bien común de la sociedad. La Iglesia tiene el deber —también en esto
es necesario que sea fiel a la vocación profética que Cristo le encomendó— de
decir su palabra orientadora y crítica en defensa de la integridad de los
valores humanos del matrimonio y de la familia.´ 5- Ahora bien, con la misma
claridad. querría decir que´la Iglesia no quiere imponer a los no creyentes el
concepto y las exigencias que tiene del matrimonio sacramento. La Iglesia —
«experta en humanidad», como dijo Pablo VI en una solemne ocasión— desea servir
al hombre y al bien común aportando su doctrina y se esfuerza en subrayar
aquello que ella considera imprescindible para una realización del • amor
conyugal.