ABC. MARTES 29 DE OCTUBRE BE 1974.
LA IGLESIA EN EL MUNDO DE HOY
PABLO VI SUBRAYA LA IMPORTANCIA DEL DOCUMENTO SINODAL SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS
«La afirmación de los derechos de Dios engendra la de los derechos del hombre»
Ciudad del Vaticano 27. El significado del Sínodo episcopal que ayer concluyó
sus trabajos en el Vaticano, y sobre todo el llamamiento a los derechos humanos
aprobado por los padres sinodales, constituyeron los temas centrales de la
alocución pronunciada este mediodía por el Papa Pablo VI.
Hablando desde la ventana de su estudio privado ante los millares de fieles y
peregrinos congregados en la plaza de San Pedro para recibir la bendición
pontificia dominical, el Santo Padre dijo que la Asamblea sinodal «ha asumido el
significado de un momento histórico y orientador para la Iglesia, en él hecha y
en el propósito de redescubrimiento y reafirmación de su misión en el mundo, que
es la de anunciar a Cristo, de hacerlo vivir en el corazón mediante la potencia
del Espíritu y de promover así la transfiguración de la Humanidad.
Observó el Pontífice que se ha visto experimentada en el Sínodo la «energía
secreta derivada precisamente del Evangelio y operante con nuevo y joven
imperativo en nuestros días, y Dios querrá que también en los futuros: «Es una
conclusión que es un principio —agregó Pablo VI— y puede hacerse calificar como
una fecha histórica, tanto que se ha sentido la dificultad de contener en una
improvisada documentación final la desbordante riqueza de sus contenidos. Nos
tendremos que reflexionar; fue un mensaje como un estallido de la plenitud y la
meditarían sinodal.»
«Y vosotros lo conocéis —prosiguió el Papa—, incluso porque es comprensible para
quien no está Iniciado en la reflexión teológica, pero está abierto y ávido de
sus derivaciones humanas y sociológicas: se trata del llamamiento a los derechos
del hombre, leído el miércoles, 23 de octubre, en la vigésimo primera tesión
plenaria del Sínodo por el cardenal Krol, arzobispo de Filadelfia, y aprobado
por unanimidad por los padres sinodales.
«Bello", calificó el Pontífice aquel documento dirigido por ka obispos «a la
Iglesia y al mundo entero, especialmente a todos aquellos que ocupan posiciones
de mayor responsabilidad». Señalando que «la conciencian de nuestras
limitaciones, carencias y fallas en la justicia nos ayuda a comprender mejor las
de otras instituciones y grupos», los padres sinodales habían subrayado que tía
dignidad humana hunde sus mices en la imagen y el reflejo de Dios en cada uno de
nosotros. Esto es lo que hace a todas las personas esencialmente iguales. El
desarrollo integral de las personas vuelve más clara la imagen divina en ellas.
En nuestro tiempo la Iglesia ha llegado a comprender más profundamente esta
verdad, en virtud de la cual cree, firmemente que la promoción de los derechos
humanos es requerida por el Evangelio y es central en su ministerio».
El documento aprobado en el Sínodo presenta, asimismo, una relación de «cíertos
derechos hoy día, más amenazados» (él, derecho a la vida, a la alimentación, los
derechos socio-económicos, político-culturales y el derecho a la libertad
religiosa), y subrayaba que >ninguna nación está hoy sin culpa cuando se trata
de derechos humanos».
Poniendo de relieve la importancia de este llamamiento, el Papa afirmó hoy que
tuna vez más se vio que la afirmación de los derechos, de Dios genera la de los
derechos del hombre». «Asi es la religión del Evangelio —agregó Pablo VI—; la
caridad para con Dios es raíz de caridad para con el prójimo y todo el mundo es
prójimo.»
Más adelante el Pontífice destacó que la renovada reafirmación del valor del
deber humano sociológico de estos «lógicos y consecuentes derechos del hombre»,
viene a propósito hoy, «cuando tanto se habla de liberación y de promoción de la
Humanidad hacia los fatigosos niveles de la justicia, de la igualdad, de la
fraternidad y de la solidaridad». «La dignidad humana —enfatizó Pablo VI— es así
reivindicada en virtud, de aquel sentimiento religioso, que tantos tratan de
verificar en el momento en que la convivencia civil, tocando la cumbre de su
feliz y progresiva evolución, tolera condiciones e-hipótesis contradictorias que
hacen incandescentes los peligro» de nuevas y terribles conflagraciones.»
«La historia —concluyó el Papá— es siempre un drama de oscuros destinos, y la
Iglesia, intrépida y amorosa, levanta su bandera de justicia y de paz.»—Efe.