FIRMAS EN INFORMACIONES
Mi campaña electoral
DECISION ANTES DEL DESAYUNO
Por Bernardo V. Carande
Vuelto del campo que ya no hay, entre la helada de la noche del 29 de marzo próximo pasado y el
coyuntural olvido en que se le tiene, me puse a desayunar en la ciudad a esa hora en que el magín —¿por
qué será?— es lo único fresco de uno, cual lechuga. Lechuga de antaño, que no de invernadero. ,Y me
puse a pensar: ¿Ahora qué hago yo si ya no queda campo? Pero el magín debía estar también, como yo,
medio dormido. Y eso que del catre al café habíamos visto tantas pintadas como partidos políticos hay en
la actualidad. Más algún que otro cartel que aún quedaba del referéndum: «Tu voz es tu voto», «Habla,
pueblo, habla».
—Un descafeinado, por favor.
Y entonces, hete aquí, la inspiración, la luz, la mañana, el magín, al verano te espero. Estaba visto, no hay
duda alguna, me quité la corbata, miré algún escaparate con niky de cuello alto, consultando precios, me
despeiné, sin que nadie lo viese, el pelo, el poco pelo ese que recubre a mi magín. Acababa de tomar una
decisión:
—¿Me daría, por favor, un vaso de agua fría con dos aspirinas?
«Aspirina sólo hay una aspiru-na.» Estaba claro, ¿cómo no lo había visto antes? El país se encamina,
decididamente, hacia unas elecciones. Estas van a ser hasta constituyentes. Todo un hoy electoral. Eso es
lo que se lleva, nada de lechugas, versos o campo. Hay una ventanilla, una ley Electoral, 130 partidos,
pues... ¿por qué no? La decisión, ayudada por un descafeinado y dos aspirinas, acaba de ser tomada. Mi
mañana es electoral. He decidido presentarme a las próximas elecciones.
ELECCIÓN DE CANDIDATO
Sufrí un bache después de tomar la decisión y después de tomar el desayuno. Poca cosa, sólo un derrivo
más sevillano. Me ayudaron a salir del socavón sin necesidad de grúa y procurando evitar la fachada sur
de la catedral por donde si te paseas te puede caer encima un jarrón de piedra al poste de tu vida, me he
ido a preguntarle a Pepe Blanco, el de la Librería Internacional, que qué le parece mi decisión.
Voy rumiando —la costumbre (veinte años de campo)— la idea por la calle Francos. (Con ese, los galos,
no los galegos.) Yo no la veo nada mal. Porque, en la tesitura en que nos encontramos —y el campo como
está hedió un asco— y con la ventaja de poder empezar mi campaña ya, sin esperar al plazo ese de
veintiún días antes de veintiún días después, o sea,, como existe —la ley lo contempla (ha dicho
"Landelino La-villa;)— la posibilidad de presentarse por libre, como independiente, y dado que, si no se
presenta Suárez, ¿a quién voto?, pues lo mejor que puedo hacer es presentarme yo y asi me voto a mí
mismo.
Yo creo que es lo mejor. Sin corbata estoy francamente elegible. Si se da el caso de acceder al hemiciclo
y hay alguna «soirée», le puedo pedir prestado a mi padre el chaqué que mi padre le pidió a Agustín
Viñuelas, un chaqué que ya ha estado en el hemiciclo. Un chaqué de antes de la guerra, nada menos. No
creo, por otro lado, que las patillas sean un inconveniente. Las llevaron todos los primeros padres de la
Patria: el conde de Toreno, Argüelles, Juan Nicasio Gallego, o los mismos extremeños Muñoz Torrero,
Lujan, Calatrava o Fernández Golfín... Bueno, los eclesiásticos —entonces, si hubiese sido ahora...—, no.
Y yo, además, soy también socio del C. D. Badajoz. Por cierto, tendré que enterarme bien sobre eso de las
inelegibilidades. Que recuerde, aparte esa filiación deportiva, sólo pertenezco a la Asociación de Amigos
de la Lengua Francesa. ¿Tendré que darme de baja antes?
CAMINO DE LA LIBRERÍA DE BLANCO
Mejor será que me tome otro café (descafeinado). Acabo de tomar toda una decisión. Va a depender de
mí (en lo que cabe) todo el futuro..., mío. ¿No sería mejor renunciar y elegir a cualquiera de los 130
partidos políticos en uso? Si sigues dudando —me confieso— se van a convertir en 302. Pero —sin
Suárez— ¿a qué elegir? Yo no soy ni de derechas, ni de izquierdas, ni cen-trocampista. Yo lo más que
soy es un cuarentón calvo. O que sobrelleva, digamos, muy bien su calva.
Hombre, si se presentara can-didato mi amigo Curro (Curro Romero, El Faraón de Camas), o si se
presentara mi amigo Ballesteros, el camionero, o mi mujer, o Aquilino Duque, o mi primo Vicente, o el
mismo Pepe Blanco, pues... Pero ya verás como no. Y seguro que tampoco se presenta Antonio Cadarso
por Santiago (si lo hiciera era capaz hasta de mudar ¡de circunscripción), ni El Cuplé, ni Rafael Pérez
Delgado, ni Mercedes Ballesteros.
Así que no tengo más remedio que pasar por la ventanilla y hacerme una pancarta, buscarme un «spray» y
redactar unos estatutos.
—Hola, Pepe; oye, ¿a tí que te parecería si yo me presentara candidato?
Ni lo pensó.
—Pues que te votaría.
¡Arrea!
CONSIDERANDOS VARIOS
Mi primo Eduardo García de Enterría, «en su colaboración al homenaje (cebado como un «ba-by-beef»:
746 páginas) a Segismundo Royo Villanova, que acaba de publicar Moneda y Crédito, habla de la
partizipationeuphorie, que definiese Schmitt - Glaeser.
Ello vence todos mis últimos recelos. ¡Adelante! Pero sé me ha averiado el ascensor.
No importa. Mira que si resulta que venzo y puedo convencer a los españoles de que todavía queda
campo o de que leer un libro al año no hace daño. Treinta y cuatro millones de libros leídos al año. ¡Qué
maravilla! Hoy,que no pasarán de unos seis o siete millones los que se leen, aparte los libros propios que
lee uno mismo, una y otra vez, de la pasión a la misantropía en hora y media. Pero no nos pongamos
derrotistas. Ya he escrito a TVE. solicitándoles mi reglamentario espacio de medio minuto, entre el
hombre de la bolsa y el del tiempo, para dar a conocer mis propósitos al país.
¿Cómo conviene que vaya a televisión? ¿Con corbata, sin ella, con pipa, sin gafas, arrastrado por el perro
de Longstreet, con un bote de biodegradable en polvo para hacer una demostración, o en helicóptero?
Me he sentado junto al canario, en la ventana, frente a un humilde y último tejado sevillano del siglo
XVIII, que no voy a decir donde está para que no me la derriben, y descolgando un cuadro he desclavado
su interior para, valiéndome del marco, asomar por él la cabeza y practicar como si estuviese ya en
directo. A los últimos líderes que han pasado por ella últimamente se les ve francamente desentrenados.
¿QUIEN ES... YO?
Sigo en la ventana, tengo que prepararme, puede ser que me llame televisión, tendré que contestar
entrevistas, hay toda una jerga —«la operatividad de nuestro ejecutivo aconseja...; manifiestamente todos
somos conscientes, pero...»— al uso, que aprender. No me puedo quedar en el siglo XVIII. Yo también
soy consciente:
—,¿Cómo es el siglo XX?
Me asomo a la calle, al autobús se le ha salido uña rueda; la rueda, después de planchar dos furgonetas, se
ha metido por la rampa de un garaje: estrépito y silencio; después, por las bombillas,de las farolas
comienza a brotar agua. ¡Agua! ¡Llueven las fa-rolas! Mejor será dejar al siglo XX en donde está.
Si voy a TVE. acaso me saquen en «¿Quién es...?» ¿Y si no voy" Por si acaso voy a ir contestando aquí,
en privado, sus preguntas:
—¿Es usted partidario del ingreso en la O.T.A.N.?
—¿Dan algo?
—¿Impuestos, como los prefiere, directos o indirectos?
—Cuantos menos, mejor.
—¿Qué le gustaría que llevase su nombre?
—Él «Quijote».
—¿Qué página borraría usted de la Historia?
—Las correspondientes a la Historia de España desde Indibil y Mandonio hasta nuestros días.
MÉRITOS ELECTORALES
Tendré que hacer méritos. Desde mañana a todo peatón con el que me cruce le voy a dar las buenas
tardes. Y si voy en automóvil cederé la mano, la prioridad y el paso. Para los «stop» me llevaré unos
prismáticos. Que yo no soy gran cosa, no tengo antecedentes, no hice la guerra, ni en un bando ni en otro
—¡cómo iba a hacer la guerra si tenía cuatro años:!—, y en mi familia, cuando la misma,hubo las
víctimas usuales de toda familia bien de la clase media :respectivos caídos en combate o en paredón.
Todo normal. Hice la reválida. Soy licenciado, al igual que otros dieciocho millones de españoles;
consumo, como debe ser, de todo; tengo cuarenta anos ya, a cuestas, de escasa política docente, y hago un
intenso turismo interior: voy y vuelvo a Badajoz todas las semanas.
«Labor ingrata la del cultivo del correligionario»: ya lo dijo Romanones, labor difícil, y eso que él señor
conde por lo menos tenía un correligionario; que lo (que es yo... Así no voy a ninguna parte. Pegatinas,
pancartas, adhesivos, banderines, posters.... ¡¡Adelante:! Pero ¿todo eso costará un millón? Justo, eso, un
millón es lo que se dice que piensa dar el Gobierno por escaño. ¿Me aceptará una letra?
(Continuará.)
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INFORMACIONES
1 de junio de 1977