LA reciente crisis ministerial ha dado acceso al ejecutivo a un grupo que, sin
disputa, se define como más homogéneo que el anterior. ¿Cuáles son los factores
determinantes de esa homogeneidad? Comparativamente, su sentido es de
rectificación o de contraposición respecto al equipo gobernante reemplazado. Las
diversidades que, según parece ahora, existían en el seno de aquel Gobierno han
sido corregidas. Por tanto, estamos ante un Gobierno de menores contrastes. Pero
tal característica es, sin embargo, puramente formal y negativa y, en
consecuencia, insuficiente. Es preciso dar un mayor alcance al planteamiento: en
un plano positivo y de afirmación, ¿qué significado tiene la reducción de los
contrastes?
DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA, LA HOMOGENEIDAD DEL GOBIERNO
ES SIEMPRE REFLEJA, YA QUE PRESUPONE LA DE LA BASE.
La consecución en esa base de ciertos niveles de uniformidad, antes
inexistentes o menos intensos, trae consigo, a modo de consecuencia lógica por
el principio, diríamos, de los vasos comunicantes un nivel de uniformidad en el
sector dirigente.
En una democracia estructurada a través del régimen de partidos políticos, con
representación parlamentaria y control de la acción gubernamental por la Cámara,
la homogeneidad puede deberse: bien al imperio de la MAYORÍA encarnada en un
partido que se convierte, a causa de esa mayoría, en el partido gobernante, o
bien a una COALICIÓN. En el primer caso, homogeneidad quiere decir literalmente
unidad. Esta unidad se da por entero entre quienes gobiernan, y,
mayoritariamente, en la base, aunque algunos sectores, que pueden ser
importantes, discrepen radicalmente dentro del conjunto. Pero la discrepancia
está excluida en tal caso del poder actuante y sólo le incumbe desplegarse, o
más bien replegarse, hacia la expectativa del poder. La oposición es entonces
minoritaria, necesariamente. En la segunda posibilidad la de la coalición la
homogeneidad estará constituida por la superación de los antagonismos a través
de mutuos consensos, recíprocas renuncias, transigencias y tolerancias.
La menor densidad del conglomerado tiene como contrapunto una mayor amplitud.
Toda la acción política emanada del pueblo encontrará cauces adecuados de
expresión cauces admisibles, aunque no sean óptimos en el poder actuante. La
oposición, exacerbada de momento, dependerá de una posible ruptura posterior; es
decir, que no coexistirá con el Gobierno de coalición, presentándose
exclusivamente como una perspectiva en el curso del proceso.
AHORA bien, la homogeneidad de un Gobierno que no responda a las causas que
hemos apuntado, ¿en qué consiste y cómo habrá de manifestarse? Sólo es
imaginable como una suma de coincidencias. Más que en el Gobierno, en cuanto
organismo de la estructura estatal, la homogeneidad se manifestará
horizontalmente entre los miembros del equipo gobernante
SI ESA HOMOGENEIDAD NO ES EXTERNAMENTE VISIBLE Y EL PROCESO DE SU CONSTITUCIÓN
COMO ELEMENTO GUBERNAMENTAL NO HA DEPENDIDO DEL PUEBLO O DE SUS ÓRGANOS
REPRESENTATIVOS, TAL HOMOGENEIDAD CARECE, EN RIGOR, DE FUNDAMENTO JURÍDICO Y DE
CONTENIDO PROPIAMENTE POLÍTICO.
El argumento de esa homogeneidad habrá de ser predominantemente de raíz
personal y hasta anecdótica. Por ejemplo: homogeneidad en lo que se refiere a la
edad, en cuanto a la preparación profesional, en lo tocante al modo de vida o a
la óptica humana para enfocar los problemas, afinidad respecto a los
sentimientos o hábitos, etc. Estas homogeneidades propiciarán, sin duda, la
máxima uniformidad de los criterios, facilitando el entendimiento y el acuerdo
entre los que la comparten, y facilitando, asimismo, la gestión. No obstante,
SI LA HOMOGENEIDAD NO DERIVA DE LA BASE O BIEN EL MECANISMO DE DERIVACIÓN NO ES
CONOCIDO, ¿COMO INCIDIRÁ SOBRE LA BASE MISMA? Por lo pronto, parece evidente que
la homogeneidad entre los miembros de un Gobierno no presupone fatalmente una
mayor integración de la opinión pública o de la asistencia popular.
Todo dependerá de cómo se conciba y realice un programa que ha de ser capaz de
penetrar en la compleja red de problemas, conflictos y antagonismos que informa
la vida histórica de los pueblos. La homogeneidad, a escala individual,
instalada en la cumbre política de un país que, lógicamente, encarna innúmeras
heterogeneidades, implica un cierto grado de unilateralidad del que debe tener
conciencia, con objeto de corregirlo, el grupo dirigente.
SIN DUDA, EL VALOR DE LAS DECISIONES POLÍTICAS NO SE MIDE POR SU CONTENIDO
HOMOGÉNEO, SINO POR SU VISION DE TOTALIDAD.
Evidentemente, un grupo uniforme, investido de las prerrogativas del poder, se
convierte en seguida en «cabeza de turco» de todas las disconformidades,
favoreciendo simultáneamente la homogeneización de aquellos a quienes se les
obliga a conformarse con las expectativas del poder.