SOBRE EL MARXISMO
LA filosofía marxista ha tenido un avance en mu-chos países semejante al de otras ideologías,
cuando ya habían cesado las circunstancias que hicieron explicable su aparición. Cuando
Carlos Marx escribía en Londres, hace algo más de un siglo, criticaba con agudeza los defectos
y los excesos de un sistema económico y social. Hizo al respecto unas previsiones que no se
cumplieron, y dedujo de ellas unas conclusiones que el tiempo demostró erróneas. Y, sin
embargo, es hoy, en una sazón en que la sociedad es diferente y en que los intentos de
realizar la doctrina marxista han producido resultados que hubieran dejado atónito y escanda-
lizado a Marx, cuando el marxismo se expande y penetra en lugares más insospechados.
Marx dijo que el capital tendería a concentrarse en pocas manos, que las clases medias
tenderían a desaparecer y que los proletarios de los países capitalistas serían cada vez más
pobres, con lo cual Ja revolución se produciría sola y de modo natural.
Ocurrió lo contrario. El capital aumentó, por los mayores recursos e inversiones, pero las
grandes empresas permitieron la creación de innumerables empresas medianas y pequeñas;
fas clases medias nunca han sido más extensas que en las sociedades contemporáneas (más
del 50 por 100) y las clases trabajadoras han logrado un nivel de vida muy superior al de
cualquier época anterior. Por lo mismo, la revolución no se ha producido en ningún país basado
en la libre economía industrial; ha sido en países atrasados, de base agraria subdesa-rrollada,
como la Rusia de primeros de siglo y la China destrozada por una larga guerra civil, donde la
revolución marxista ha tenido lugar.
Marx previó que una vez pro-ducida la revolución socialista, el Estado y sus instrumentos
normales (Ejército, burocracia, Policía, etcétera) no harían falta, y se llegaría a una sociedad
libertaria y cooperativista. Lenin convirtió la fase provisional de "dictadura del proletariado" en
una dictadura perma-´nente del "Partido Comunista", y el famoso "desfallecimiento del Estado"
del que hablara Engels se ha transformado en la creación de los Estados más fuertes y más
duros del mundo.
Marx estimó que, al pasar al Estado los medios de producción, serían todos los bienes más
abundantes y más baratos. La burocratización de la industria y de la agricultura ha dado lugar a
niveles bajísímos de productividad y del nivel de vida de la población. Se anunció que se le
daría a cada uno según sus necesidades; la realidad ha sido la reaparición del destajo, bajo el
nombre de "estajanovismo" que desde luego es mucho más impresionante.
Se dijo que los sindicatos serían fuertes, y son sindicatos de encuadramiento. Se ha limitado la
libertad de empleo y de desplazamiento, y, sobre todo, la de expatriarse. Lo único que se ha
cumplido es la persecución religiosa, la destrucción de la institución familiar, y la entrega de la
vida de todos al Estado.
Y cuando esto es comprobable en los países del Este de Europa avanza el marxismo como un
fantasma, como interpretación de los problemas de ¡as sociedades occidentales. ¿Cual puede
ser la explicación?.
El tema reviste superlativa importancia, y debe ser enfrentado con todas las consecuencias.
En primer lugar debemos reconocer que el pensamiento católico se ha quedado rezagado, en
materia social, en los últi-
mos años. Donoso Cortés vio con toda claridad que la ideología liberal no tenía fuerza, por sí
sola, para enfrentarse con las nuevas doctrinas socialistas; y consideró que sólo la concepción
cristiana del mundo podría hacerlo. Marx, a su vez, vino a decir lo mismo, al plantear la
cuestión previa del materialismo histórico (sólo cuenta la economía) y definir la religión como
"opio del pueblo", y hacer de la lucha antirreligiosa una cuestión principal de su programa.
Pues bien, hoy todo se ha confundido y hay que aclararlo. Justamente porque la religión no
puede ser de pocos, ni para unos pocos momentos de la vida, tiene que recuperar su
capacidad de enfrentamiento con tos problemas generales. No se trata de formular un
repertorio de soluciones a problemas que son técnicos, económicos o políticos, sino justamente
de rescatar el principio de la visión total de lo humano, emancipándolo del materialismo y
dándole unas bases filosóficas para construir desde otro ángulo la acción enérgica por el
desarrollo económico y la justicia social.
Se echa de menos una gran revista intelectual no marxista en España. Muchos estaríamos
dispuestos a ayudarla en serio. Falta quizá el Ramiro de Maez-tu de hoy. Habría que encon-
trarlo.
En segundo lugar, es evidente que la rápida expansión del comunismo, depués de la Segunda
Guerra Mundial, ha impresionado a muchos. Europa Oriental, China, Asia del Sudeste, Cuba y
ahora varios países africanos han entrado en esa órbita. Pero no es por el éxito económico
social o cultural del marxismo. Es porque la organización política de los partidos comunistas es
más eficiente y. sobre todo, más constante que la de los Estados occidentales.
Los partidos comunistas son grupos de profesionales que {sin perjuicio de alguna "purga"
eventual) se dedican de por vida al control político de sus respectivos Estados; se mantienen
en alerta permanente, esperando la oportunidad. En Estados Unidos, cada cuatro años hay
elecciones presidenciales; cambia casi toda la Administración en Washington; y en un
momento dado, los rusos saben que pueden mandar unas tropas cubanas a Angola, sin
reacción eficaz.
No estoy proponiendo, como Platón, que Atenas copie a Esparta, para no ser derrotada por
ella; lo que digo es que hay que defenderse, y que no hay que dejarse engañar sobre lo que
hace fuerte al enemigo.
No creo que nunca haya una guerra frontal en la Europa continental; no veo a los tanques de la
O.T.A.N. enfrentándose con los del Pacto de Varsovia. Veo, en cambio, una zona con-flictiva
en el Mediterráneo; veo a Turquía y a Grecia enfrentadas por Chipre; a Albania dependiendo
de China; a Yugoslavia con una sucesión difícil; a Italia, en la situación que se sabe; a Portugal,
con serios problemas; el norte de África, con graves focos de desestabilización. El peso de la
Península Ibérica, a caballo de los estrechos, de las comunicaciones entre el Mediterráneo y el
Atlántico, y camino más corto entre Europa y África, es decisivo. Muchas cosas se van a
intentar al respecto; la mayoría por la vía bien conocida de los caballos de Troya.
Un Estado fuerte y una sociedad con ideas podrán defenderse. Un Estado débil y una sociedad
deliberadamente desorientada, no podrán. Esta es la gran opción de los próximos y decisivos
meses.
Manuel FRAGA (ABC, 27 de Febrero, 1977}