FALANGE NO ES UN PARTIDO
Cualquier anáfisis político o socilógico de falange Española exige enfrentarse con planteamientos
originales. En el momento actual su problemática sigue siendo excepcional y sin concordancia con la de
otros grupos políticos. La sintesis a que estamos obligados, aquí y ahora reduce nuestras prespectivas a un
breve comentario sobra la afirmación Falange no es un partido.
Resulta innecesario traer textos joseantonianos demostrativos de tan rotundo postulado. Es evidente que
la doctrina falangtsta supone el desprecio del partidismo, por cuanto sifnifica de esteril y artificioso Poro,
pese a la terminante claridad de, sus anunciados, actuo dentro de
de las coordenadas d* un partido, ítem más, durarita «| tfompo da Franco ** convirtió d* hacho «n un
partido único Y "° •* cuwatídn en wtv momento d» saftatar porqué.
¿Cómo debe enfocarse asta cuestión en la etapa que ahora comienza? Si el cauce para desenvolverse en el
terreno poTrtico es e! de tos partidos, resulta obvk) que óe no rer>urnáar a esa actividad se está obligado
a La adopción de formas coincidientes con las de los partidos. La diferenciación estará «n la mentalidad,
en el espíritu y hasta en la acción. 9 partidismo, es por naturaleza excluyeme. Jos que pertenecen a ios
partidos que no están en el poder, desean el fracaso de sus antagonistas gobernantes y obran con ese
animo aún cuando sus actos produzcan la ruina dci país. Y opera," ad hasta los más moderados. Hemos
visto a actinios arupos de la democracia cristiana vta>ar por Europa pidiendo que se rxw cerraran puertas
comer-cáates a sabiendas del mal que producían a sus connacionales. Y los socialistas han boicoteado el
turismo, por ser precisamente una fuente básica de la economía, con pleno ccrocirntento de que se
causaba un gravísimo daño a España y directamente a miles de espartóles modestos.
Inevhablernente el partidismo po-rttíco desemboca en posturas subjetivas y de negación. Pronto, cuando
se abran las compuertas de la verborrea electoral podremos entregarnos a un curioso ejercicio. Si juxga-
mos la pofrtica y a sus protagonistas guiandonos únicamente por lo que argumenten de ellos sus con-
trarios-, llegaríamos a la conclusión de encontramos en un auténtico manicomio, a la vez que en una po-
cilga de Intereses económicas deleznamos, en donde cualquier desatino Que pudiéramos imagir^r
resultaría pálido s la tuz de cuanto de sus contrarios dirán quienes corran anhelantes tras un acta. Por el
contrarío, si nos remrtiéfarws a lo que de si mismos digan unos y otros la íeli-cídad, el bien-estar y la
abundancia nos aguardarán a la vuefta cíe la esquina. Que los dos tratamientos conducen a conclusiones
equivocadas es incuestionable, en raz&n de tralarse de una farsa en donde fa mentira, agresiva o
encormable, sera tíuefia y señora det ambiente.
Claro está que la farsa tiene sus reglas y condicionamientos; por ejemplo, sin dinero abundante^ Sa
idea más nobíe y tos hombres mejor preparados pasarían en orden a la votación on una irxirferencia
absoluta. Nos atrevemos a decir que cualquiera quo fuera e* grupo vencedor, de no contar con apoyos
económicos relavantes, quadarta sin. opción potable al triunfo. Cárter, sin duda, seguiría entre los
senadores desconocidos de no haber contado con el respaldo de (a ingente fortuna de los Kennedy.
Si añadimos que el sistema partí-Otsta producá en los paisas ernocio-rtates fluctuaciones pendulares, ten-
dremos un signo negativo mas, ¿Puede i¿r*a nacían tener p-!anes eficaces si como ocurría en 1931 se
vuelca sobo la izquierda, en ´334 gira en redondo y vota a las derechas para en. 1X36 volver ptra vez a ia
iz-qutecda?. Con situaciones ssí resuíta imposíbla invocar la voíuntad nac?t>-nal, méxirno si todos esos
giros están «n (a mano de una masa indeterminada, sensible a la propaganda estruendosa de promesas que
jamas so cumplen.
Que la actuación da Los politices
en el poder no tenga relación con lo prometido carece de importancia. La masa no tiene memoria, ftoose-
vett hizo su campana electora) con el sJogan de mantener a (os E.E.U.U. fuera de la guerra, de&pufe su
mismo equipo propagandístico convenció a todos d« lo útil y necesario cíe que 3a gran nación americana
decidiera con *j peso la vicloria.
Si examinamos con mentalidad do partido (a situación actuat ífe los falangísxas. su aparente dispersión
habriase de tomar por calamitosa. Pero s consideramos sus ambiciosos propósitos de renovar hasta la rafc
la injusta sociedad, de alcanzar un nuevo sentido de la vida, que surge cíe la crisis de fa civilización occi-
dental que obliga a nuevos concaptas morales y espirituales, entonces podemos admitir que la imposibili-
dad >¿a reunrficarla en forma de partido es la consecuencia do su ser vital.
Queden pare otros los programas g corto plazo, las cortapisas asista-tafias, la rigida disciplina de secta.
Anta un cambio histórico como el presente, se debe partir de bases firmes pero también con libertad pata -
encararse con as incógnitas de! tiempo. Cuando Kahn y Wiener tratando de vislumbrar el futuro, exponen
en su übro "El arto 2,000" que déla doctrina joseantoniana pudiera surgir un movimiento capaz de var-
íebrai e Europa, ño pensaban en que la Falange se redujera a un partido político.
David JATO