El tema del día.
las lecciones de las últimas confrontaciones electorales en el País Vasco y Cataluña
• En Cataluña estas cifras son más pequeñas, aunque igualmente respetables
Los referéndum, ya se sabe, los suele ganar aquel que los organiza. O, dicho de otro modo, su resultado
está normalmente preestablecido. Por eso, las principales lecciones que pueden sacarse de una consulta
electoral de esta naturaleza, sea del tipo que fuere, no es el porcentaje por el que ha salido ganadora la
propuesta que se hace, sino el interés que el ciudadano al que va dirigida la consulta se toma en la misma,
que no puede averiguarse de otra manera que por el número de personas que acuden a depositar su voto
en la urna correspondiente.
Por eso, hemos querido aquí hacer una breve historia de lo que han sido los referéndum —tres en poco
más de un año— que se han celebrado últimamente. Pero parece evidente que lo más lógico sería ceñirse
a los resultados que se han dado en las dos regiones que acudieron ayer a las urnas, es decir, al País Vasco
y Cataluña.
Sin entrar para nada en las consultas de tipo general, elecciones generales y municipales, pueden sacarse,
a la luz de los resultados, algunas conclusiones interesantes, que tienen mucho que ver, más que con las
«razones de tipo técnico», que alegan los partidarios de las votaciones, con un cierto desencanto de la
población, cansada, por un lado, de tantas consultas, y hastiada de los «chanchullos», en forma de
consensos, que hacen sus teóricos representantes.
PAÍS VASCO
En esta región (ver cuadro I), sin duda conflictiva, la abstención ha ido a más desde el primer referéndum
de los convocados bajo la «era Suárez». En la primera consulta, pese a que los llamados partidos
democráticos propugnaban la abstención, lo cierto es que la cifra de los no votantes no fue muy alta en
relación con consultas posteriores.
Así, en Álava la cifra de abstención subió a 35.453, de un censo total de 149.558 personas con derecho a
voto. En la misma consulta, la cifra de abstenciones fue en Guipúzcoa de 229.089, de un montante total
de votantes potenciales de 415.539. Mientras, en Vizcaya no acudían a votar 344.234 electores de los
729.167 que podían hacerlo.
En el referéndum constitucional celebrado en 1978, con todos los grandes partidos parlamentarios a favor
del «si», excepción hecha del PNV, y con un mayor número de votantes potenciales por la concesión de
la mayoría de edad a los dieciocho años, las cifras abstencionistas subieron en relación con la anterior
consulta.
En Álava, con un censo de 173.412 personas con derecho a voto, cerca de 30.000 votantes más, se
abstuvieron en esta ocasión 70.591 personas, es decir, casi la misma cifra en que había aumentado el
número de personas con derecho a voto. En Guipúzcoa, donde el número de personas con derecho a voto
había aumentado de 415.539 a 504.369, el número de abstenciones fue de 285.260. Mientras tanto, en
Vizcaya el censo aumentaba en más de 100.000 personas, mientras que la abstención subía casi en la
misma proporción.
Para justificar estas altas cifras abstencionistas se ha dicho de todo. Desde echarle la culpa a la coacción
de los terroristas, que de eso ha habido, por desgracia, hasta decir que la gente es cómoda y que prefiere
que se lo den todo hecho. Lo cierto, innegable más bien, es que la gente, sobre todo —se dice— los
jóvenes, se desentienden
cada día más de la política. Y eso es lógico si tenemos en cuenta que luego los elegidos, una vez sentados
en sus respectivos escaños, no suelen defender esos programas grandilocuentes que defienden en sus
mítines preelectorales, plegándose a los pactos y los arreglos.
CATALUÑA
En la región catalana (ver cuadro II), las cosas son de otro modo. Hay más tranquilidad, la situación
política es distinta y, de alguna manera, la situación democrática está más asentada. Sin embargo, la
situación, en cuanto a la participación de los ciudadanos en las confrontaciones electorales, suele ser
básicamente la misma que en el País Vasco, aunque un poco más baja.
Como ejemplo de lo que ha pasado en las últimas confrontaciones electorales, habría que decir que,
concretamente en Barcelona, de un censo total de 3.371.558 votantes potenciales, en el pasado
referéndum constitucional se abstuvo el 32 por 100, mientras que en las municipales la cifra subió hasta
un 39 por 100.
En Tarragona, con un censo de 386.001, se abstuvo en el mismo referéndum constitucional la nada
despreciable cifra del 33 por 100, mientras que en las municipales la cifra subió al 36 por 100 del censo.
En Lérida, con un censo total de 267.594 votantes potenciales, no hicieron uso de su derecho el 34 por
100, mientras que en las municipales la cifra abstencionista subió hasta el 39 por 100.
Por lo que hace a Gerona, con un censo de 336.296 votantes, no ejercieron su derecho el 28 por 100, con
lo que fue esta provincia catalana la de menor índice de abstención, con un porcentaje similar en la última
consulta.
LOS REFERENDUM AUTONÓMICOS
Y puesto que hemos iniciado este comentario al hilo de las consultas autonómicas celebradas ayer, no
estaría de más un recordatorio de lo que fueron los referéndum autonómicos en estas dos mismas regiones
en el pasado (ver cuadro 111).
Los primeros que consiguieron la autonomía fueron los catalanes, que refrendaron el 2 de agosto de 1931
el estatuto que había sido elaborado en Nuria. En aquella ocasión -que es utilizada como referencia aún
hoy por los catalanes- votó más del 75 por 100 de los electores catalanes, con una proporción de sies del
99 por 100 de los votos emitidos.