UN MEDIOCRE RESULTADO
TRAS los referendos catalán y vasco se abre la más decisiva incógnita de la vida española. Hasta el
momento, todas las anteriores se han ido despejando. Nos explicamos. Las consultas populares han sido
posibles. Los resultados, decepcionantes en sus porcentajes iniciales, son ya suficientemente conocidos.
El sentir de los grupos políticos ha quedado decantado. Resta, pues, lo principal, es decir, qué sucederá a
partir del día 25.
La anunciada continuación de la lucha armada por parte de E. T. A. tropieza con graves dificultades en
Euskadi, mientras en Cataluña, donde el problema de la violencia no se plantea de modo crónico, la
batalla socio-cultural brinda las mayores sugestiones para el análisis político.
Esas dificultades de la lucha armada en el Norte tienen una explicación: y» no será posible simplificar la
violencia, entendiendo!» como una reacción de ocupado contra ocupante. Ahora, el «ocupante» es un
elemento «legitimado» por el Estatuto que la mayoría —aunque pobre— del pueblo vasco ha querido. La
lógica impone, si la lucha continúa, una ampliación del frente, un choque entre vascos y, en último
término, un litigio de comunidades.
En parecidos términos, aunque sin metralletas, se perfila la contienda Interior catalana.
La campaña del referéndum vasco se saldó con una nota sorprendente: no hubo atentados. Cabría añadir
otra: no hubo entusiasmo.
Este último déficit, predicable de Euskadi y de Cataluña, refleja la crisis de tono político general. De ahí
que terminemos el día con una preocupación justificada. Una preocupación que,, sobre la base de las
cifras, se acentúa, porque la gran ocasión histórica de las dos más importantes «nacionalidades» no ha
sido un hito de vibración, sino una desalentada rutina.
Los resultados definitivos dirán dónde se sitúa el vencedor moral, si en el bando «abertzale» o en el na-
cionalismo sensato.
Las espadas siguen sin enfundar. E.T.A. ha respondido a Garaicoechea. Frente al «lendakari» que
subordina la negociación pacificadora al cese de la lucha, los «etarras» manifiestan que la paz sólo se
basa en la aceptación de los cinco puntos de la coalición independentista K.A.S. En vísperas del
referéndum, la reiteración de estos viejos planteamientos confirmaba que nada se había renovado
rigurosamente.
Por Lorenzo CONTRERAS