EN CUANTO A LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL
Record de decepción en Cataluña
Tarradellas y su esposa, en el momento de depositar su voto
LA LLUVIA PUDO FRENAR A UN 8 POR 100 DE VOTANTES
EL VOTO OBRERO, FUNDAMENTALMENTE INMIGRANTES, HA DICHO -SI» A LA
AUTONOMÍA
BARCELONA, 26 (INFORMACIONES, por Enrique Sopena).
SOLO una lluvia insólita en Cataluña por su intensidad y duración puede servir de atenuante —de difícil
evaluación— a una participación electoral que ha batido los records de la, decepción. Contra los últimos
pronósticos, divulgados por la Generalidad mediante una encuesta de Metra/Seis, la abstención fue ayer la
nota predominante de la jornada.
En diciembre de 1978, la afluencia a las urnas del referéndum constitucional fue aquí un 67,9 por 100 y
en marzo de 1979, las elecciones generales rebajaban algo esa cifra hasta fijarla en un 67,25 por 100. En
abril de este mismo año, con motivo de las municipales, la curva había descendido hasta, un 62 por 100.
En esta ocasión apenas se ha llegado a un 60 por 100. Aunque el consejero de Gobernación, Manuel
Ortínez, señaló a media noche que uno de los datos positivos estribaba en la «ruptura de la tendencia a la
baja» —porque creía probablemente a esa hora que la abstención había sido superior en las municipales—
, lo cierto es que el balance final, todavía provisional, parece indicar un receso significativo. Sin embargo,
Barcelona ciudad ha registrado un ligero aumento, pasando del 45,9 de abstención en los comicios de
abril a sólo un 40,2 en los de ayer. Resulta impresionante, en cualquier caso, comprobar cómo el 15 de
junio de 1977 la capital de Cataluña ofreció una abstención de sólo el 24,75.
EXPLICACIONES
Las explicaciones en torno al 40 por 100 de ciudadanos censados q u e no depositaron ayer su papeleta,
según el citado Manuel Ortínez, y según la opinión de varios políticos consultados por
INFORMACIONES, son las siguientes: hasta un 8 por 100 puede atribuirse a la denominada «abstención
técnica» (errores graves en el censo, fallecimientos, cambios de domicilio, etc.). Hasta otro 8 por 100,
como máximo, y posiblemente a través de un juicio generoso, cabe achacarlo a las pésimas condiciones
atmosféricas (éstas cierta m e n t e lamentables, sin exageración alguna). Pero, de todos modos, era casi
un 25 por 100 de potenciales votantes que «pasaron» de una consulta crucial para el futuro de Cataluña. Y
es verdad que los partidos más radicales han venido aconsejando la abstención. No obstante, tal extremo
no resulta convincente. Y ello por una sencilla razón: esos partidos no han rebasado nunca porcentajes
ínfimos en las anteriores elecciones. Por tanto, sólo en la indiferencia, el desencanto, el escepticismo —o
como quiera calificarse— se puede encontrar la motivación profunda a lo sucedido ayer en Cataluña.
8 POR 100 DE «NOES»
Otros datos abonan aún más pesimismo que, al margen de las declaraciones oficiales, se detectaba anoche
entre muchos de los dirigentes políticos. Así, los votos negativos alcanzaron el 8 por 100 del cómputo
final, mientras las papeletas en blanco rozaron el 4 por 100. Aunque se trate, obviamente, de cantidades
no homogéneas, la suma de los abstencionistas, más los «no es» y los «blancos» arroja una cifra
ligeramente por encima del 50 por 100. Y, verdaderamente, el número de sufragios negativos ha
sorprendido de forma notable. El único partido que había recomendado tal posición es, como se sabe,
Fuerza Nueva. Fuerza Nueva, no obstante, tiene una mínima incidencia aquí, como se demuestra por el
hecho de que ni siquiera obtuvo un escaño el 1 de marzo. No es exagerado, en consecuencia, decir que los
«no es» pertenecen, en buena medida, a votantes no disciplinados de C oa1ición Democrática y de
U.C.D., amén de algunos núcleos de la inmigración ganados, según los indicios, por el neolerrouxismo.
¿FRACASO AUTONÓMICO?
Ahora bien, ¿puede tildarse de fracaso autonómico el veredicto de las urnas del referéndum? Quizá la
lectura, hasta el momento, de esta crónica haya podido inducir a ello. Pero se trataría de una deducción
errónea. Casi dos millones de ciudadanos dijeron «sí» al Estatuto de autonomía. O lo que es lo mismo: el
87,92 por 100 de los votantes sancionaron favorablemente el texto primitivamente elaborado en Sau. A
partir de esa realidad contestable, los mencionados dirigentes procuraban anoche, en sus opiniones,
resaltar la vertiente más reconfortante de la consulta. La mayoría activa se mostró ante las urnas
inequívocamente partidaria del proceso autonómico.
EL VOTO OBRERO
Otra dimensión de la jornada fue subrayada a este cronista por el alcalde de la ciudad, Narcís Serra: «U n
a vez más, como ya se apuntó en el referéndum constitucional, ha sido la izquierda, en general, la que ha
sacado las castañas del fuego. Y en este caso debe precisarse que la izquierda, compuesta
fundamentalmente en el voto obrero por inmigrantes, ha dicho "sí" a la autonomía catalana.»
En efecto, un somero análisis de los resultados distribuidos por distintos barrios demuestra que en las
zonas residenciales el voto negativo ha llegado hasta el 16 por 100 (por ejemplo, Pedralbes), sin bajar, en
la mejor de las circunstancias, del 12 por 100. En cambio, barrios populares, aunque con irregularidades,
han prestado soporte valioso al Estatuto. Según Joan Reventós», todo esto es coherente: «Ha sido la
izquierda la que, de verdad, ha venido luchando desde siempre por la autonomía. A la derecha, la
autonomía le da miedo, porque teme un Gobierno de izquierdas en Cataluña», matizó el líder socialista a
instancias de INFORMAC IONES.
GENERALIDAD
Mientras portavoces de D.C.D. y de Convergencia se contentaban con destacar la aprobación masiva del
Estatuto, y los comunistas acentuaban su preocupación ante 1 a tendencia abstencionista —«caldo de
cultivo para la involución», en palabras de Gregorio López Raimundo—, los socialistas exhibían una de
los escasas satisfacciones de la noche, porque, sin duda, el balance electoral cabe interpretarlo como un
primer anticipo de victoria en las próximas elecciones al Parlamento de Cataluña. Ayer, salvo graves
imprevistos, Joan Reventós dio un paso de gigante en su carrera hacia la presidencia de la Generalidad.