Se marchito la rosa
Madrid/José F. Ventura
Joaquín Leguina huyó la noche electoral y ayer compareció ante los medios de comunicación, pero con
media hora de retraso: «Yo quería que fuera algo informal saludar a los amigos, charlar y tomarnos una
copa. «No fue así. Los periodistas reunidos en la Puerta del Sol, sede de la Comunidad, te bombardearon
con numerosas preguntas, la mayoría centradas en los posibles pactos poselectoraies.
"He tenido un contacto entrañable con mi almohada hasta hace media hora», confesó cuando se le
preguntó sobre si en las últimas horas había mantenido contactos con otros partidos para garantizar la
gobernabilidad de la Comunidad Autónoma. Leguina, que apareció de su despacho acompañado del
consejero de la Gobernación y del portavoz deí Consejo de Gobierno, se mantuvo a la defensiva durante
toda la ronda informativa. Tuvo palabras para el CDS: «Ese partido sin ideología al que no sé cómo
calificar y que ahora aparece como ta gran esperanza del hombre blanco»; sobre la repercusión que estas
elecciones pueden tener en el seno de la Federación Socialista Madrileña (FSM): «El partido tendrá que
valorar los resultados», y sobre tas broncas que podrían existir con la cúpula socialista: «No he hablado
con el secretario genera/ del partido, pero habrá broncas de arriba abajo y de abajo arriba.« Quedó claro
que su partido no traicionará a la izquierda madrileña. «No traicionaré nunca a los obreros», ante lo que
un periodista le preguntó si estaba de acuerdo con las palabras de Alfonso Guerra en el sentido de que el
PSOE era el partido de los pobres. Esta fue su respuesta: «No he dicho que el PSOE sea el partido de los
pobres, sino de los obreros, que es una cosa bastante distinta.» Y también tuvo palabras para Herri
Batasuna: "A HB vota la marginalidad violenta y sus resultados en estas elecciones son despreciables
desde un punto de vista estadístico. "
Como apareció se fue. Rápido, sin tomarse la copa anunciada con los periodistas. En el estrado donde
había comparecido ante los medios de comunicación apareció al final una rosa pisoteadla y marchita.
Alguien, en un acto de solidaridad, la depositó sobre ta mesa repleta de micrófonos. Pero el presidente en
funciones no pudo apreciar este acto porque ya abría la puerta de su despacho.