El naufragio de la Democracia Cristiana
Madrid
Óscar Alzaga anunció que abandonaba el Partido Demócrata Popular (PDP), el escaño en el Congreso y
hasta su actividad política, 10 horas antes de comenzar la campaña electoral. Javier Rupérez se quedaba
sólo para la foto de un naufragio tan aparatoso como previsto: el 0,88% del voto nacional para las
elecciones europeas, el 0,80% en el conjunto de las municipales, o el 1,71% para las autonómicas de
Castilla-La Mancha, donde el propio Rupérez encabezaba la candidatura, dan la magnitud exacta del
desastre. En Castilla y León, alcanzan el 2,51% y consiguen un escaño, a través de Segóvía, donde se
sitúan con el 18,10% en un islote singular que domina Modesto Fraile. Sin dinero, acosados, según
aseguraban los dirigentes del partido, por AP y por la CEOE, a la que atribuían directamente la retirada de
Martín Villa como candidato en Castilla y León, decidieron acuñar la campaña con la etiqueta que los
homologaba en Europa: la democracia cristiana. Al conjuro de este nombre han editado carteles,
pronunciado mítines y aparecido en televisión, invocando la marca ideológica como distintivo. Los
resultados del envite no dejan demasiado margen para el optimismo en el futuro. El propio Rupérez ha
conseguido en Cuenca, para las autonómicas, 3.435 votos, frente a 53.000 del candidato socialista o
46.000 de sus ex socios de Alianza Popular, mientras que en junio de 1986 obtuvo escaño al Congreso de
los Diputados por Coalición Popular. Ayer por la tarde todo era silencio. Ni siquiera fue posible obtener
una breve nota escrita para valorar resultador Un portavoz aseguró que estaban reunidos.