MIL TRESCIENTOS LIBROS, FOLLETOS Y MANUSCRITOS DE LA GUERRA DE LA
INDEPENDENCIA
EL LUNES SE SUBASTA LA BIBLIOTECA DEL HISTORIADOR GOMEZ IMÀZ
Por Antonio ODRIOZOLA
MADRID, 14.
SI la Dirección del Patrimonio Artístico y Cultural no lo remedia, en las tardes del 16 y 17 de mayo se va
a celebrar en una sala de arte de la calle de Lagasca, una subasta de cerca de 400 lotes, de los que 150
corresponden a junturas, grabados, miniaturas, armas, monedas, medallas, uniformes y objetos de cristal o
porcelana. Los restantes 246 lotes contienen unos 1.300 libros, folletos, hojas sueltas y manuscritos, en su
mayoría editados durante Ja guerra ae la Independencia o posteriores, pero referentes a ella.
Se trata de la colección, que el distinguido historiador Manuel Gómez Imaz (1844-1922) logró reunir,
dado su interés por el tema, y que le permitió escribir numerosas obras, apreciadas por los eruditas,
destacando «Los periódicos en la guerra de la Independencia», que fue premiada en los concursos de la
Biblioteca Nacional.
Hasta aquí, nada hay de particular en la subasta. La presencia de un importante conjunto de libros, cuya
dispersión parece inevitable, es tan nueva como disparatado el procedimiento de agrupación dé los
mismos para la subasta y la falta de identificación de una gran parte.
No ha sido España tierra propicia a las subastas de libros, que aquí se han vendido tradicionalmente eh las
mismas tiendas de los libreros llamados «de ocasión» o «de viejo» y en mayor escala, medíante la
publicàcion y circulación entre los clientes de los catálogos en que se describen y se les señala un precio.
A diferencia de lo que ocurre en el extranjero, en España se ban celebrado contadísimas subastas (y nó
creo equivocarme si las concreto a tres ocasiones en los años 1913, 1931 y 1934).
PRIMERAS SUBASTAS
Las dos primeras fueren subastas de libros escogidos; y ambas relacionadas con la familia de libreros
Vindel. La de 1916 la organizó en Madrid Pedro Vindel (padre) y reunió 3.456 libros, priacipalmeate de
los siglos XV a XVII, que figuran ea el catálogo impreso, manejado hoy con interés por los bibliófilos.
Allí había incunables españoles, primeras ediciones de clásicos (Cervantes, Lope de Vega, etc); muchos
libros quedaron sin pujar, adjudicados a unos compradores convencionales (Madrid, Olmeda, Huete,
Cuenca, Priego) que no existían, y años después fueron vendiéndose poco a poco.
En Barcelona, en 1931, Francisco Vindel organizó otra subasta con los espléndidos fondos de la librería
Bábra.
En mis años de estudiante estuve presente en varias de las subastas que se celebraron en una librería de la
calle de San Bernardo, dirigidas por un experto y simpático suizo, cuyo nombre he olvidado. Nuestro
grupo de amigos tuvo ocasión, de alternar con figuras de la literatura, como don Pío Baroja p el mecenas
de la generación del 98, Rute Contreras, con su gorrito «a lo Anatole France», e incluso presenciar una
violenta disputa entre él y el autor de obras teatrales Gutiérrez Roig, sobre la devolución o no de un libro.
Los precios eran francamente bajos, y las obras no eran de alta bibliofília (generalmente del siglo XIX).
Invariablemente, cuando alguno de nuestro grupo había llegado a. su límite de puja (más o menos fas 10 o
12 pesetas que atesoraba nuestro escuálido bolsillo), venía un poderoso como don Roque Pidal, y se
llevaba la pieza, pujando hasta la cifra enorme para entonces de 40 ó 45 pesetas. Para, cada subastase
publicaron unos modestos boletines con la descripción de la obra y su precio de salida.
LOTES
Posteriormente quiza se haya vendido algún libro aislado en subastas de arte; pero seguramente esta es la
primera subasta después de la guerra en que se ofrece una respetable cantidad de impresos, hasta la cifra
de 1.300 que señala el catálogo. No concibo cómo una galería de arte que lleva como asociado el nombre
de una de las primeras firmas mundiales de las subastas, ha podido presentar los lotes de manera tan
chapucera e indeterminada. De los 246 lotes de libros, que generalmente salen al precio inicial de de
10.000 pesetas, casi la mitad se reseñan de la siguiente lacónica manera : «151-Cinco carpetas
conteniendo impresos de 1811; 113-Tres carpetas conteniendo documentos de 1808-1814; 347-Cinco
paquetes conteniendo manuscritos e impresos: 327 Periódicos de 1808-1814.»
Ya sé que se establecen unos días previos a la subasta para que los interesados puedan examinar las
piezas y Juzgar de su interés. Pero los no residentes en Madrid forzosamente ignoraremos el contenido.
Da la sensación de qjie la agrupación de lotes ha sido hecha por personas totalmente ajenas a los libros.
Qué se puede pensar de los cinco distintos lotes (308, 341, 348, 384 y 388) en que están distribuidos al
azar números de varios años de «La Gaceta de Madrid». O de los 144 y 355, el primero incluyendo an
tomo III del "Seminario (sic) de Salamanca» de 1794, y el segundo, dos tomos del mismo «Seminario» dé
1793. Lo mismo sucede con el «Diario dé las Cortes» de Cádiz o la «Gaceta de Valencia».
En ocasiones; la agrupación parece excesivamente costosa, pues dudo que nadie se desprenda de; 10:000
pesetas para el lote 150, que consiste en 36 números del diario «Arriba» de 1935 y 1936, y 36 entregas de
«Retratos de la guerra de la Independencia», editados por la Junta de Iconografía Nacional no en 1908,
como dice el catálogo, sino en 1935. Y quien adquiera el lote 83, eon 16 obras impresas, tendrá que
«cargar» sin remedio con unas Confesiones de San Agustín, que se señalan como tomo 13, pero que
seguramente es un tomo único conteniendo «Los 13 libros de las Confesiones», En el lote 139, la
«Gastronomía», de Berchaux, apostaría que no está impresa en 1890, como dice el catálogo, sino en el
año 1820.
Mas grave me parece que vaya ahora a desperdigarse todo ese material reunido pacientemente, y entre el
cual quizá haya piezas qué no existan en la Biblioteca Nacional. Yo confío en que el Patrimonio Artístico
y Cultural habrá tomado aus medidas para que esto no suceda.
14 de mayo de 1977