Federico Jiménez Losantes
La campaña del 89 ha comenzado
La campaña del 89 —porque este Gobierno no llega al 90— ha comenzado ya, y todos los pactos que se
hagan o puedan hacerse tendrán como objetivo prioritario quedar en buenas condiciones organizativas y
de imagen para encarar esa fecha crucial. Se ha demostrado que el PSOE no es imbatible y, sobre todo,
que no parece capaz de rectificar sus errores. Si para finales de año —todo lo más tarde en febrero— el
XXXI Congreso del PSOE fuera socialista de renovación y no felipista de manutención, cabría la
posibilidad de frenar esa tendencia acusadísima de pérdida de votos certificada anteanoche. Pero no es
fácil que la UGT, Izquierda Socialista y los candidatos damnificados por el voto de castigo al «partido de
los pobres» logren cortar cabezas o que el felipismo cambie de costumbres autoritarias. Más bien puede
pasar lo contrario: que los feliguerristas les achaquen, por indisciplina, la responsabilidad del castañazo,
que —debo admitir humildemente mi error— no creía yo posible, al menos de esta manera. Ahora, la
clave está en el duque. La absurda campaña de Guerra diciendo que el CDS era y es la derecha, legitima y
facilita los pactos con AP, permitiendo liberar a miles de afiliados para organizar una buena estructura
electoral en toda España. AP —en la que Mancha queda reforzadísimo, indiscutible— no tiene prisa por
pactar, ya que, si el CDS —a cambio de imagen izquierdista— permite gobernar al PSOE en precario, se
demostrará que no es un voto automáticamente alternativo y permitiría a AP seguir desgastando al poder
mientras critica a la inoperancia ducal. El panorama es apasionante: se ha producido el primer paso
democratizador desde que en España comenzó a gobernarse con acento mexicano.