SI el martes sólo Felipe González trajo su portafolios, ayer todos ¡os líderes ¡levaban bajo el brazo una
cartera, algunos abultada, con la respuestas al candidato. Gregorio Peces-Barba, muy en su papel de
presidente, aseguraba que pensaba cortar las intervenciones a las nueve en punto y seguir a rajatabla el
orden del día. Así, cada cual con sus apuntes, fueron ocupando la tribuna. Los diputados de AP se habían
reunido por la mañana para redactar el definitivo reglamento del grupo y cuentan que Manuel Fraga se ha
tomado tan en serio su papel de líder de la oposición que no admite broma o comentario de los suyos
sobre el nuevo Gobierno.
«No admito que en mi presencia...», ha tenido que repetir más de una vez a cierto díscolo parlamentario.
El presidente Felipe González llegó con el aspecto de «sosiego», que cada vez se hace más cualidad de la
persona y ante las críticas de su discurso, aseguraba: «Hay una diferencia entre hablar y leer y yo creo que
el Parlamento es una institución para parlamentar.»
No parecía Felipe González muy preocupado por la dureza del debate (sin duda se sabe mejor
improvisador que lector) y matizaba que la vehemencia de sus respuestas sólo dependía del resto de las
intervenciones. «Por mi personalidad tiendo a no ofender, pero sí sé responder.»
Alfonso Guerra entró en el Congreso pegado a los talones del presidente y fue «raptado» por el portavoz
de UCD, Landelino Lavilia, quien quería hacerle algunas preguntas sobre su propia ntervención «que va a
ser en buen tono», dijo.
Y en las tribunas de público el «stafí» del presidente ocupó ayer el balcón de la familia. Julio
Feo, jefe del gabinete presidencial, y Roberto Dorado, jefe del gabinete técnico, seguían atentamente las
palabras de Felipe González. Ambos trabajarán con él, codo a codo, en la Moncloa y Roberto Dorado
tendrá que dejar su cargo en el consejo de RTVE, «va a suponer un enorme trabajo y una gran
responsabilidad», aclaró Roberto Dorado, quien sabe mucho de esfuerzo y horas de trabajo. Hubo un
tiempo en que su familia a punto estuvo de mandarle la cama directamente a Santa Engracia, en vista de
que no le veían el pelo Mientras tanto, siguen en el aire muchos cargos intermedios; en el secreto
>Vby a responder, pero no a ofender> de las reuniones se pacta, se cede o se resiste según la oferta
recibida. Por ejemplo, Manuel Marín ha ganado su batalla personal y tras arduas negociaciones acepta la
propuesta de llevar la Secretaría para las Relaciones con las Comunidades Europeas; tras el primer
Consejo de Ministros verá su nombramiento en el «BOE». Y como polo opuesto, el secretario primero de
!a Cámara. Ciríaco de Vicente, todavía no sabe, o no le han explicado, las causas que le apartaron en el
último momento de la labor para la que se había preparado. Ayer, haciendo gala de su disciplinada
militancia, llevaba preparadas en un cuaderno todas las respuestas sobre los temas sanitarios por si se
necesitaba su colaboración en la materia poder mandar a los suyos una discreta notita escrita a mano.
Y es que dicen los técnicos del partido que su sustituto, Ernest Lluch, anda estos días «empollando» como
un loco todo lo que se refiere a temas de sanidad, ya que la cartera que le habían ofrecido previamente era
la de Transporte y Comunicaciones y ambas materias son, sobre todo, dispares.
Por lo que se refiere a Cultura, el titular Javier Solana piensa y medita sobre la formación de su equipo y
ya el diputado Miguel Ángel Martínez, el «experto» en temas de deporte, le ha dicho que no quiere dejar
su escaño. «Es un problema de interpretación —aseguraba Migue! Ángel— ya que, al parecer, e! ser
presidente de un organismo autónomo lleva consigo el dejar el acta de diputado», y claro, no quiere,
porque además conoce perfectamente la conflictividad del cargo al que sólo se puede ir «con sentido de
servicio». No obstante, aseguró que estaba dispuesto a darle al nuevo ministro veinte o veinticinco
nombres para ocupar ese cargo.