Los dineros del libro
J. Ros Hombravella
Ante la nueva edición de la Feria del labro, quizá le interese a usted, amigo lector, aproximarse a la
composición del precio al que paga el libro (precio fuerte) en el establecimiento comercial al por menor.
Dejemos de lado la posibilidad de los descuentos, el retroceso de acuerdo con las actuales orientaciones
del Gremio de Libreros y con lo que parece que es criterio de una mayor madurez comercial —siempre
que los precios de los libros no se fijen sobre base de descuentos posibles—.
Por cada cien pesetas dejadas en la librería corresponden:
— 50 a la distribución comercial, más o menos 30 a la librería y 20 al distribuidor. "Vale" tanto vender
como producir.
— Las otras 50 pesetas corresponden al precio de venta del editor. De ellas 25, aproximadamente, ya
que oscilan entre 30 y 20 con el llamado coste del libro que corresponde específicamente al coste
material—papel, impresión, encuademación y composición; en torno a cuartas partes— de cada título y a
los derechos de autor que se sitúan entre el 5 y el 10 por 100 del precio de venta al público, según los
casos.
— El 25 por 100 restante ha de cubrir los gastos generales, variable estratégica también en las editoriales
y suministrar el beneficio bruto. Es obvio que el libro con éxito habrá de cubrir los "errores editoriales";
el peso de éstos es clave.
Si esta estructura o destino de cada cien pesetas gastadas en libros está clara, cabe introducir algunas
cualificaeiones: en primer lugar, es evidente que prolongar la actividad editorial hacia la distribución
permitía absorber un 20 por 100 más del precio; lógicamente esta posibilidad sólo se abre a partir de un
volumen de ventas muy considerable, en ningún caso inferior a los 200 millones anuales, requisito que se
da en editoriales como por ejemplo, Planeta o Aguilar con su red de delegados y agentes para la venta
directa a las librerías (Joaquim Clotas).
Protagonismo del papel
En cuanto a la factura de la imprenta, que puede suponer entre un 15 y un 20 por 100 del precio final del
libro, se abre todo un margen de maniobra con descuentos que van desde un fácil 20 por 100 ¡hasta casos
del 60 por 100!, dependiendo de la coyuntura del sector y del volumen, frecuencia y solvencia de la
editorial, que incluso puede llegar a contribuir a la estabilidad en la ocupación del equipo impresor
mediante adecuaciones de su plan editorial; digamos que las editoriales novatas suelen tropezar aquí con
el obstáculo de no acceder a rebajas sustanciales.
El protagonismo del papel dentro del coste se puede situar entre un ocho y un doce por ciento del precio
de venta de editorial y, por tanto, en torno al cinco por ciento dentro del precio de venta al público. A
pesar de lo limitado de su peso específico los expertos en este negocio señalan que su incidencia es
superior a la usual en Ja industria editorial europea por el doble defecto de que otras partidas, por ejemplo
la impresión, son aquí inferiores y por la conocida situación proteccionista de esta materia prima en el
país. Además al doblar este precio en el último par de años la tendencia jes a elevarse su incidencia.
Por último hay que convenir en que esta décima parte asignada sobre el precio fuerte al autor, y que a
veces desciende hasta el 5 por 100, dista de ser un pago estricto, al menos en la opinión generalizada entre
los autores y otros conocedores de la industria que no sean aguerridos defensores de lo,s estrictos
intereses editoriales, aproximándose a un elemento económico que las empresas fijan según los resultados
globales del libro e incluso según su situación de tesorería al vencer los semestres o años que sean los
períodos base de liquidación (los anticipos sobre los derechos en la entrega del trabajo se sitúan en torno a
un 25-30 por 100, siendo prácticamente nula la función financiadora por parte de la editorial del proceso
de producción de la obra).
Descontrol de las editoriales
Como es sabido, las asociaciones de autores, en España la Sociedad General de Autores, protagonizan
una lucha reivindicativa que parte de registrar el descontrol total en el que operan las editoriales en cuanto
al tamaño efectivo de las tiradas y las ventas, cuyo encubrimiento les interesa también fiscalmente,
incluso en términos del tiraje de reediciones clandestinas que no llegan a constar nunca para el autor una
segunda edición (Ramón Garriga).
A pesar de que la incidencia del, coste de la propiedad intelectual —quizá a defender mientras no
desapareciera la institución general propietaria— es relativamente pequeña, comparable a la del papel, la
diferencia estriba en que éste ha de ser religiosamente pagado mientras que aquélla es muy vulnerable: las
soluciones contempladas van por los caminos trillados en las experiencias de control de difusión de discos
o de revistas y periódicos; sistemas de inspección centrados en la fase de producción material de estos
bienes culturales son los que pretenden asegurar la corrección en estas retribuciones al factor trabajo de
cerebro de obra" (J. Clotas).
Aun salvando el buen cumplimiento de algunas editoriales y, en general, la complejidad y dificultades del
negocio editorial, se trataría para decirlo en términos del folklore del momento, que la Feria del Libro
fuera también, más claramente, feria de los autores.