EL PAÍS, martes 28 de junio de 1977
ESPECTÁCULOS
FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE BERLIN
Estreno mundial de "Caudillo", de Martín Patino
ANGELS. HARGUINDEY ENVIADO ESPECIAL, Berlin
El pasado domingo se proyectó, con carácter de estreno mundial, la última película de Basilio Martín
Patino, Caudillo. Con ella el realizador de Canciones para después de una guerra aporta, a nuestro juicio,
un espléndido documento para la mejor comprensión de la vida de quien por más de cuarenta años
gobernó nuestro país.
El filme se desenvuelve entre dos fechas: 1926 y 1939, o, si se prefiere, entre dos momentos claves para
la historia contemporánea de España, desde la guerra de África, en la que comienza su espectacular
ascensión militar el comandante Franco, y el año en que se celebra el primer desfile de la victoria. Entre
ambas, una serie de importantes sucesos y actitudes personales que configurarían el régimen autoritario
Hablar de Caudillo presupone hablar de nuestros orígenes más inmediatos, y si el término de objetividad
no es el más correcto —en el sentido de que ïo objetivo no existe, y menos en el terreno de la creación
artística— será necesario aplicar otro concepto con evidentes connotaciones morales: Caudillo es un filme
esencialmente honesto. El realizador, como ya lo demostró en su Canciones..., consigue un material
cinematográfico de gran interés, inédito en muchas ocasiones, y lo selecciona guiado por un afán de
conocimiento de unos hechos en los que la pasión se refrena en aras de una limpieza de exposición.
No hay en toda la película el menor amago de amargura, revancha o esquematismo. Hay, y en grandes
proporciones, un gran respeto por quien en definitiva, ha sido y es el protagonista de nuestra historia, el
pueblo español. Otro problema distinto es el comprobar cómo nuestro pasado inmediato surge de una
guerra cruel e inhumana en la que el irracionalismo se convierte en dueño y señor del destino colectivo de
un país. Parafraseando a Fernández de Castro, lo que en Caudillo se muestra con honestidad es la
demagogia de los hechos, pero en ningún caso una visión histórica demagógica, algo que la filmografia
nacional de los mejores tiempos del imperio no pudo decir.
La guerra de África, el nombramiento de Franco como director de la Escuela Militar de Zaragoza, las
elecciones del 14 de abril de 1931, la revolución de Asturias y su consiguiente represión, las elecciones de
febrero del 36, la sublevación militar del 18 de Julio, el asesinato de García Lorca, el lúcido testimonio de
Unamuno en la hora de su final; la llegada de las Brigadas Internacionales, el fusilamiento de José
Antonio Primo de Rivera, la unificación de la Falange y el problema de Hedilla, el bombardeo de
Guernica, la muerte de Mola, la defensa del Alcázar, la batalla del Ebro y el final de la guerra son algunos
de los episodios de Caudillo, inmersos todos ellos, en una espléndida descripción de la vida cotidiana de
España en los años de la República y de la guerra, una cotidianeidad en la que los fusilamientos, las
alarmas nocturnas y, en definitiva, la muerte, ocupaban el lugar principal de una convivencia imposible.
El público berlinés y la crítica especializada recibieron la película con un gran interés y a ella dedicaron
una de las más largas ovaciones de cuantas se han prodigado, hasta la fecha, en este Festival, rompiendo,
una vez más, el mito de que las películas de ámbito nacional sólo se comprenden en su país de origen.
Ahora es la Administración española quien tendrá que dar muestras de su gradó de civismo, puesto que la
película se encuentra a la espera de obtener su visto bueno.