GRITOS Y SUSURROS
José Luis Gutiérrez
Militares
EL otro día, lectores, asistí a la cena de presentación del libro de Martín Prieto subdirector de «El País»,
un viejo y querido cuate que ha agrupado en un tomo sus crónicas sobre el 23-F ante una concurrencia
heterogénea y divertida, y a pesar de la gripe y mis treinta y nueve de fiebre. Jo pasamos muy bien.
Allí estaba Alfonso Guerra, con los silenciosos socialistas —qué maravilla ía disciplina del PSOE... —,
Luis Solana, Bofill y Galeote, que no abrieron la boca. Estaba Ansón, Javier Pradera —editorialista de
«El País» , el subsecretario de Defensa, Serra, Savater, Umbral, Cebrián, Pedro Jota y otros etcéteras.
Se habló de militares, antes del susto del 27 de octubre. Y se reflexionó en voz alta sobre un pacto con las
FAS que logrará integrarlas en la gran aventura constitucional en la que ahora no están, obviamente. Y
Pradera habla del ejemplo de la III República Francesa y el caso Dreyfus, y yo le digo que comparar la
Francia de la primera guerra mundial con la España del 82 y equiparar los casos de sus Ejércitos, me
parece una broma de mal gusto, un jueguito erudito, estéril e inservible. Los rumores que allí se comentan
exigen más realismo, más imaginación y más alarma. Y naturalmente no hay la menor connotación
peyorativa en mis palabras hacia el intelectual y sí, en cambio, contra los vendedores de enciclopedias. Y
como conozco hace años a ese gran tipo que es Pradera y su bien amueblada cabeza, y me precio de
contar con su amistad, de ahí mis palabras. Porque en aquel debate tras oír por boca de Ansón algunos
comentarios de lo más alarmante se decían el mismo tipo de bobadas que las que he releído este verano en
algunos artículos de «Ruedo Ibérico» o en las obras de Carrillo que hacían «análisis» de la España de
Franco y que no acertaban una. Unos días después, un par de coroneles y un teniente coronel venían a dar
la razón a mis alarmas.
V ha sido una pena que poco después Paco Umbral escribiera una de sus fotonovelas, llamándome
«retrocheli» y cambiando todo el sentido de las intervenciones, y aunque detesto marear a los lectores con
estas cosas, no hay más remedio que darle un tirón de orejas.
Mira, Paco, tú sabes que yo te aprecio, pero no seas majadero. Te estás convirtiendo en is triste y grotesca
caricatura de ti mismo. El pobre Paco, que se duerme en las cenas como un jubilado, debería dejar estos
asuntos de militares que son serios y preocupantes para la gente capaz de entenderlos. Y seguir
dedicándose a lo suyo, esto es, al magreo rijoso de adolescentes en las torvas callejas madrileñas que él
frecuenta, al mundo del neón y el pollo frito. Y no meterse en camisas de once varas. Porque, querido
Paco Umbral, te dormiste y no te enteraste de nada. Nadie habló ailí de «napoleonismo» (?), Paco, sino de
jacobinismo y bonapartismo.
Y criticar la «megalomanía» de la prensa es tener la carita muy durita, Paquito, rico. Porque ese negocio
del periodismo megalómano lo inventaste tú. No sé por quá me parece que estás necesitando unas
vacaciones, Paco.