Así fue la jornada en Barcelona
Maragall quiere ser alcalde de lodos los barceloneses
El candidato socialista desea tener al PSUC a su lado en el ayuntamiento
Maragall empezó a exponer ayer las líneas generales del futuro gobierno municipal de
Barcelona. El alcalde expresó su confianza en contar, en esta tarea, con los comunistas del
PSUC
Barcelona. - Es muy probable que Pascual Maragall no recuerde mañana con exactitud todo lo
que hizo y dijo en la madrugada del domingo al lunes. Porque es imposible que su vídeo mental
reproduzca con fidelidad tanto abrazo, tanto beso efusivo, tantos empujones y tantas palabras
pronunciadas ante micrófonos de todos los tamaños y papeles garabateados de formas tan
distintas. Lo cierto es que el nuevo alcalde de Barcelona repetía frases ya con cierto
mecanismo a partir del momento en que los datos de su partido le aseguraban la triunfal
reelección.
El abrazo de los padres
El primer abrazo que recibió Pascual Maragall al llegar al hotel Manila, a las 10 de la noche, fue
el de sus padres. No hubo palabra alguna y sí ojos vidriosos que expresaban nervios y emoción
acumulada Después llegarían las felicitaciones de la esposa y de las hijas y los abrazos, miles
de abrazos, políticos. Y después las declaraciones: «Quiero ser alcalde de todos los
barceloneses. Ha ganado el pueblo, tanto el que ha votado socialista como el que no nos ha
votado. Es el triunfo de un pueblo que quiere la paz».
Y siguieron las ruedas de´ prensa que dejaban de serlo al convertirse en un amontonamiento
de cámaras fotográficas, micrófonos y bolígranos compartiendo todos el mismo espacio. Al
final, en una sala del hotel que milagrosamente abrió sus puertas se pudo celebrar una reunión
con los periodistas más distanciada de los gritos y los aplausos de los afiliados entusiastas.
Maragall manifestó con el filtro de un cigarrillo entre los dedos que se resistía a abandonar que
los resultados de las urnas definían un cambio de la situación «que nos obligan a un cambio de
política. Me acuerdo concretamente en estos momentos de los pequeños comerciantes que
empiezan a ver en estos momentos dónde están sus intereses. Ellos también han comprendido
que les interesa el cambio».
Y la inevitable pregunta en torno a los probables pactos con el PSUC, «que espero tener a
nuestro lado tanto si hemos conseguido veintidós concejales o veintiuno». Pero Maragall
tampoco concretó gran cosa lo que significaba eso de «tener a nuestro lado», ni si se trataría
de un pacto de gobierno o un pacto de programa, «ya veremos».
Los consells de distrito
Sí habló de simplificar el gobiernp municipal reduciendo las máximas responsabilidades a
nueve o diez personas, «a la espera de que la nueva ley de Régimen Local varíe la
composición de la comisión permanente». Y también fue clarísima la referencia a potenciar
la intervención de los socialistas barceloneses en la Corporación Metropolitana y la diputación.
Y elevar la categoría de los consejos de ministros, «por lo menos un par de los distritos serán
presisidos por un diputado o por un parlamentario. Esos concejales tendrán la real categoría de
tenientes de alcalde».
Hubo también una rápida referencia a la desaparición de Esquerra Republicana del consistorio
barcelonés. «El votante
es muy coherente -dijo Maragall. Los socialistas hemos planteado una política muy semejante a
la que ER exponía en los años 30. Nuestro programa de hoy es que hubiera podido presentar
Caries Pi Sunyer. Y aquel votante de Esquerra nos ha dado su voto. Es lógico».
Y nuevos besos y nuevos abrazos se llevaron de nuevo al alcalde fuera ya del hotel Manila. A
la plaza de Catalunya. La fiesta seguía.