Buenas noticias para el PSOE
LA OPOSICIÓN Los primeros resultados de las elecciones municipales y autonómicas celebradas ayer
justifican el contento de los líderes derechistas, pero no avalan la euforia de alguno de ellos y no pueden
satisfacer plenamente las aspiraciones de la sociedad española.
Para valorar el significado de las elecciones en cuanto a la oposición hay que analizar estos tres aspectos
del problema: el crecimiento de la coalición de Manuel Fraga, el reparto de los votos centristas, las
posibilidades del bipartidismo en España.
1 Crecimiento AP
Alianza Popular ha subido dos o tres puntos (en la medianoche no se podía precisar) su cuota electora! de
las elecciones generales del 28 de octubre pasado. Para quienes temían un descenso de la coalición
aliancista, en la que participan el democristiano Oscar Alzaga y el liberal Pedro Schwartz, este aumento
tiene que significar una sorpresa.
Pero no lo es tanto si se compara la hegemonía que ha consolidado, ai mismo tiempo, el Partido Socialista
Obrero Español, que ha barrido soberanamente en gran número de municipios y ha llegado a arrasar en
núcleos fuertemente nacionalistas en los que no se le auguraba nada bueno. Es decir: el crecimiento de
AP es necesariamente relativo por cuanto debe ser considerado en comparación al partido que ostenta el
poder.
2 Votos centristas
Los partidos minoritarios de centro —el Centro Democrático y Social, de Adolfo Suárez, el Partido
Demócrata Liberal, de Antonio Garrigues— han desaparecido prácticamente del mapa de estas
elecciones. Es esta la mala noticia de la jornada. Pero sus votos no han ido a parar a la que debería ser la
coalición moderada, el área más apropiada para recoger los sufragios centristas.
Por el contrario, gran parte de los votos destinados en principio a los partidos de centro han caído del lado
del PSOE. Muchos votantes de estos partidos minoritarios que han buscado el fin de la utilidad han de-
cidido votar al PSOE, que así ha podido compensar la fuga de algunos votos de su izquierda hacia el PCE.
Pero no habrán votado al PSOE, los electores centristas, por el atractivo que la izquierda pueda tener para
ellos, sino por reacción frente a la coalición derechista y, fundamentalmente, frente a su liderazgo.
Una oposición de derecha moderada y progresista tendría que haber crecido más sólidamente con el
naufragio de las minorías centristas. Y, en este caso, no ha sido así.
3 El bipartidismo
Parece confirmarse que se consolida en España un bipartidismo imperfecto — PSOE, AP —, con una
fuerte preeminencia de la formación ganadora y gobernante, a la que muy difí-cilmente podrá hacer
sombra de momento la oposición.
Cuando los líderes de AP se felicitan por la «clarificación drástica del panorama político español» que
han supuesto estas elecciones, tal como ha manifestado Jorge Verstrynge, lo que hacen es alegrarse de
que hayan desaparecido de las fronteras de AP los partidos minoritarios.
Pero en modo alguno tenemos en España un bipartidismo provechoso. Bastará un solo dato para justificar
esta afirmación: el partido de la oposición se encuentra tan lejos del partido del poder que difícilmente
podrá no sólo sustituirle en ese poder que tan soberanamente ostenta, sino ni siquiera inquietarle con las
tácticas y los recursos de la oposición.
Esto no es un bipartidismo. Esto es el predominio de un partido frente a un partido de oposición en franca
minoría. Para que pudiéramos alegrarnos con el bipartidismo, si esa fórmula fuera para España al menos
sospecha de progreso y de estabilidad, Alianza Popular tendría que haber crecido más y, sobre todo,
Alianza Popular tendría que estar encabezada por quienes realmente pudieran ofrecer una alternativa
moderada y progresista sin disimulos.
Techo y liderazgo
Se ha dicho también, con el apresuramiento de los primeros datos, que en estas elecciones AP ha roto su
techo. Eso sería verdad, habrá que insistir, si el resultado pudiera analizarse con independencia de todo lo
demás. Alianza Popular rompería su techo de verdad si se acercara a las alturas en que ahora se halla
situado el PSOE.
Nuevamente se va a plantear ahora el problema del liderazgo de la derecha española. Los fraguistas van a
utilizar los dos o tres puntos de subida en apoyo de su líder. Pero, lógicamente, las grandes dudas van a
seguir planteadas en toda su extensión: la derecha española continúa con la asignatura pendiente de
actualizar, templar y hasta crear su liderazgo.
Para los objetivos que la coalición conservadora se trazó en estas elecciones, y con el miedo al fracaso
que le invadió en algunas fases de la campaña, puede entenderse el contento de sus dirigentes. Pero hay
quienes están tanto o más satisfechos que los aliancistas: los dirigentes socialistas, porque también en la
política local van a poder trabajar con una oposición inadecuada, floja y cómoda. Y parece que, como las
cosas sigan por ese camino, durante muchos años.