El bueno de Adolfo Suárez
Carlos Tabeada
El bueno de Suárez, vituperado a diestro y siniestro, anda de cabeza en estas horas previas al veredicto
final del próximo domingo. Y anda de cabeza porque la suya propia huele a pólvora, a decapitación
política o a naufragio electoral.
Don Adolfo Suárez, duque del mismo apellido por obra y gracia de su mandato presidencial, quiere
creerse sus propias afirmaciones, repetidas a lo ancho del país, de que su partido, el Centro Democrático y
Social, subsistirá después de los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. Todos los
vaticinios le distinguen con un exiguo porcentaje del electorado, irrelevante, sin ningún resultado que le
apuntale como dirigente de un partido importante.
Ni es sadomasoquista ni siniestro atender a la representatividad del CDS. Hoy, por ahora, Adolfo Suárez
dispone de dos diputados en el Congreso —él mismo y Rodríguez Sahagún— y nada más. Acaso,
únicamente, algunas deudas de las anteriores y presentes elecciones. Pero el duque de Suárez es un
personaje que no puede desaparecer del panorama político español. Aunque sólo fuera por su actuación
protagonista durante la transición, su personalidad, su carácter populista, el reconocimiento de su labor
prestada, Adolfo Suárez tiene que seguir presente en el acontecer político de este país.
Todavía me acuerdo de su discurso ante las Cortes franquistas sobre la transición en tiempos de Arias
Navarro, cuando el PSOE era sólo un partido legendario encabezado por un joven abogado sevillano, un
tal Felipe González. Gracias a Suárez —no sólo por él — , la transición fue posible, del régimen
franquista al reinado democrático y constitucional de Don Juan Carlos.
Porque Adolfo Suárez es un político genuina-mente español, mezcla de atrevimiento, intuición y sentido
práctico no debería sucumbir definitivamente. El reconocimiento que se le debe será la mejor garantía de
sus buenos oficios dentro de la iniciativa de reconstruir un partido centrista que evite el enfrentamiento
frontal entre Ja derecha de Fraga y la izquierda de Felipe González.