SAN SEBASTIAN XXV
Por César SANTOS FONTENLA
FALTA, en efecto, poco más de un mes —lo hará exactamente, «si la autoridad competente y el tiempo
no lo impiden», como se dice con respecto a las corridas de toros, y también habría que añadir, «si no lo
impiden los acontecimientos que puedan producirse o concernir al País Vasco de aquí a entonces»— para
que se abra el próximo Festival de San Sebastián, qué tendrá lugar —si Dios y los demás quieren del 10 al
21 del vecino septiembre que hay ,que esperar no sea negro. El que ya puede considerarse inminente
certamen celebra este año su XXV edición. Una edición que pretende, al menos sobre el papel —sobre los
papeles que puntualmente va enviando la organización del mismo—, ser a la vez «independiente» y
«autónomo». Autónomo en cuanto que estará desvinculado del Ministerio, independiente en tanto que no
estará sometido a las exigencias de las -grandes multinacionales, que hacían de: él, hasta ahora, el feudo
de sus intereses, hasta el punto de convertirlo en una especie de colección de preestrenos —salvó los que
prohibía la censura, todavía vivita y coleando, aunque se trate de sus; últimos coletazos, y los de las
películas del Esté, que no se sabe por qué, luego no las compra nadie, aunque tengan premio— que j en
definitiva, no servían sino para fomentar el «snobismo» del «ya la vi primero».
UN VOTO DE CONflANZA
Ahora bien, las cosas no són tan simples como parecen. Primero, porque la situación conflictiva del País
Vasco está lejos de haber terminado. Segundo, porque aunque el Ministerio se haya desvinculado de la
organización del certamen, desde el momento en que sigile financiándolo en parte nadie puede garantizar,
desde ya, que desde el momento en que paga no exija. Tercero, porque aunque el señor Benítez de Lugo
haya declarado —según boletín informativo del propio certamen— que «en materia del Festival, la
censura es algo superado, y espera que lo sea todavía más en el mes de septiembre», las películas que se
ven en lascarlas «comerciales» siguen teniendo cortes, y se hace difícil creer que películas como, por
ejemplo, «Corrida de amor», de Oshima, y «Saló», de Pasolini, vayan a «pasar». Cuarto, porque al
voluntaria o forzadamente inhibido Ministerio le resultará un trago duro de pasar el «laisser faire, laisser
passer» en Donosti si luego no es capaz de hacer lo mismo cuando llegue el momento dé la exhibición
digamos «normal» de las películas conflictivas. Quinto, porque de admitir tal cosa, el «autonomismo» y
el «independentismo» del certamen de Donosti podrían interpretarse como una serie de privilegios
«torgados». Y así sucesivamente... Pero, puesto que vivimos tiempos de —relativa—esperanza,
esperemos, en la doble acepción de la palabra.
NUEVOS TIEMPOS, NUEVAS ESTRUCTURAS
Los hechos son que en él nuevo comité réctor de San Sebastián figuran desde autoridades locales hasía
representantes de los cineclubs, asociaciones culturales, exhibidores y asociaciones de vecinos de la
ciudad. Que éñ el comité de selección están, además de Miguel de Echarri y Luis Gasea, dos críticos de
cine vascos. Que se ha creado un nuevo cargo, el de secretario general, que de mohiento ha recaído sobre
Gasea, hombre joven, preparado y trabajador, bien conocido por su amor al cine y a todo lo que signifique
medios de comunicación a través de 1a imagen —es, seguramente, nuestro mayor erudito en lo que se
refiere al «comic»— que, si no interpretamos mal el significado de su puesto, será, por utilizar una
convención como otra cualquiera, el Maurice Bessy de San Sebastián, mientras Echarri pasa a ser el
Fabvre-Lebret, por comparar con el Festival de Cannes, en el que, por cierto, Bessy acaba de ser
sustituido por Gilíes Jacob. Que, por fin, se va a dar primacía a las cinematografías latinoamericanas —
este año habrá un día dedicado a México, en el que en todas las secciones se proyectarán películas de
dicho país, y asimismo habrá una semimasiva representación cubana— y se va a prestar interés a cines
que hasta ahora no llegában a estos lares, como sin ir más lejos —qué ya es ir lejos— el australiano. Que
se proyectarán películas de «non fiction», término que no puede traducirse exactamente por el de
«documentales». Y así, también, sucesivamente...
LAS RETROSPECTiVAS
Las retrospectivas, por su parte, siempre han sido el «plato fuerte» de San Sebastián, aunque a veces, por
imponderables o por prisas en su organización, o por el hecho de estar últimamente dedicadas a la obra
del realizador que era él presidente del Jurado, fallaron en lo que se refiere a su puesta a punto. Como este
año la dedicada a un realizador no puede, infortunadamente, serlo al señor presidente, puesto que el
realisador en cuestión fue asesinado en la playa de Ostia hace casi dos años —estoy hablando, claro está,
de Pier Paolo Pasolini—, es de suponer que no habrá problemas de prisas, aunque uno no las tenga todas
consigo —perdón por la repetición— en cuanto a la autorización de «Saló» y hasta de algún otro título.
En cuanto a la retrospectiva «bis», dedicada al cine español de los años de la República, los problemas, si
surgen, vendrán de la dificultad de localizar las copias de films cuyas copias estaban tiradas en material
inflamable, lo que no es poco. Hay que confiar, de cualquier modo, en que teniendo Gasea la experiencia
de localizar las copias más inlocalizables, saldrá a delante en su empeño, y en que contando, como se
supone que cuenta, con el apoyo de sus conciudadanos y compatriotas, además de con el respeto de las
«altas esferas», conseguirá llevar a término sus propósitos. Sobre Pasolini editará, para el Festival, un
libro ilustrado José Luis Guarner, uno de nuestros más brillantes, «vivos» y bien informados críticos y
teóricos, y sobre el cine español de anteguerra otro Manuel Roteliar, quizá el mejor conocedor del cine de
la época en cuestión, y que desde Zaragoza lleva años naciendo una concienzuda labor de investigación
sobre la misma. Que todo sea para bien.
¿UN FESTIVAL PARA UN PUEBLO?
Como para bien hay que esperar también que sea todo lo que de nuevo y de bueno hay en la nueva
orientación del certamen, porque de ello puede depender yo diría que incluso la supervivencia de aquél.
No faltará, por supuesto, quien diga que va a haber demasiadas películas, que el Festival —como ya se
dijo de la Semana de Valladolid— va a estar demasiado politizado, que va a crear problemas la elección
del título a ver cada día a cada hora. Pero, ¿no es esto lo que ocurre en Cannes y lo que hace él certamen
de la Costa Azul, er más importante del mundo? Por otra parte, generalmente, y salvando las excepciones
de rigor —entre las que me incluyo—, quienes se quejan del exceso de títulos son los que, aunque sólo
hubiera dos, no irían más. que a uno y medio, los que ignoran las seccionés parálelas por principio o por
vagancia, porque les interesa más. que el cine la playa, la cama o el casino más cercano, que en esté
momento parece que todavía exigirá el paso de la frontera para acceder a él. Sin embargo, en San
Sebastián, y yo diría que en todas las ciudades del Estado esnañol, hay gente suficiente para llenar las
salas en todas las sesiones, a poco que se le den facilidades para ello, porque nuestra hambre de cine es
ancestral en la medida en que pueda serlo el hambre referida a algo que aún no ha cumplido los cien,
años. Y si los invitados prefieren dormir hasta las doce, hacer comilonas interminables, ir a los cocteles y
pasar a Biarritz a jugarse los cuartos es asunto suyo. En las plazas que ellos dejen libres podrán; sentarse
no sólo los donostiarras, sino quienes, privándose de sueño, vienen, por unas horas o por el fin de semana,
desde Pamplona, desde Bilbao, desde Vitoria, a ver lo que puedan.
SUERTE, Y AL TORO...
Conste que no se traía de hacer triunfalismos sobre San Sebastián en esta su primera edición después de la
instauración «oficial» de la democracia. Los temores se han expuesto al principio, y seguirán vigentes
hasta que se vea cómo van las cosas. Tampoco se trata de ningún tipo de chauvinismo, puesto que —
nadie escoge su lugar de nacimiento y pocos el de residencia— no soy vasco; Y viene esto a cuento de
que ya veremos cómo tampoco Jaita quien reproche a los organismos rectores el que dos de las películas
latinoamericanas que se presentarán estén realizadas por donostiarras, en concreto «Mina, viento de
libertad», de Antxon Eceiza, y «Adiós, Alicia», de Santiago San Miguel. Porque no es San Sebastián
quien se aprovecha de ellos, sino pellos quiénes, en tiempos más difíciles que los actuales, hubieron de
optan por diferentes razones, por el estillo transoceánico. Que todo sea para bien, en definitiva, y que lo
que ocurra en San Sebastián sirva pora que en el aún enrarecido ambiente cinematográfico del Estado
español empiecen a soplar esos «vientos de libertad» —palabras del «Che», del «Txiki», ambos
inmolados por sus ideas— que dan título al film dé Eceiza, que esperamos —todo sea dicho—; sea mejor
a los que pudo, o le dejaron, realizar aquí. Suerte y al toro, que es una´vaca. Una suerte que será fácil que
se ponga de cara, dado que, además dé lo antedicho, el Festival contará con la presencia, ya que no de
Bunuel en persona a lo mejor sí--con la de su último film «à concurso» y con un homenaje al maestro, en
el que se incluirán las llamadas «películas malditas» que, en su época de Filmófono, realizaran en los
años de la República otros directores, más o menos bajo su supervisión —aunque su cargo fuera de
«productor ejecutivo»—y de las que siempre se habla, pero sin que prácticamente nadie las haya —las
hayamos— visto.