Noche de incertidumbre
Si de algo tenemos que alegrarnos, es de que este país comienza a parecerse a.los más desarrollados. En
modos y actitudes, qué no es poco. Ayer, se cerró una jornada electoral con tan bajo nivel de incidentes
como en Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos, ponemos por caso. Está visto que, si nos dejan, los
ciudadanos de este país no 16 hacemos tan mal.
Hasta aquí, las congratulaciones. A partir de aquí, la reflexión y la crítica. La primera observación que
salta a la vista es el porcentaje de abstención: más elevado que en las anteriores elecciones generales, las
del 15-J. No vale el argumento tranquilizador de que el frío y la nieve tiehen la culpa de que muchos
ciudadanos españoles no´ hayan votado. Lo que es válido para esos 60 pueblecitos de León, prácticamente
incomunicados, no sirve para los grandes núcleos urbanos. Habrá que pensar, en cambio, en la
responsabilidad de unos partidos que no han sabido dar cabal respuesta a las necesidades de sus electores
potenciales.
Si lo primero ha sido la abstención, la segunda característica de la consulta política de ayer fue la
incertidumbre. En el escrutinio de datos sí que no somos europeos. En esto, los modos y actitudes del
Ministerio del Interior y del señor Martín Villa sí son diferentes de los de sus homólogos de otras
latitudes. En Francia —volvemos a usar el ejemplo próximo—,.,al abrirse el cómputo oficial de
resultados, comienzan a realizarse simultáneamente sondeos con los votos escrutados, cuya proyección se
aproxima a los datos que luego serán definitivos. Es decir, que el francés se acuesta sabiendo qué ha
pasado, sin perder, como aquí, las pestañas ante un televisor que acaba por escamotearte el resultado
final.
La tercera reflexión a bote pronto nos la proporcionan los votos perdidos y no por voluntad de los
electores. Nos referimos a los emigrantes, el 80 por ciento de los cuales no ha podido votar, aunque
hubiese querido. Nos referimos también a esos jóvenes que, curiosamente, tuvieron los papeles en regla
para votar en el referéndum del 6 de diciembre y se han encontrado ahora con que no eran «legales». Es
ésta una paradoja difícil de explicar, y no precisamente con argumentos de problemas de censó.
Pero las elecciones ya han acabado. Con resultados todavía indecisos, con un Gobierno aún por formar y
cuya composición todavía se nos escapa, no son pocos los problemas a abordar. Desde crear una política
exterior hasta ahora inexistente, a enderezar una economía que anda dando tumbos y¡ sobre todo, insuflar
confianza a unos ciudadanos que quieren vivir y dejar vivir. Este es el reto de un Gobierno, el que viene,
que tiene que mirar de frente a sus ciudadanos.