NUBES
CAMINO del teatro, un taxista me dice: «Este país podría ser una maravilla, pero no se
levantará ain mano dura. He estado en Suiza durante doce años. Pude traerme un Mercedes,
pero me he traído este coche para seguir traba/ando. Hoy hay en Madrid miles de personas
que pasan hambre, pero se gastan el dinero en gasolina apenas cobran su sueldo. Esto no
pasa en ninguna otra parte.»
El taxista expone unos hechos reales no inventados, como suelen hacerlo los teóricos. El
hambre, en los menos pudientes, será mayor a cuenta de la gasolina, que va a subir en un
plazo breve. Y asi nos iremos deslizando hacia una situación que en un plazo de meses, no ya
de años, como se pensaba hasta ahora, puede restablecer las condiciones psicológicas que
reinaron en España entre 1934 y 1936. Las palabras de Marcelino Camacho, amenazando ya
con lanzar a los trabajadores a la calle, es una prueba de que la tradicional insensatez de
nuestros líderes izquierdistas permanece Intacta. No han olvidado nada ni han aprendido nada.
Allá ellos. Pocas horas antes de esas amenazas el veterano historiador Sánchez Albornoz
recordaba desde las pantallas de TVE que el principal responsable de la guerra civil habla, sido
Largo Caballero, y todos sabemos que, en efecto, asi sucedió.
La democracia, tai y como la Interpretan las izquierdas españolas, tiene poco que ver con los
votos y las urnas. Esto lo sabíamos todos. Pero se habían empeñado en decirnos que ahora
todo era distinto, que se habían civilizado politicamente, y no era cosa de negarse a creerles.
Pero en este problema y los que «e avecinan Intervienen factores nada despreciabas.
Gobernar en gran parte es educar. Es manifiesto que la crisis económica puede ser
administrada en dos sentidos: intentando resolverla con medidas que ciertamente no pueden
ser populares, o intentando agravarla para provocar el renacimiento de condiciones
prerrevotocionarias. Lo que ¡as empresas pretenden de modo general es resolverla..., porque si
no se resuelve esa crisis ellas se hunden definitivamente. Que los sacrificios tengan que ser
compartidos por todo el país es principio indiscutible. Pero si se trata de ocupar ei Poder por
medio de la paralización de una sociedad que está ya medio asfixiada, entonces la huelga es el
arma indicada. El mimetismo al que tienden los dirigentes incapaces olvida a menudo que en
España estamos dando los primeros y vacilantes pasos hacia una deseada convivencia... SI
esa convivencia desaparece de la calle, mal futuro nos aguarda. Personalmente no me
sorprendería nada. El ambiente era, sin embargo, tan optimista... Ya ven ustedes qué cosas
pasan aquí, donde la mano dura tiene tantos partid arlos.—Adolfo PREGO.