UCD, ANTE UNA ENORME RESPONSABILIDAD HISTÓRICA
El. aplastante triunfo de UCD. del centro para la derecha, en las elecciones del pasado día 1 echa sobre
sus espaldas una enorme responsabilidad histórica, inmediata en sus requerimientos. Porque enorme en ru
negatividad de hechos cotidianos y de perspectivas es la situación actual de España e inmediatas las
soluciones a fondo que la misma apremiantemente reclama.
No creo Que sea necesario tratar de demostrar, porqns sigue bastando, cada día más, con la simple lectura
de te Prensa, que se hallan inminentemente amenazados los cimientos de nuestro futuro. A saber, el ser de
la propia España, como nación v como patria; el Estado, como expresión de una sociedad organizada e
integrada jurídicamente; la democracia, como sistema de libre convivencia civil, racional y rigurosamente
disciplinada, y la cultura, como modo conjunto de nrorreso histórico cualitativo, de relación humana y de
existencia social
UCD no corresponderá a la confianza «ue, en gran medida bajo los imperativos del miedo general, le ha
hecho la gran mayoría de los votantes españoles si se limita a ir tirando y a evitar, simplemente, que las
cosas vayan a peor. De ser así, por otra parte, fracasará inevitablemente porque el proceso galopante de
degradación nacional, civil, social, económica, política y cultural acabarán, a no tardar mucho —y hay
que estar ciego para no verlo venir—, haciendo saltar las débiles barreras de contención y precipitando un
desenlace aciago en todo caso y previsible en uno de sus muchos aspectos negativos: el de un
autoritarismo duramente represivo, sea de derechas, sea de izquierdas, con el que volverá a frustrarse,
lamentablemente, la ya tan malgastada y deteriorada oportunidad histórica que estamos viviendo de
definitivo intento de organización adulta y civilizada de una Ubre, pacifica y creadora vida española,
UCD dispone de poco tiempo para el fundamental quehacer previo —«síne qua non», inapelablemente—
de reconstitución rápida de la conciencia nacional y de la solidaridad patriótica española; de
reconstitución del prestigio interno y externo del Estado, de afirmación de su autoridad invulnerable y de
su condición de garante plenamente efectivo de la seguridad física y jurídica; de fijación democrática
implacable de los limites de la democracia misma en orden a su propia supervivencia; de reconducción,
en fin, de la cultura en un sentido de sólido aseguramiento de las formas v modos de relación y de
comportamiento, racionales, morales y hasta estéticos, que en España, y en todas partes, pueden
únicamente hacer avanzar cuantitativa y cualitativamente a una sociedad libre.
Todo ello exige, obviamente, creer con hondura y firmeza en España como nación y como patria; en el
Estado como sujeto activo y diligente de suprema e indiscutible autoridad legítima; en la democracia
como sistema de deberes cívicos, radical y umversalmente exigibles antes que de reivindicables derechos
propios, y, por supuesto, en la cultura como expresión de colectivas y comunes convicciones
fundamentales de orden civil y humano, que no sólo deben estar más allá de las decisiones democráticas,
sino «ue de no ser mantenidas y hechas respetar Inflexiblemente hacen inviable la libertad y, por tanto, la
democracia misma
UCD tiene, pues, que acabar por la vía rápida con el increíble cuadro social y político de discusión
suicida del ser nacional de España: con la permisividad y la pasividad interna y externa del Estado; con la
democracia como algarabía, griterío e indisciplina; con la cultura como subversión de valores humanos
fundamentales y como elevación de la porquería a la suprema categoría ética y estética. Si a ello no se
pone de Inmediato, a todo riesgo y con drástica efectividad, sus votos no serán los de un comienzo
prometedor, sino los de un final repetido, triste, desolador, luctuoso y trágico. —M. CANTARERO DEL
CASTILLO.