Ley Electoral: «Indicios inquietantes» (I)
Se anuncia la normativa electoral para los próximas días. Si esto es así y las conversaciones entre la
comisión negociadora y el presidente no fraguan antes de ello en un acuerdo, puede decirse que la nor-
mativa electoral es producto de decisión unilateral del Gobierno. Hasta ahora, por parte de éste no se ha
pasado de prestar una amable atención al meditado proyecto de la oposición y de discutir algunos puntos.
Pero nunca se ha llegado a un compromiso.
Mal puede llamarse negociación a unos contactos de esta índole, sobre todo si los comparamos con los
habidos con el sector continuista encarnado en Alianza Popular, cuyo decisorio sí en las Cortes se obtuvo
tras las concesiones perturbadoras de todos conocidas. (Lo que no obsta para que todavía el órgano de
Alianza Popular, el diario "ABC", reclame negociaciones con "La otra oposición", la continuista. ¿Más?
¿Para qué? Como no sea para que Luca de Tena pueda demostrar que de noviembre acá ha aprendido ya
Historia de España...)
Sin negociación, o al menos sin aceptación gubernamental de los criterios básicos para un sufragio
puro, comunes a toda democracia y los que la realidad estructural española impone, es muy dudoso que
las fuerzas, en su mayoría hoy partidos, democráticas, vayan a las elecciones. Desde luego que la ley
Electoral es urgente, pero el Gobierno debe saber que un paso en falso en esta materia puede ser
irreparable, y que una comparecencia electoral reducida a franquistas —Alianza Popular y otros—,
acomodaticios —ciertos sectores del Centro Democrático— y pseu-dos —Alianza Socialista—. además
de inútil para dentro y para fuera, invalidaría toda posibilidad constituyente, y con ello el único arranque
de solución a los problemas políticos del país.
Criterios básicos
Los criterios básicos, bien conocidos, los ha sintetizado José María Gil Robles y Gil-Delgado hace días:
a) Inelegibilidades; b) Proporcionalidad auténtica en el Congreso; c) Racionalización del mayoritario para
el Senado; d) Igualdad de oportunidades para todos tos partidos; e) Neutralización del Movimiento;
f) Imparcialidad garantizada por Juntas representativas de todos los sectores; h) Igualdad de acceso a
radio y televisión.
Añadiría yo el de financiación suficiente, cuya inexcusabilidad la impone tanto una paridad entre partidos
por encima de sus conexiones bancarias, como una paridad entre los partidos todos y el Gobierno, que se
gastó más de 2.000 millones de pesetas en un referéndum, a mi modo de ver y con perdón, ocioso y
confusionario. El verdadero referéndum será el de junio.
De entre esos criterios básicos quisiera abordar ahora el primero, dejando para un artículo posterior el
análisis de otras ios temas que exigen una urgente solución.
Inelegibilidades
,No caben concesiones en este punto. Eso de que «ean elegibles las personas que ostentan cargos públicos
o dirigen empresas paraestatales y, una vez obtengan sus escaños, puedan optar entre éstos y aquéllos,
parece burla. Décadas de lucha por la democracia —cuya primera exigencia radica en la pureza del
sufragio— no van a llevar ahora a la oposición a convertirse en comparsa complaciente de la
transformación milagrosa, como si de agua de Lourdes «e traíase, de los digitados por el jefe en elegidos
por el pueblo: a la marcha triunfal de un ejército de máquinas cosechadoras de votos venidos de la im-
posición, de la dádiva o promesa o dé la simple fascinación que produce el Poder...
Y no ya porque esa oposición se quedase "out", sino porque la clase política del Régimen se iba a Quedar
"in", con e] consiguiente perjuicio para el pueblo español: o esa clase está constituida por una burocracia
anterior a Suarez e impermeable a su politica, o por una burocracia traída por el mismo Suárez, o sea, por
un Gobierno autodenominado de gestión: y el incumplimiento del compromiso con el país que tal
titulación -supone podría acarrear a quien en ello incurriese tanta gratificación a la corta como
descalificación a la larga.
A quienes estén tentados de un trasplante del PRI d nuestro país conviene recordarles que el Partido
Institucional mejicano vive de las rentas de una Revolución; la versión española, iras, cuarenta años de
dictadura y como continuación de esa ficticia superación de todas ías diferencias ideológicas, puede
constituirse en el caldo de cultivo de una Revolución.
Carlos M. Bru Purón
(Izquierda Democrática)