Los agricultores riojanos se niegan a efectuar entregas de trigo
EL CONFLICTO PODRÍA EXTENDERSE A REGIONES LIMÍTROFES
LOGROÑO, 27 (INFORMACIONES, por Arturo Cenzano).
LA tensa situación ocasionada por la comercialización del cereal (ver INFORMACIONES del pasado día
25) ha estallado con toda su fuerza en Alfaro, uno de los puntos más estratégicos de La Ribera compartida
por las provincias de Navarra y Zaragoza. Los campesinos, siguiendo las consignas de la Unión de
Agricultores, se niegan a efectuar las entregas de trigo previstas. Ayer, el contingente en poder de los
agricultores se estimaba en más de tres millones de kilos, de los que unos dos millones y medio
corresponden a la localidad riojana. Se entra así en un nuevo enfrentamiento de imprevisibles
consecuencias.
El conflicto se ha venido gestando de modo lento y progresivo. Cuando el entonces ministro de
Agricultura, señor Abril Martorell, visitó esta provincia, la Unión de Agricultores le hizo entrega de una
serie de reivindicaciones en las que se recogía la petición de precios mínimos entre ellos e1 del trigo. El
tiempo ha pasado y no se han aportado soluciones concretas Tan sólo, según dicen los agricultores, un
rosario de buenas palabras.
El señor Abril no es ya ministro de Agricultura y los frutos de aquella entrevista son más que dudosos.
SE TEME LA EXTENSIÓN DEL CONFLICTO
La tensión es visible en el campo riojano. Nuevamente la Unión de Agricultores ha cogido las riendas del
conflicto, y el recuerdo de una nueva modalidad de la famosa «guerra de los tractores» empieza a estar en
el pensamiento de muchos. Como en el caso del espárrago, el foco inicial del conflicto se centra en la
Rioja Baja, en puntos estratégicos desde donde pudiera propagarse en cualquier momento a las tierras
limítrofes de Zaragoza y Navarra.
En Alfaro, la producción de trigo de la variedad «etoile» asciende a unos 250 vagones, alrededor de dos
millones y medio de kilos. La cifra es importante, pero lo es mucho más ante el temor de la propagación.
Una propagación que podría ocasionar serios problemas en el suministro de harina y, consecuentemente,
de pan.
DIFÍCIL SOLUCION
La postura de fuerza adoptada por los agricultores —y que está ya prácticamente extendida al cultivo de
la cebada— conduce aparentemente a un callejón sin salida. Es evidente que los agricultores cuentan con
razones suficientes para respaldar su plataforma reivindicativa y más en concreto la subida en el
precio del trigo desde las 11,40 pesetas fijadas por el Servicio Nacional de Productos Agrarios hasta las
14,50 que ahora se solicitan. Pero no lo es menos que la Administración no puede ir cediendo
sucesivamente ante las presiones que van surgiendo.
Los agricultores argumentan que tienen malos recuerdos de la negociación.
Según ellos, nadie les escucha cuando plantean «por las buenas» sus problemas. La Unión de
Agricultores, en sus octavillas profusamente repartidas, afirma que únicamente por el camino de la unidad
—que indirectamente viene a ser el camino de la fuerza— pueden conseguirse las reivindicaciones. De
momento no hay reacciones oficiales ante la negativa de los productores a vender su grano. Pero es
evidente que la situación no podrá continuar por mucho tiempo.