cultura
LA RECUPERACIÓN DE LOS BIENES NACIONALES
ESTE país, y en esta hora, se ha propuesto, entre otras metas, la de conseguirse por completo; la de
conquistas su propia integridad. De momento, apenas hay algunos datos, y algún síntoma de que esto
vaya a lograrse a corto plazo, ni siquiera a medio. Tenemos los datos de varios centenares de emigrantes
vueltos, de varias decenas de exiliados que han retornado. En cuanto a síntomas, o a premoniciones y
deseos, seguramente estamos mejor surtidos. Son más abundantes: la recuperación de Gibraltar,
reactivada y rediviva; la recuperación de los restos mortales de los últimos Jefes de Estado que
permanecen fuera de nuestras fronteras —Alfonso XIII, Azaña—. Fue Justino de Azcárate, un senador
republicano-real (esto es, caracterizado e identificado, biográficamente, con la República, y, sin embargo,
designado senador por la Corona), quien solicitaba hace días, ante el Pleno del Senado, la vuelta de esos
símbolos nacionales, junto con otro no menos característico: el «Guernica».
Mucho me temo que habrá quien se rasgue las vestiduras al poner en igualdad de exigencias la
recuperación de Gibraltar y la del «Guernica» picassiano; la de Azaña y la del Rey; la de los exiliados y la
de los trabajadores en la emigración. Y aún nos queda otro capítulo que añadir a esta relación de bienes,
posesiones o tesoros «alienados»: las cuentas bancarias de los evasores de capital. Y mucho me temo que
mencionar «el oro de Moscú» en esta lista apenas serviría para arrancar una sonrisa. Apenas.
La cierto es que sólo quería referirme a uno de esos copítulos citados, el «Guernica». Porque acabo de
leer que Rafael Alberti no ve que haya llegado aún el momento para que la vuelta del cuadro se deba
producir. Razona Alberti que una zona del país sigue dando muestras de «unas fijaciones destructivas
altamente patológicas» que hacen temer por la integridad de la obra pictórica. Y se remite a los atentados
contra librerías, ciertamente decrecientes en número, pero aún existentes con cierta penosa frecuencia.
El peligro es, efectivamente, real. Hay que poner de relieve, bien es cierto, que en apenas un par de años
esa zona del país «con fijaciones patológicas destructivas» parece haberse reducido en fuerza y en
efectivos. Pero una cierta peligrosidad sigue latente.
Un reciente director general de Cultura, hoy senador, reavivó la cita aquella de que «el extremismo se
quita leyendo», o algo parecido. Que hayamos estrenado, hace pocas semanas, un Ministerio para la
Cultura es un síntoma, una voluntad, un propósito, de seguir eliminando extremismos. Apenas será
preciso recordar que tan siquiera la mención del «Guernica» y de su autor hace un par de años en las
Cortes «no podía haber sido para bien...» Que una voz se alce hoy en la Cámara de las representaciones
territoriales para pedir que se gestione de inmediato, y por vía diplomática, la vuelta de un cuadro que es
mucho más que una pintura, tiene mucho de voluntad de reconciliación o reconstrucción nacional.
Posiblemente se tarde aún algún tiempo en recuperar Gibraltar, el «Guernica», a todos los españoles que
fueron obligados, por unas u otras razones, a emigrar, e incluso en que vuelvan esos dineros con alas
refugiados en climas más benignos. Pero empieza a haber un clima cierto, favorable, una voluntad
decidida a hacerse extensiva y más amplia. Un primer paso está dado...
José CAVERO