José María Ruiz Mateos espera el día en que pueda sentarse, por su propio poder, a la mesa con los siete
grandes de la Banca. De momento cuenta con 18 entidades —casi todas pequeñas—, que en conjunto
forman el octavo grupo bancario del país. Sin embargo, su política financiera no gusta nada ni al Banco
de España ni a los ortodoxos del sector. Ha crecido muy rápido y la Banca, ya se sabe, es un sector que
siente vértigo con la velocidad.
EL SUEÑO DE LOS OCHO GRANDES
Dieciocho bancos al servicio de Rumasa
Alberto ANAUT
Madrid — Dicen sus hombres, los de confianza, que José María Ruiz Mateos, por encima de todo, tiene
alma de banquero. Puede ser. Y tiene gracia cuando se relata que hace cuarenta años, en lugar de jugar a
las canicas como los chavales de su edad, cogió su caja de cartón y fundó JO-MA-RU-MA (jugando con
las primeras sílabas de su nombre completo) para conceder préstamos a sus amigos.
Y en el sector bancario nadie duda que, efectivamente, José María Ruiz Mateos tenga alma de banquero.
Pero, según se dice, tal vez se trate de un alma endemoniada. Porque si hay un nombre que haga tocar
madera madera en el mundo financiero es, sin duda, el de Rumasa. Nadie las tiene todas consigo y la
desconfianza es tan patente que no puede tratarse solamente de celos mal disimulados.
José María Ruiz Mateos ha roto, desde luego, los moldes. Se dice que aspira a sentarse pronto con los
siete grandes, y en su grupo se habla con estusiasmo de unos depósitos que en 1981 han rozado ya los
500.000 millones de pesetas. Pero la verdad es que le va a ser difícil cumplir su sueño, porque los siete
grandes —además de bastante clasistas y poco proclives a ampliar el número de sillones a un banquero
que, aparte de lo de Jomaruma, no tiene historia ni «caché» financiero— están totalmente en desacuerdo
con la forma de hacer negocio de Rumasa. Una forma a los que los más suaves califican como
heterodoxa.
Pelargón
Todo empezó cuando en 1962 este andaluz, que acababa de conseguir su contrato millonario para
exportar jerez a Inglaterra, se hizo con la Banca de Fernán Núñez, sacándola de aquella panadería
cordobesa donde tenía sus oficinas para convertirla en el Banco de Jerez, que hoy tiene hasta una sucursal
en Amsterdam y un banco filial en Frankfurt. Desde entonces hasta hoy otros 17 bancos se han
incorporado al grupo, que ocupa el octavo lugar entre los grandes. Comprando caro, pero con la Bolsa a
favor, Ruiz Mateos ha ido creando su imperio financiero. Sin pagar al contado y con las cotizaciones
lanzadas —eran otros tiempos— el negocio era redondo, porque con la gerencia en sus manos la salida
del banco estaba clara.
Sin embargo, este hombre que lo prevé todo, cuando se ha metido en Banca ha tenido dos fallos
importantes. No contaba con la crisis, que ha hecho mella en muchas entidades y ha llegado a tocar hasta
los cimientos de los más grandes y pensaba que, cuando llegara la Banca extranjera a nuestro país, podría
colocar parte de sus banquitos con buenos beneficios. Dos ´datos fundamentales.
Los bancos que tienen más fama de serios están preocupados con estas cosas. No hay datos y lo cierto es
que las 18 entidades de Rumasa están ahí, amparadas por el paraguas común del «holding», pero la
situación tiene que aclararse. El Banco de España ha pedido reiteradamente la realización de una auditoría
de todos los bancos de Rumasa —y de otros grandes— y parece que al fin lo ha conseguido. «Eso
aclarará cualquier rumor infundado», afirman en el «holding». «No tenemos nada que ocultar.»
Puede que sea cierto, pero también lo es que desde hace tiempo el Banco de España ha decidido controlar
de cerca los movimientos de la Banca para evitarse sorpresas. Y sobre el grupo de la abeja tiene cuatro
ojos puestos; eso sí, con toda cautela, porque el negocio bancario es muy sensible a los cambios de humor
y, por encima de todo, hay que mantener la imagen de fortaleza.
En esta batalla por la clarificación, el Banco de España ha dejado caer alguna sanción a entidades del
grupo —como Bankisur o el Peninsular—, pero desde Rumasa se quita importancia y se da naturalidad a
lo que en otros papeles se considera como muy grave. Algo que, con independencia del calificativo, tiene
congelada la apertura de oficinas para las entidades citadas y ha puesto en entredicho la pretendida
compra de Fidecaya. Una compra que ha sido calificada, por alguno de los grandes, como «provocadora».
Empresas
«Todos los recelos tienen una explicación. La Banca —comenta uno de los hombres del grupo de la
abeja— no entiende que un grupo empresarial sea dueño de bancos, porque están acostumbrados justo a
lo contrario. Si fuera el Atlántico el dueño de nuestras cuatrocientas empresas, nadie diría nada.»
Puede que sea asi. Pero los recelos tienen también más razones y se centran en la financiación de las
empresas del grupo. La clave está en saber si los bancos de Rumasa financian en la medida exacta a sus
empresas participadas.
Joaquín López Ayuso —el hombre que lleva codo a codo el tema con Ruiz Mateos— pone la mano en el
fuego. «Nuestras empresas no tienen ningún privilegio en nuestros bancos. Todo lo contrario: pagan más
interés.» Sonríe ante la pregunta intencionada de si será para cubrirse de un mayor riesgo, y niega con la
cabeza: «No. Es para estimular que se financien en otros bancos.» Solamente tienen una ventaja: en caso
de apuro saben que detrás tienen 18 entidades amigas que les pueden echar una mano.
Autonomías
No hay nada como adaptarse a los tiempos. Y, en los que corren, el grupo bancario de Rumasa ha optado
decididamente por las autonomías. Salvo en dos casos de bancos con carácter nacional (Atlántico, con
180 oficinas, y Bankisur, con más de 110), todos los demás del grupo son relativamente pequeños. «De
modo que hemos decidido —señala un ejecutivo de la casa— que sean cada uno de ellos los más grandes
de su región. Solamente está permitida una marca en ciudades de menos de cincuenta mil habitantes. La
abeja trata de tejer cuidadosamente su malla, como si de una araña se tratara, región por región. Y ahí
están el Extremadura, el Alicantino, el de Murcia o el de Toledo, cada uno a lo suyo. Al fin y al cabo,
luego van a operar coordinados.»
Han tenido en 1981 un crecimiento de sus depósitos tres puntos por encima de los grandes del sector. Han
mantenido atada su plantilla. Pese a todo, la productividad por empleado —que está en 46 millones de
pesetas- todavía está bastante por debajo de los grandes. «Estamos mejorando.» No se sabe si el que guiña
un ojo es Escámez o Sánchez Asiain.
La auditoría de la discordia
El Banco de España ha librado una dura batalla, pero, al final, Rumasa ha aceptado —«voluntariamente»,
según la versión de uno de sus ejecutivos— realizar la auditoría de sus bancos. De esta forma se podrán
desvelar la las sombras que, desde determinados sectores financieros, se acusan en el grupo bancario de la
abeja.
Arthur Andersen —empresa líder entre las dedica das a auditar— ha hecho una preauditoría para tan-
tear el terreno y ha dichu que, si se le suministran los datos necesarios de las empresas participadas, se
lanza al ruedo.
«Estamos ya con ello —han comentado en Rumasa— y este mismo año tendremos las cuentas audíta-das
do la mayor parte de nuestro grupo bancario. Los bancos que sea aconsejable retrasarla, tendrán su propia
auditoría a lo largo de 1983.»
En el sector se esperan los resultados con ansiedad.