Felipe González logra reunir cerca de cuatrocientas mil persono
«CONTRA EL MIEDO FUE AYER EL 6R
Felipe González defendió ayer la necesidad de un Gobierno capaz de hacer respetar la Constitución,
incluso a quienes quieren violentarla, durante el mitin-fiesta que cerró la campaña socialista en Madrid.
Tras unas breves intervenciones de Tierno Galván y Joaquín Leguina, el líder socialista hizo un
llamamiento a la mayoría del pueblo español para trabajar, de forma ilusionada y esforzada, por un
cambio de la sociedad, impulsado desde la ética.
Texto: Juan G. IBAñEZ Fotos: Gustavo CATALÁN
Madrid — Felipe González invocó la propiedad colectiva de la bandera española. De los valores
españoles capitalizados, a la vez que traicionados, por la derecha. Reivindicó la ilusión , la fuerza de la
ética para un futuro hecho entre todos. Y las casi cuatrocientas mil personas que le escuchaban, allá abajo,
allá lejos, atrofiaron el cielo de la Complutense.
«Contra el miedo, la esperanza.» El líder socialista clama con gesto adusto: «El pasado fue de ellos. El
futuro es nuestro, de nuestra voluntad libre y consciente. El futuro es de la mayoría que quiere el cambio.
¡Adelante, a ganar! ¡España y el futuro es nuestro´ ¡Adelante, adelante!.»
Felipe González, se presenta como líder en el esfuerzo, como «el primero» y a la vez «el que está con
t&dos».
Porque desde allá arriba, con la solemnidad de un silencio atravesado por sesenta mil vatios, reconoce ya:
«Veo llegar el cambio como una oleada, en paz y en libertad...»
Una paz y una libertad, insiste, que unen al noventa por ciento de los españoles. Como separan y
distinguen a los partidos, dice, los intentos intoxicadores —«incluso con los niños y con los ancianos»—
del compromiso de decir, a toda costa, la verdad.
«Yo voy a decir siempre la verdad —exclama, mientras mueve, sus manos para imprimir más veracidad
—. Hay empresas y bancos que se hunden. Y tenemos que hacer entre todos un sacrificio para levantarlas
empresas en crisis. Pero los corruptos, los que por su mala gestión han provocado el hundimiento tendrán
que responder ante la justicia.»
Delito económico
El secretario general del PSOE —que periódicamente trata de moderar su enardecimiento— afirma que se
impone la prescripción del «delito económico», que ceje la impunidad de quienes roban por valor de
veinte mil millones de pesetas y se pueden comprar una finca en Miami. Y que impida que los envene-
nadores del aceite de colza pululen en libertad condicional.
Indignado, fustigador de la derecha «u/tramontana» y «amenazante», denuncia el fariseísmo de los que,
con golpes de pecho, dicen «Patria, Patria», mientras evaden dinero a Suiza, «porque tienen miedo a
quedarse en un pueblo libre».
Y les reprocha que se apropien simbólicamente de «El Quijote», de las catedrales, de los monumentos.
«Ellos, que han dejado que se lleven.
piedra a piedra, iglesias románicas a Estados Unidos. Ellos, que han sido los que han destrozado nuestras
costas, los que han destrozado la belleza, la calidad de vida...» Después desgrana un rosario de cifras
preocupantes, h¡-potecadoras: 30.000 millones de dólares a devolver...
«Veo llegar el cambio como una oleada...»
«Hay que recuperar el gusto por el trabajo bien hecho. La moral del trabajo. Hombro con hombro y
solidariamente para sacar adelante a España. La España de los treinta y ocho millones de españoles y no
de un puñado de insolidarios.» Con esta filosofía, ante cientos de fotógrafos y periodistas, Felipe
González —en el mayor de los mítines celebrado en la España de la democracia— cerró ayer su campaña
electoral, antes del fin de fiesta de Sevilla.
En un discurso frío, de presidente del Gobierno, probablemente más para ser leído y quedar en los libros
que para enardecer a los cientos de miles de personas que ayer se congregaron en el mitin de Madrid,
Felipe González fue desgranando los puntos principales de un mensaje que ha repetido en el último mes
en prácticamente todas las provincias españolas.
mas en una explanada de la Ciudad Universitaria de Madrid
>, LA ESPERANZA» RITO SOCIALISTA
Cuando al principio del acto toma la palabra, Felipe González recuerda que salió de Madrid hace
veinticinco días y explica que, ahora, después de recorrer 25.000 kilómetros, tiene en la retina las
principales necesidades de los españoles: «Un Gobierno capaz de gobernar miran-
do a su pueblo, sin estar hipotecado por intereses de grupo minoritarios e insolidarios y capaz de respetar
y hacer respetar la Constitución.» Y convoca a la mayoría de los españoles para hacerlo posible. Para que
asuman ellos el protagonismo del «proyecto histórico». Porque
los socialistas, afirma, «somos los servidores de ese cambio».
Felipe González reconoce que la libertad en España es frágil y se encuentra amenazada. Denuncia que
haya 150.000 jóvenes entre los catorce y dieciséis años que
trabajen. Y señala como «especialmente dolorosa» la manipulación de la libertad de enseñanza. Porque
algunos de los que tanto la defienden no pretenden sino perpetuar el clasismo. «No miden la inteligencia
de los niños, sino la cartera de sus padres.» El líder socialista pide ilu-
sión, «pero no de un día, sino. de muchos años de esfuerzo». Invoca la fuerza ética del pueblo español y
advierte que quienes mañana por la noche ondeen otra bandera que la española —que flameaba a su
vista— no serán socialistas, sino enemigos de la libertad.