EDITORIAL
Díarío 16, por la estabilidad y por el cambio
(Nuestra posición electoral)
Un periódico no es una fría empresa comercial, ni tampoco un instrumento de dirección ideológica,
política o religiosa. Pero cuando un conjunto de personas con determinadas inquietudes forman una
empresa para dar información y opinión de manera plural y abierta a la sociedad de la que son parte, es
obvio que pretenden contribuir de una forma concreta a su mejora y renovación.
Y si estos ciudadanos son demócratas, es natural que, en vísperas de un día democráticamente sagrado
como es el de las elecciones, intenten comunicar a sus lectores el entusiasmo que todo español debe sentir
ante la posibilidad, tantas veces negada en nuestra Patria, de escoger libremente a quienes nos han de
gobernar.
Conste, pues, en primer lugar, nuestra más ferviente invocación a la participación electoral, como
exponente supremo de la movilización de nuestro pueblo en defensa de un sistema racional, respetuoso y
tolerante de resolver los complejos conflictos propios de toda sociedad moderna. No cabe mayor
testimonio contra la grosera agresividad del terrorismo, contra la agresiva grosería del golpismo, que esas
largas colas solidarias de cuidadanos con muy distinta intención de voto, pero una misma idea global de
España como Monarquía constitucional y parlamentaria
En el trascendental momento de ejercer el derecho al voto, desearíamos que nuestros lectores se sintieran
motivados por dos ideas que, si en apariencia pueden resultar contradictorias, en la práctica es im-
prescindible que sean complementarias. ¿Cómo conseguir, por un lado, estabilizar la democracia espa-
ñola, después de este triste último bienio, en el que na terminado por enraizar el miedo, y cómo conseguir,
a! mismo tiempo, avanzar por los anhelados caninos del cambio hacia una sociedad más abierta en a
libertad y la justicia? Lo primero, requiere grandes dosis de serenidad; lo segundo, un cierto sentido del
riesgo.
Aunque ninguna de las opciones políticas en liza combina uno y otro ingrediente, en la proporción íxacta
que desear/amos, sí que podemos percibir la presencia de ambos en tres ofertas, que pasamos a describir.
El primer lugar lo ocupa, obviamente, ese Partido socialista que Felipe González y sus colaboradores lan
tenido la habilidad de convertir en gran cataliza-tor de tantas aspiraciones colectivas. A pesar del
dogmatismo residual de parte de su programa, a pesar de la miopía de algunos sectores de sus bases, 3
pesar de la irregular preparación de sus cuadros, 3! PSOE encarna hoy las más sólidas esperanzas de lacer
de España una Patria civilizada y humana, en a que la mejora de la calidad de vida sea el norte primordial
de quien gobierne.
Por tanto, pensamos que cualquier pfersona con mentalidad progresista —aunque no sea ni socialista, ni
de izquierdas— puede entregar su voto al 3SOE, en la confianza de que González sabrá honrar ;u tantas
veces reiterado compromiso de no hacer Jel cambio patrimonio exclusivo de sus huestes.
Si la decisión de votar al PSOE puede brotar espontáneamente de la ilusión de apoyar una oferta resca,
renovadora y nueva, la decisión de inclinarse aor cualquiera de las dos alternativas centristas tiene que
ser, necesariamente, fruto de una fría reflexión y un claro sentido utilitario: del propio sufragio.
Tanto la UCD como e! CDS aportan en una lectura superficial, casi tantos elementos de rechazo que
factores de adhesión. La forma en que quedaron elabo-radas las listas que encabeza Lavilla, tras la ruptura
;on los liberales, no fue sino la culminación de una je las más tristes peripecias protagonizadas por un
Dartido en el poder. Y el CDS no ha surgido como consecuencia de una necesidad ideológica, sino por a
decisión particular de un líder.
Todo indica que los pecados de ambos bandos —y 3! más garrafal de ellos es presentarse separados—
\/an a tener su merecida penitencia en unos limitados resultados electorales. De lo que se trata es de evitar
que su justo castigo revierta contra toda la sociedad, produciendo una legislatura en la que ni siquiera
haya grupo parlamentario centrista. Y como a rotunda bipolarización de la Cámara nos parece —sobre
todo con Fraga enfrente— el augurio de todo :¡po de desastres, por eso recomendamos también el /oto a
UCD y CDS, aunque para ello sea preciso fingir la pérdida temporal de la memoria.