Diario 16/25-octubre-82
NACIONAL
Mañana, Felipe González quiere llenar en Madrid. Anteayer ya lo hizo en Barcelona, que fue el ensayo de
lo que podrá ser en Madrid un mitin del Partido Socialista Obrero Español en el cierre de campaña. En
Barcelona, Felipe no ha buscado demasiados aplausos, pero salió rodeado de una nube que le envolvia, en
la que los fotógrafos, con los hombres de seguridad y los amigos, formaban un todo que le rodeó. Es la
apoteosis de Felipe.
Mañana, en Madrid, el mayor mitin de la campaña socialista
La apoteosis de Felipe
Barcelona: Alberto ANAUT, enviado especial
Mañana, en Madrid. El PSOE quiere poner el cartel de «no hay billetes». Ayer, en Barcelona. Fue el
entrenamiento. Con todos los decorados. Felipe, con Serrat de telonero musi:-cal, reunió a 45.000,
60.000, casi cien mil personas... según las crónicas. Da igual la cifra, aunque para no mentir hay que
apuntarse a la primera, «Yo quería que hubiera sido en Montjuich», comenta Felipe.
Pero no fue. La Monumental estaba a rebosar. Obiols, el candidato local, se ha hecho unas fotos a lo
Felipe. Sólo cambia la cara. La gente ha pedido a voces que cambien los carteles. Menos Obiols y más
líder. La plaza está a rebosar. Dentro y fuera. EL entrenamiento va en serio Es el mayor mitin de la
campaña... hasta Madrid.
I love...
Carmen Romero, la mujer de «el candidato», reaparece. «I /ove, Felipe». Lleva /a pegatína sobre la blusa
Sonríe, está guapa. Ya no parpadea cuando se acerca un fotógrafo. Serrat la tiene encandilada. El público
quiere guerra. Joan Manuel cania a gusto. Y gusta. «Hoy puede ser un gran día.»
Felipe, sorprendentemente, na logrado entrar en la plaza. Fuera, varios miles de personas han golpeado
con furia de fans» el autobús electoral. La fuerza pública se ha empleado a fondo y más de un periodista
ha estado a punto de pagar su osadía: seguir al líder.
«En dos minutos, el acto político.» Serrat ha desaparecido con (a V entre las manos, y el responsable de
organización ha dado la señal: todo funciona con puntualidad milimétrica. Suena «El Segadors». El
delirio. El candidato aparece entre banderas. Las cuatro barras y la andaluza, la extremeña... esto está
lleno de charnegos. Una niña le da un ramo con la bandera autonómica. Besos de presidente. Un crío está
llorando en el escenario. Por fin le hacen caso: Felipe recoge el ramo con la bandera andaluza y se lleva al
crío, que no ´para de berrar, a tos brazos.
Mónica Randall está muy en su papel. Entre intervención e intervención machaca al auditorio con la
doctrina oficial. Viene de rojo subido, y cuando desaparece se pone un abrigo. Arriba, más de un
candidato echa de menos un brasero. Mónica actúa de editorialista. Lee la pápela y la gente, tan contenta.
Los del partido le han dicho que diga que ellos tuvieron mucho que ver con la vuelta de la democracia,
´Tarradellas, la Constitución y la autonomía. Es la excusa oficial al «lunar» de la LOAPA. Es la respuesta
tajante a la arrogancia de Convergencia. «Algunos de ios que ahora se llenan la boca con ¡a palabra
Cata/uña no les recordamos en las horas difíciles.». Lo ha dicho, loha dicho. Mónica se retira.
Imagen perfecta
Pasan los oradores. Re-ventós, Joan Valentín, Antón Obiols Unos enérgicos, otros cómicos y chistosos.
Obiols dice que «el señor Pujol es como ¡a pantera rosa; cosa que toca, cosa que rompe ». La gente se ríe
a rabiar. Aplausos. Un periodista catalán dice que él ya se Jo sabe; le sigue en todos los mítines.
Narcis Serra es la ilustración perfecta para un hipotético «manual del joven socialista», cara de chico
formal, cuarentón, con buena cara. Maduro atractivo. Sobrio y elegante... eficaz ciento por ciento en su
gestión, «Si ganamos. Pablo Porta dimitirá, es una buena razón para votar socialista.» Dicen que a José
Luis Núñez se (e torció el gesto en ese momento. Sus chicos del Barca aplaudiendo al socialista esas
cosas contra e! patrón Porta. Y Montal, el ex presidente, en la candidatura de ios pujolistas. «Si nosotros
no somos catalanes ¿qué somos?» Obiols. ha dado con la frase: «¿Somos marcianos, o qué?» Moneo, el
médico de Felipe, aplaude. «Ahí ha estado muy bien » Los hombres del Partít Socialista de Catalunya
están preocupados por las encuestas. No hay sitio osra el triunfalismo. Un reportero local me asegura que
aquí la cosa está mucho más apretada que en Madrid. Tal vez por eso, Obiols asegura que «un voto que se
quede sin usar es un puesto menos de trabajo» Hay que ir a votar.
El líder
Cuando sale Felipe, eí equipo trabaja a fondo. La gente de seguridad no pierde ojo, mientras Julio Feo se
las ve y se las desea para controlar a decenas de fotógrafos. Es tarde y hace frío: «Tengo la tentación de
abreviar...» Felipe ha empezado a hablar. «¡Noooooooooo!» La plaza empieza e) diálogo. «... Pero tengo
tantas cosas que decirles...»
El candidato suele hacer un discurso sosegado. Las pocas veces que sube la voz, encuentra el modo de
romper la tensión. Se mete la mano izquierda en el bolsillo, levanta fa derecha y ¡zas!, se le cruzan los
cables. Se acuerda de un periodista catalán que le ha imitado a bordo det autobús. Lo cuenta y la gente ese
jarta» a reír.
Conecta bien, pero no hace un gran discurso. No son mítines de libro. Tal vez porque piense que los
tiempos no están para esas cosas. Mezcla los temas. Habla de las cosas grandes y de las pequeñas cosas.
Oye, cada vez más cómo la gente le grita hasta enronquecen «¡Presidente, presidente!», «¡Se nota, se
siente, Felipe presidente!» Está relajado. Los últimos días de campaña parecen más propicios. Sabe que
va a ganar por goleada, aunque no quiere descuidarse. «Estoy ya pensando — dice — en el 29 de
octubre.»
Tiene un mes para negociar. Para ultimar .los nombramientos. Guerra trabaja cor tres mil nombres a tocos
les niveles. «Yo me ocupo de doscientos noventa o trescientos nombramientos.» Y confían a los
periodistas que todavía no tienen la lista. Habrá un solo vicepresidente. Mantendrán, para empezar, los
mismos ministerios. «Me gustaría profesionalizar la Administración, pero la realidad es que el actual
sistema impone cambios hasta en direcciones generales, porque la carrera administrativa es corta.» Habrá
independientes en el Gobierno. Habrá también algún empresario.
La locura
Ha hablado cerca de una hora. No ha buscado demasiados aplausos. Sale rodeado de una nube, en la que
los fotógrafos .se mezclan con los hombres de seguridad y los amigos. Llega el autobús y da un beso a
Carmen. Huele a rosas. Son cuatro o cinco ramos que se apilan.
Despacio, despacio. Felipe saluda a los nrvles de personas que se agolpan. «Da las luces.» Carmen sonríe
y saluda. Están emocionados. Felipe va diciendo al conductor que tenga cuidado con la gente que se mete
casi debajo de las ruedas. Es la apoteosis. Son varios minutos. Carmen suspira: «¡Qué bonito es esto!»
Felipe sigue saludando. En el recorrido hasta el hotel los que le reconocen hacen sonar el claxon. Es la
apoteosis.
Felipe ya no es el líder de un partido. Está en otra onda
Felipe cree que en UCD han vuelto a engañar a Landelino