Diario 16/20-octubre-82
El socialista reforzará la Presidencia del Gobierno y montará una línea directa con los ciudadanos
Cuando Felipe sea presidente
Quedan ocho días para las elecciones. Felipe González lo tiene todo preparado para dar el salto a la
Moncloa... si se confirman los pronósticos que le dan ganador destacado. El secretario general del PSOE
está dispuesto a llevar a la Presidencia un nuevo estilo. Aquí están sus planes.
San Sebastián: Alberto ANAUT, enviado especial
Si el 28-0 gana las elecciones, Felipe González está dispuesto a implantar un nuevo estilo en la Moncloa.
Y nada de tercermundis-mos. El compañero-secretario general (algo que cada vez se oye menos en los
mítines) no será nunca el compañero-presidente del Gobierno. Pese a que el «¡Fe-li-pe! ¡Fe-li-pe» se se-
guirá oyendo entre los suyos, Felipe González no va a jugar a! castrismo. Está dispuesto, y así lo ha con-
fesado, a cambiar el estilo y la forma de hacer de la Presidencia del Gobierno.
Gente
«Lo que no puede ser —comenta el candidato— es que en Presidencia haya menos presupuesto y menos
gente que en una Delegación Provincial del Ministerio de Educación.» Pero lo cierto es que la hay y, para
Felipe, ese es el origen de muchos males, entre ios que destaca «un aislamiento y una falta de equipo del
presidente de! Gobierno que, de esta forma, pasa a depender directamente de lo que le cuentan sus mi-
nistros.»
Para evitarlo, Felipe está dispuesto a reforzar con urgencia el «staff» presidencial. «Como en Francia —
explica— o en Alemania, donde hay doscientas, trescientas o cuatrocientas personas trabajando para el
presidente.» Lo cual tiene sus ventajas y sus inconvenientes, «Desde luego, vamos a huir de los peligros
de burocratización. Pero es preciso que el presidente del Gobierno tenga equipos de expertos trabajando
para él; filtrándole papeles; estudiando problemas. De esa formaje evita el problema de los "fontaneros".»
Porque Felipe no quiere caer en las garras de la «fontanería», como le pasó a Suárez o le pasa — aunque
con más clase, naturalmente— a Leopoldo Calvo-Sotelo. «El presidente del Gobierno tiene que escuchar
a equipos de expertos, nunca depender de tal o cuál persona.»
No quiere perder el contacto y, sobre todo, quiere poner la maquinana de la Administración en marcha. Se
ha pasado el último año teniendo reuniones con los grandes Cuerpos dei Estado y asegura que no hav
problemas. «Sobre todo, porque la gente más joven está dispuesta a dignificar • su propio empleo y sabe
que en ese empeño estaremos juntos.»
«Consultorio»
Aunque eso no funcionará solo. Felipe González establecerá un «consultorio» del presidente deí Gobierno
para todos los ciudadanos. Se supone que Ruiz-Giménez será, al fin, Defensor del pueblo, pero, además,
Felipe no quiere perder el hilo. De modo que si Felipe llega a la Moncloa habrá línea directa para que
cualquier ciudadano llame por teléfono o escriba para exponer su problema o consultar cualquier asunto.
Al otro lado, se encontrará su equipo «de la Presidencia» (con ío que eso representa) que le contestará
verbal-mente sobre la marcha o en el plazo de cuarenta y ocho horas si es por escrito. Un equipo que
Felipe quiere convertir en el catalizador de la Administración. No hay más que imaginarse la cara de un
jefe de negociado cuando reciba una llamada de Presidencia preguntando qué ocurre con tal o cuál
expediente. Lo más probable es que, si el invento funciona, empiece a cambiar la idea que tenemos de la
interminable burocracia de la Administración.
Con este «directo-directo», Felipe desarrolla una filosofía que tratará de poner en marcha desde Presiden-
cia: «No es preciso tomar grandes medidas para que las cosas funcionen. Hay que promover un cambio de
mentalidad.»
A partir de diciembre — cuando tome posesión del cargo—, Felipe-presidente invadirá, regularmente,
nuestras casas, a través de la televisión. Dice que a Suárez le perdió el aislamiento en la Moncloa y no
quiere que ¡e pase igual. «A la gente —comenta— hay que explicarle por qué se hacen las cosas y por
qué no se nacen. No puede estar ajena a lo que realiza el Gobierno. Por eso yo contaré, siempre que sea
necesario, cuáles son los problemas, cómo pensamos que se pueden hacer las cosas y, también, lo que nos
hubiera gustado hacer pero ha sido imposible. Daré explicaciones.» Será una novedad: los jueves, en
lugar de «Dallas» o «Cosmos», nos encontraremos con Fe-lipe, desde la Moncloa, hablando en ese tono
coloquial que el lunes por la noche ensayó desde su autobús electoral en el espacio -.publicitario del
PSOE en televisión. «Siempre que sea necesario.»
Papelón
Carmen Hornero se niega a hacer el papelón de «primera dama» desde la Moncloa. Y Felipe está de
acuerdo: «Tengo demasiado respeto a mí mujer como para eso. El/a tiene su propia vida y a mí me parece
muy bien.» De modo que Carmen no jugará a «señora de...», aunque tampoco se va a poder escapar de
todas las recepciones oficiales. Ella tiene su trabajo —da clases de Literatura y Lengua en un Instituto de
Enseñanza Media— y quiere conservarlo. Pablo se llevará a su enorme perra, «Lea», a la Mondos, y a
David no habrá quien le convenza de que no se puede jugar al fútbol en la Moncloa a cualquier hora.
Luego estarán los ministros. Felipe guarda en secreto la lista. Se dice que ni Guerra la conoce, y lo cierto
es que no hay filtraciones. Cuando se le pregunta, bromea: «A mí me gusta mucho que en los periódicos
hagan listas de minis-trables, porque así me dan ideas. A veces sale alguien en quien no había pensado y
que me gusta.» Al margen del chiste, el candidato lo tiene claro: «Yo quiero ministros que trabajen y se
dejen de hacer declaraciones. ¿A quién le interesa i o que piensa de la situación política el ministro de
Obras Públicas? Lo que tiene que hacer es buenas carreteras, pantanos o viviendas.»