ANÁLISIS DE UNA GRAN VICTORIA
DESDE el día de la Jura del Rey no ocurría nada parecido. El pais amaneció el viernes con sabor a
contento y, sintiéndose orgulloso de si mismo, dio su primer suspiro de satisfacción en tres años. A pesar
da don Santiago Carrillo («una crisis sucederá a otrá y la inestabilidad incrementará los problemas de este
país») y a pesar de don Manuel Fraga («la situación general es tan grave o peor de lo que era antes»),
coherentemente hermanados en la profecía del desastre, la gran victoria de la Unión de Centro
Democrático abre un horizonte de esperanza de cuatro años, durante los cuales puede consolidarse de
forma definitiva en España esa sociedad democrática de libertades en cuyo seno tantos ciudadanos
deseamos que transcurran nuestras vidas.
Suárez tenía ganadas las elecciones el dia en que se decidió a convocarlas. Tanto para el PSOE eomo para
la Coalición Democrática los comicios llegaban antes de tiempo. En el primer caso, porque aún no se
había producido la catarsis de la renuncia expresa al marxismo —prevista para el Congreso de mayo—,
que hubiera dado credibilidad a sus Invocaciones moderadas. En el segundo, porque los pactantes de
Aravaca ni siquiera habían tenido margen para hacerse con una Imagen a nivel nacional. En estas
circunstancias lo lógico es que la carrera hacia las Urnas se hubiera desarrollado sin emoción alguna y
con el partido del Gobierno netamente destacado desde el principio.
Q LAS ELECCIONES SE DECIDIERON EN LAS ULTIMAS HORAS
Ese no era, sin embargo, el estilo mon-dovita, y Suárez y sus´ colaboradores se empeñaron en pa..io.seio
difícil a si mismo. El desmantelamiento del equipo encargado de llevar las riendas del partido a tan sólo
cuarenta días de las elecciones, la. errónea distribución de las figuras centristas con proyección y el
anárquico comportamiento del presidente durante la campaña, estuvieron a punto de provocar un absurdo
empate con los socialistas, que tal vea nos hubiera colocado en puertas de gravísimas convulsiones,
condenándonos, desde luego, a la inestabilidad permanente.
A lo largo de las primeras cuatro quintas partes de la carrera la UCD. fue dando tumbos cual sonámbulo a
u e se desliza de farola en farola. Su «sprint» final ha sido, sin embargo, poderoso y definitivo. De hecho
las elecciones se han decidido en las últimas setenta y dos horas de la. campaña, y eso explica las diver-
gencias entre algunos sondeos y los resultados finales. Ha sido al enfilar la recta de tribunas cuando el
tándem Joaquín Abril-Federico Ysart ha logrado finalmente aterrizar y hacerse con el control de la
maquinaria centrista, y cuando Suárez ha tenido la intuición de seguir los con-eejds de quienes le
indicaban que debía incrementar su nivel de beligerancia con respecto al PSOE.
En contra de lo que piensa el 90 por 100 de las personas del círculo en el que ha-bltualmente nos
movemos los periodistas, Snárez noqueó rotundamente a Felipe Gon-láltz en su última comparecencia
sucesiva en televisión. Es verdad que el líder socialista proyectó una imagen más apacible, armónica y
equilibrada. Pero una campaña electoral no es, fundamentalmente, un concurso de belleza, y mucho
menos una ocasión de disfrute intelectual. Con su hablar atropellado, con su inquietud gestual, con sus
palabras secas y afiladas, Suárez fue capaz de imprimir a su Intervención ese toque de dramatismo que
durante tres eemanas había brillado por su ausencia y que, en definitiva, es lo que motiva a quienes no
tienen ningún carné en el bolsillo ni han asistido a un sólo mitin; es decir, e la abrumadora mayoría de los
ciudadanos.
La «progresía» le reprocha a Suárez haber apelado al «voto dei miedo» 7 haber fomentado ai máximo el
mecanismo del «voto por exclusión». En primer lugar, se trata de armajs legítimas, por mucho que les
moleste a quienes sueñan con ser simiente y vanguardia de unas masas que, a la hora de la verdad, parece
que no se dejan ni fecundar ni dirigir. En segundo lugar, respondían plenamente a la gravedad de la
situación: la perspectiva del acceso al poder de un PSOE plagado de contradicciones internas y carente
del rodaje necesario como alternativa realista, a pesar de sus cien años de peripecia, no podía por menos
que asustar a una porción considerable del electorado. En. cuanto al tan traíd9 y llevado voto útil, la mejor
demostración de que la razón estaba de parte de los centristas y no de parte de Areilza y Osorio la
constituyen los propios resaltados: con seis veces más votos populares que la Coalición Democrática,
UCD ha conseguido casi vétate veces más escaños.
O LA TELEVISIÓN, RESPONSABLE DE LA ABSTENCIÓN
La victoria de UCD ha sido irreprochable desde un punto de vista de limpieza democrática. Cierto que los
gobernadores civiles han jugado, más o menos descaradamente, en su lavüi, „. —nj que ios mi-nistros-
candidatcs han salido en la televisión más veces que sus contrincantes. Pero también es verdad que era el
partido del Gobierno y no otro el que llegaba al envite con el lastre que supone la erosión propia del
ejercicio del poder en un período tan angustioso eomo el que ahora queda atrás. Como en el hipódromo,
parece justo que aquellos caballos con más peso añadido sean también ios montados por los jinetes más
livianos.
Pocos espectáculos tau aasurdos como el de la tabulación de los minutos y segundos dedicados por los
telediarlos a los distintos personajes empeñados en la liza electoral. Al margen de que si se trata un tema
pesquero, la presencia del ministro de TransEprtes no sólo parece valida, sino también conveniente e
incluso necesaria, todo eso es peccata minuta. El gran pecado dé esa caja idiota que ha sido durante tres
semanas nuestra televisión es haberse comportado durante la campaña como si en este país no estuviera
ocurriendo nada. Me Imagino la sensación de impotencia y de rabia que se habrá apoderado de los
redactores y locutores de los espacios Informativos al tener que despachar, día tras día, las incidencias de
la batalla electoral con comentarios absolutamente vacíos de contenido, casi estúpidos, que merecería el
suspenso más rotundo a cualquier alumno de primer curso de la Facultad dé Ciencias de la Información.
Ahí hay que buscar una de las causas de que la abstención —cuyo beneficiarlo no. ha sido precisamente
el partido del Gobierno— haya vuelto a ser relativamente alta. La evidencia de que el actual sistema
monolítico no ha permitido una cobertura informativa de la campaña —los únicos equipos que han
seguido la gira de los grandes líderes correspondían siempre a canaües extranjeros— aconseja el gradual
acceso de la iniciativa privada al ámbito de la televisión. Nunca me cansaré de decir que la mejor
televisión, y por supuesto la más libre, es aquella con más botones en el selector de programas.
Bate es un buen ejemptc del apasionante reto que co-n cuatro años de plazo tiene planteado ante sí el
presidente Suárez. Su victoria conlleva también una gran responsabilidad de quien cuenta eon la
oportunld´ad de perfilar un modelo de sociedad a, psurtir de una realidad todavía desdibujada y ambigua.
Algunas de sus intervenciones publicáis a lo largo de la campaña. contienen eaperanzadores indicios de
que paulatinamente va arraigando en su ánimo una concepción peraanallsta, individualista..., liberal, de la
organización de la convivencia. Ojalá, sus continuas alusiones a esa sociedad competitiva y permeable en
la que tí talento y el esfuerzo sean elementos diferenciadores constituyan algo míus cpie palabras y vayan
traduciéndose pronto en re-foranas en profundidad que erradiquen muchas de las limitaciones dtrigistas
heredadas del régimen anterior.
Q NO TIENE SENTIDO CONVERTIR LA «COALICIÓN» EN PARTIDO
Porque lo que está muy claro es que UCD puede y debe gobernar en solitario. Sois 167 escaños de ahora
valen mucho más que sus 165 escaños de antes. En primer lugar se ha acabado la época d« los grandes
consensos y, como en multitud de países europeos, la mayoría simple debe bastar para ejercer el Poder
siempre que no haya nadie capaz de aglutinar detrás de otro lider y otro programa a un número superior
de diputados. En segundo lugar, la UCD ha realizado una notable criba en su grupo parlamentario,
profesionalizando al máxkno a sus diputados y reforzando los mecanismos de control sobre el e=caño
frente a posibles desidenciás: De no ser por el absentismo de muohos de sus diputados el partido del
Gobierno no halma perdido en la pasada legislatura más votación que la que dio origen al famoso pleno
del 5 de atoll, cuyos avatares hicieron-germinar, por cierto, en la condénela del presidente la resolución de
disolver las Cámaras apenas se aprobara la Constitución. En tercer y último lugar, UCD no debe tener
problemas considerando la actual composición del Congreso pawa completar una mayoría absoluta &n
los casos en que sea necesaria.
A sus 167 votos habra que sumar con regularidad los de Hipólita Gómez de las Roces, los
nocionalisítas.catalanes y buena pacte de los menguados representantes de Coalición Democrática. De los
diez diputados de esta formación, dos —Osorio y Alzpún—-han militado en UCD y otros dos —Areilza y
Senillosa— participaron activamente en la constitución de su embrión. Centro Democrático. Zanjada ya
por e] veredicto de las urnas la disputa sobre la virtualidad y la eficacia de su concurrencia diferenciada,
un mínimo de coherencia Ideológica les obliga a votar junto a UCD en e] 90 por 100 de los cafios, sin
reclamar nada a, cambio. A lo más Que .pueden aspirar es a ir acercándose paulatinamente a UCD con el
propósito de tratar de influir en su evolución y comportamiento, de acuerdo con la táctica de un Pió
Cabanillas o un Enrique de la Mata.
Seguir adelante con la Idea de convertir la Coalición en un partido único no tiene, desde luego, ningún
sentido. Los electoras de centro derecha a los que iba dirigida su convocatoria han votado todos por UCD.
Tratar de mantener en ese contexto el fuego sagrado insistiendo en los ataques a UCD —válidos sólo
durante la campaña— sería rendir un pésimo servicio a su propia causa. Al margen de las etiquetas,
siempre cabalísticas y ambiguas, el partido d-el señor Suárez va a ser el que cumpla en España la función
que Areilza y Osorio han reclamado insistentemente para sí.
[] LA REACCIÓN DE FRAGA Y EL CON-GRESO DEL PSOE
Mucho más Incierto todavía que el de sus compañeros, se presenta el futuro dí Manuel Fraga Iribarne. El
secretarlo general de Alianza Popular ha demostrado ser un mal perdedor. Sus declaraciones recogidas
ayer por Pilar Urbano son una muestra del carácter de quien no admite haber sido de-rrotado en buena lid.
;Qué es eso de que «estas elecciones se han hecho sobre bases falsas y deformantes de la expresión
popular del voto»?
En vez de reconocer la evidencia de que cada vez son. más los españoles —muchos de ellos
Ideológicamente cercanos a sus posiciones— que rechazan su talante autoritario y brusco. Fraga prefiere
hacer el avestruz y refugiarse en formulaciones tan bellas como la de que «antepondremos los grandes
principias morales y políticos a nuestras cuestiones personales». ¡Como si la moralidad y el patriotismo
fueran paíai-momio de los vencidas y la ambición y el arribismo exclusiva de los vencedores! Los
presentís en la última tertulia electoral de ABC recordamos perfectamente cómo Fraga pretendió zaherir a
Blas Piñar, ironizando sobré lo «divertido» que resultaría un Grupo. Mixto en el que el líder de Puer-aa
Nueva tuviera que convivir con personajes como Letamendía. Es posible que el notario madrileño le
.envíe ahora una misiva, dándole la bienvenida al «tubo de la risa», con un encabezamiento que diga!
«¡Mire usted lo «ue son las cosas...!»
Si las alternativas de Fraga, —convertirse en un diputado-llave, radicalizar su posición acercándose al
señor Pinar, o exiliarse en Galicia— prácticamente sólo a él y a un puñado de Incondicionales les afectan,
lo que pueda ocurrir en el PSOE sí que deba ser objeto de preocupación generai. Por muy legítima que
pueda parecer la alegría ante el severo correctivo impuesto a quienes de forma tan iconoclasta venían
presentándose desde hace dos años como los mas bellos, sabios y puros, este sentimiento deba dejar paso
aJ deseo de que el proceso de moderación ideológica y adaptación a 1» realidad de nuestra sociedad que
tratan d¿ pilotar Felipe González y sus colaboradores, no se vea Interrumpido.
El Congreso de mayo no va a ser ya la celebración triunfal de la victoria, stoo el marco de un áspero
debate que, teniendo en cuenta las elevadas cotas de democracia Interna del PSOE, puede desembocar en
situaciones insospechadas. El mayor error que podría cometer la segunda fuerza poJitica del país—pieza
esencial nara la estabilidad del sistema —consistiría en radicalizar sus posiciones con la esperanza de
recuperar su Identidad férreamente marxista y contener el trasvase de votos hacia la órbita comunista. Eso
Indicaría que el PSOE no habría entendido en absoluto la lección de las urnas. A su oferta le han faltado
dos requisitos esenciales: En primer lugar, crédito ciudadano. Kn segundo.lugar, comprensión hacia los
anhelos regionales en una serie de zonas del país. Hoy, más que nunca, ¿ PSOE necesita pasar por un Bad
Godesberg de verdad.
UNA LECTURA FEDERALISTA DE LA CONSTITUCIÓN
El auge de los nartidos nacionalistas Indica, por otra parte, que la estructuración del Estado va a ser el
gran tema abierto durante los próximos cuatro años. El Gobierno tendía „ que tener muy en cuenta a partir
de atoara que un tercio de los electores d« Vizcaya y Guipúzcoa —matrícula de honor, por cierto, pa.ra
Marcelino Oreja— han optado por alternativas abiertamente separatistas; que más de un 10 por 100 de los
electores canarios han avalado a un carüdq que simpatiza con el MPAIAC; que, por primera vez en la
historia, llega al Parlamento el nacionalismo andaluz; que el Partido Aragonés Regionallste ha logrado
conservar su escaño; que. a pesar de no conseguir ningún acta, las candidaturas del Bloque y de Unidad
Gallega han doblado sus votos del 15 de jnlo, y que, en contra de las predicciones preélectorales, las
huestes del señor Pujol y, a menor nivel. las d«l señor Barrera, no han disminuido de forma sustancial.
Creo que todo ello impone una lectura federalista de te Constitución.—Pedro J. RAMÍREZ.