¿Qué votamos hoy?
Con todos nuestros respetos, que sin duda los merecen, para las varias opciones electorales que hoy, en
este histórico primero de marzo, se nos ofrecen a los españoles, sólo dos son auténticas opciones de
gobierno. Algunas de aquéllas pueden aspirar, es cierto, a que uña eventual combinación de fuerzas les dé
funciones de tipo arbitral, pero no más. Él debate directo sobre el poder suena a diálogo entre dos voces
exclusivas o, como mínimo, determinantes: UCD y PSOE.
¿Qué ventajas y qué inconvenientes ofrece al pueblo español la opción ucedista?
Las ventajas provienen de la propia naturaleza de la situación política española: UCD domina los
mecanismos de la transición y posee experiencias intransferibles —por estar ligadas a gestiones
personales— en la dinámica de la consolidación de la democracia. Esto es evidente. Sus inconvenientes
obedecen a la heterogeneidad aún no totalmente superada de la coalición que dio origen a este partido y
que apunta a divergencias e indecisiones interiores a la hora de dibujar los cambios estructurales que
nuestra sociedad necesita cara al futuro. En realidad, el que UCD —caso de que hoy salga vencedora en
las urnas— siga siendo dentro de cuatro años la fuerza predominante en el espectro electoral depende de
que en su futura gestión sepa superar estas divergencias e indecisiones.
Por su parte, la opción socialista ofrece la ventaja de su entusiasta decisión de cambio y la visión teórica
de éste que su equipo directivo y sus cuadros poseen. Y su inconveniente fundamental hay que buscarlo
precisamente en el hecho de que tal visión teórica no ha sido puesta a prueba por los hechos y no ofrece
garantías suficientes de que cuente con resortes de dominio de la situación en el caso de que ésta se
complique. En otro orden de cosas habría que aludir a una posible radicalización de la izquierda política y
sindical —UGT incluida— ante un eventual Gobierno socialista, obligado, como sería obvió, por la
presión histórica a hacer una política no socialista. La gravedad de esta antinomia es el principal
«hándicap» con que hoy cuenta la opción del PSOE ante el ´votante.
Cualquiera que sea el resultado definitivo, y antes de que éste se produzca, resalta, una vez más, la
profunda ingenuidad que subyace bajo la filosofía abstencionista. La opción establecida entre estas dos
grandes fuerzas que son la UCD y el PSOE no puede ser casual y presupone que tal alternativa está en la
masa y en los intereses profundos del pueblo español. Por ello resultaría infantil la idea de que es posible
desembarazarse individualmente de una presión colectiva y popular tan nítidamente expresada.
La abstención se ha convertido en esta España que, por fin, se enfrenta a sus auténticas opciones, en una
candorosa forma de voto inhibido. Quien hoy se quede en su casa encogido de hombros debe saber que
elVacío dejado por su falta de voto será ocupado, en el proceso de contabilización y escrutinio, por otro
voto ajeno y tal vez contrario a sus intereses de grupo.