FAVORABLE TRANSICIÓN CAMPESTRE
Se podría decir que desde los últimos días de diciembre la evolución climatológica en el territorio
peninsular español ha sido la más conveniente para las actividades agrícolas y para los cultivos, aunque
quizá por lo que se refiere a estos últimos, la sequía y las heladas se hayan pasado un poco de rosca. Y
hasta con exceso, por supuesto, si tenemos en cuenta las necesidades de la ganadería que, desde las tierras
de la alta Castilla hasta la línea divisoria de la cuenca del Guadalquivir, tenían ya limpios y lirondos los
herbazales. También las fiemos pasado muy apuradas en lo que concierne a la cosecha de agrios en
Levante, porque allí ha sido frecuente la amenaza de heladas. Esta amenaza parece definitivamente
disipada, y la gran producción de cítricos a salvo de tan temible riesgo.
La gran calma atmosférica que ha durado mes y medio ha permitido realizar cosas tan fundamentales
como la revisión y normalización del área de cultivos cerealistas; la conclusión, salvo en contadas zonas,
de la recogida de remolacha azucarera, así como la de la aceituna, excepto en algunas comarcas andaluzas
y tarraconenses donde la producción olivarera desborda, como se sabe, los cálculos más optimistas.
Llegados a este punto culminante dichas recolecciones, ya se podía ´´dar paso" a la lluvia. Y como si la
meteorología hubiese estado gobernada por la mano del hombre, mediada la semana anterior se produjo la
transición anhelada: lluvias generales, nevadas en la alta meseta y aumento de la temperatura mínima, que
estaba agotando el tempero. ¡Bien ha trabajado, profundizando en la tierra, el sistema radicular de las
plantas! Ahora está en turno de desarrollo la parte aérea, pues ha terminado el letargo invernal. La
vegetación vuelve a la vida activa, porque la primavera avanza con apresuramiento hacia las tierras más
meridionales. En la altiplanicie aún ve cerrado el paso por el invierno astronómico, pero incluso en el
cuadro campestre de esas tierras frías empieza a revelarse la orgía de verdes de los cereales y de los
morados en las leguminosas, que hacen florecer la esperanza en el ánimo de los hombres del agro que
recelaban un mal comienzo de campaña, que es tanto como decir certeza de campaña mala.
Los nitrogenados de cobertura, distribuidos a su tiempo, pero inmovilizados en destino, a la expectativa
de los acontecimientos climatológicos, pasan apresuradamente a poder de los agricultores que ahora ven
una alta suma de posibilidades de provechosa utilización en la tierra húmeda y jugosa.
Acaban de abrirse horizontes más prometedores para la futura cosecha. Nos hallamos en un momento de
feliz transición campestre. Caminamos por una senda que puede llevarnos al logro de un buen año
cerealista, más homogéneo que el anterior, porque en el panorama agrícola nacional no se aprecian los
fallos que hace un año estaban duramente marcados en extensos: parajes de varias comarcas.
AGRESTE