COSAS DEL VINO Y DEL ALCOHOL INDUSTRIAL
HA vuelto la serenidad al mercado vitícola después del nervosismo —muy justificado—producido por la
puesto en circulación de alcohol industrial hace varias semanas. Fue una sorpresa vara los poseedores de
caldos y de alcohol vínico, pues este no había alcanzado la cotización de 28,50 pesetas el litro que se
consideraba como condición indispensable para que el otro saliese a, la palestra mercantil a ejercer una
influencia moderadora. Mesábanse los cabellos los que, por no haberse alcanzado aquel tope, habían
seguido comprando alcohol vínico a 27,50 y hasta a 28. Y torcieron el gesto los bodegueros que todavía
conservan algunas partidas para vender, si bien estos últimos no levantaron mucho la vos porgue tenían y
tienen la convicción de que las existencias son mucho menores de las que había hace un año; y por muy
mal que viniesen las cosas no sería difícil darlas salida a precios razonables, aunque tuvieran que esperar
algo más de lo previsto.
El caso es que esta cuña de alcohol industrial penetró en carne viva. Los precios del vino retrocedieron de
una a dos pesetas por grado y hectolitro, más en el orden teórico que en el práctico, porque la posesión
decidió mantenerse firme y aparentar tranquilidad frente a los negociantes que esperaban buena pesca en
el río revuelto por el alcohol industrial. Estamos refiriéndonos, por supuesto, a la región manchega, que
suele ser la que marca la pauta a seguir en el ámbito vitícola nacional. Y una vez más el ambiente que
imperaba en la Mancha se hizo general en todo el país.
El negociante llegaba a esgrimir un argumento de peso.
—Y si los viñedos, con tan espléndido aspecto en la actualidad, llegasen a cuajar en promesa de gran
cosecha ¿eh? Entonces, para mayo tendréis que aflojar los tornillos...
—Y si abril tiene la mala ocurrencia de recortar las perspectivas con fríos intempestivos o con heladas
hallándose las viñas en plena brotación, ¿éh?—replicaban, con igual lógica, los vitívínicultores—.
Entonces, tendríamos que apretar los tornillos de nuestras pretensiones. Pero aunque esa calamidad no se
produzca, y líbrenos Dios de un contratiempo tal, tenemos en nuestras manos los triunfos necesarios para
no sentir demasiada inquietud en cuanto a la colocación de nuestras partidas. Por otra parte, la cosecha
cerealista na está mal presentada, y nadie ignora que con semejante panorama, desde la fuerza de las
labores de primavera hasta el final de los trabajos de recolección, el campo ´´trasiega" una cantidad
extraordinaria de "líquido estimulante y reparador".
—Bien, pero, ¿y si continúa saliendo alcohol industrial?
—Lo que usted quiere es que nos coja el toro ¿no? Pues mire usted. Alguien tendrá que darse cuenta de
que la "suelta" de ese alcohol-toro ha sido un error, una mala, partida que nos han jugada, y que no
esperamos que continúe. En el peor de los casos tenemos una garantía firme de precio tope de retroceso
de 23 pesetas grado y hectolitro, y no creemos que esto sea agua pasada. Nada se ha dicho en el sentido
de que esa garantía, aunque no se haya traducido en disposición oficial, no continúa vigente. Para
nosotros, una palabra es ley.
Este ha sido, poco más o menos, el tono del diálogo entre la posesión y el comercio durante las semanas
de suelta del alcohol industrial que, dicho sea de pasada, parece que no ha llegado a revestir, ni mucho
menos, caracteres de inundación. Y una vez consumido o acoplada las aguas mercantiles desbordadas
volvieron a su cauce, y a rehacerse los precios del vino que circunstandalmente se habían resentido. Han
pasado unas semanas de recuperación y vuelven a cotizarse los blancos manchegos, sobre 13 arados, entre
24 y 25 pesetas hectolitro, según zonas, mientras el tinto alcanza y rebasa algo las 27, iodo ello en un
ambiente de mucha firmeza, orientada al alza. En estas condiciones la oferta revela, cierta fluidez, aunque
no sea más que por eso de "más vale pájaro en mano..." Porque abril sigue presente en el calendario, y
mientras no se quede atrás, en la estela del tiempo, hay que temer que cualquier noche tensa de frío entre
a saco en los viñedos. Y también porque ¡todo hay que decirlo!, esas cotisaciones son perfectamente
compensadoras, habida cuenta del coste de elaboración. Por otra parte, no se deba dar ocasión a que la
avaricia rompa el saco.
En estos más claros días abrileños se trabaja mucho en las viñas después de la excesiva pausa impuesta
por las frecuentes y abundantes lluvias, muy beneficiosas para el desarrollo de aquéllas. El laboreo y el
empleo de abonos y estiércol alcanzan ahora la máxima intensidad.