Otra Andalucía
José Luis Rubio
MADRID, 24 (D16). Hay ahora en Andalucía otro modo de ver las cosas a través de la canción. Carlos
Cano, un granadino joven y ya lleno de memorias, expuso anoche su punto de vista en el teatro Beatriz.
Discutió los viejos e infaustos mitos sobre el "genio andaluz" y puso sobre las tablas del escenario la gran
protesta de la mayor región del país. Varios cientos de andaluces le aplaudieron con ganas en su primer
recital madrileño.
Sentado delante de una amplia bandera andaluza —verde, blanca y verde—, Carlos Cano cantó con ím-
petu y convicción canciones que no se apartan nada, musicalmente, de la tradición popular andaluza:
coplas, romancillos, paso dobles, murgas o trobos. El blanco de Carlos Cano es, naturalmente, la falsa
imagen que durante siglos le ha sido encasquetada al hombre andaluz. El genio, la "grasia", el donaire, la
juerga y el flamenco. Contra ese andaluz folklórico, de cartón piedra, farolillos y guitarras, dirige sus
sólidas postas el cantor granadino. Contra los "señoritos", los caciques, los profetas y los poetas de la luna
y el toro. Contra los evidentes integristas y más papistas que el Papa. Contra las duras condiciones de
trabajo, que obligan a miles de hombres a trashumar por España o a dejar el país con el triste pasaporte de
emigrado.
Carlos Cano lleva varios años escribiendo y cantando sus canciones. Perteneció al grupo Manifiesto
Canción del Sur, fundado en Granada en 1969, y desde entonces está dedicado por completo a la defensa
de su tierra. "Soy andaluz —dice— por nacimiento, por sufrimiento, por sensibilidad, por necesidad y por
compromiso." Tiene una voz estimable que, a veces, se enzarza en el grito y pierde alguna claridad. Su
estilo radicalmente desprovisto de todo refinamiento, pasa por los senderos trazados por la copla popular.