Un servicio elogiable, una invitación inaceptable
Las limitadas noticias que el Ministerio de Defensa ha suministrado sobre la intentona golpista del 27-0
sólo permiten un comentario incondicionalmente elogioso hacia los servicios secretos del CESID, al tiem-
po que otros datos alimentan la desconfianza hacia una acción seria, tanto judicial como policial, para la
represión implacable de todos los implicados.
La labor del CESID resulta tanto más relevante cuanto que ha partido de escasísimas y fragmentarias
informaciones sobre un caso colateral el supuesto atentado a Súarez que algunos medios se habían
apresurado a catalogar como intoxicación.
La celeridad de su acción ha puesto al descubierto, de modo efectivo, lo que hasta ahora no pasaba de una
razonable impresión: la profunda implicación de todos los elementos golpistas en una red de tramas
superpuestas.
De esa deleznable extensión golpista, cada vez más evidente, emergen actos y sucesos tan absolutamente
inaceptables como la invitación al golpista Camilo Menéndez, todavía pendiente de sentencia firme por su
participación en el 23-F, a un acto en el que debía participar el Rey. Mientras no se demuestre lo
contrario, el responsable directo de esa afrenta al orden y a la Monarquía constitucionales es el almirante
director de la Escuela de Guerra Naval, bajo cuya dirección se cursaron las invitaciones.
Este último caso es más que una anécdota. Es el símbolo de la impunidad con que se mueven los golpistas
en ciertos sectores del Ejército. Cumple ahora al ministro Oliart poner en marcha los mecanismos legales,
que han probado su efectividad, para cercenar el golpe y sus alrededores.