SÁBADO 9-10-82
Hilo directo
Extraña queimada
Fue una «queimada» crispada, tensa, extraña. Quizás con «saudade» de una pasada felicidad estremecida.
Fraga mismo, duro, reticente, nervioso ¡y sin apetito! Cruzaban la amplia mesa de periodistas noticias
recién sabidas de la situación-«impasse», de un «golpe» acaso no abortado todavía, acaso en ciernes,
acaso no controlado, acaso cruento y sin Rey, ... contra Rey. Fraga se mostró contrariado porque los
ministros hubiesen dado ias primicias a los directores de periódicos antes que a ia Diputación Permanente
del Congreso. «Cuando Calvo-Sotelo me telefoneó a Valencia, fui yo quien sugirió que la Permanente se
reuniera, porque este tema precisa luz y taquígrafos.» En más de una ocasión recordó a los presentes:
«Yo, el 23-F estuve en mi sitio, donde y como debía estar.» No estuvo retenido en sala aparte, como los
restantes líderes. Con todo, sí, estuvo en su sitio y protestó vigorosamente ante Tejero. «Estas cosas —
dijo hablando del intento del "golpe" y lamentando "las debilidades de los últimos Gobiernos"— no
pasarían conmigo. Yo sé perfectamente lo que es la autoridad y cómo hay que ejercerla.» Y poco después:
«Yo, hoy, no conozco ni un solo nombre de golpistas.» Alguien fe preguntó si él, caso de llegar a la
Presidencia del Gobierno, pactaría con el Ejército. «No soy partidario. Esos acuerdos nunca son buenos.
Sí creo, en cambio, en la eficacia de hacer una buena política civil y militar... Y con quien no estuviera de
acuerdo ¡nada hay que pactar! Pero yo confío en el Ejército. Siempre he sido un defensor nato de las
Fuerzas Armadas.»
Aunque en cierto momento dijo de sí mismo «yo soy un hombre de Estado y no bajo a la política de
atacar a politiqueos», cayó en la tentación y lo hizo feamente. Me sorprendió, porque no suele Fraga
hablar mal de hombres públicos ausentes. Así, anoté estas hirientes frases (de las que en este momento,
seguro, ya está arrepentido). «Felipe González se inventa eso de "la calle es mía" y me lo atribuye...
Como buen joven está atrasado en todo... Me cuesta trabajo hablar mal de él, pero lleva cierto tiempo
jugando al oportunismo y a ser un segundo Adolfo Suárez.» De Suárez emitió un duro juicio: «Su fri-
volidad y falta de competencia están comprobadas y parece claro que no debió haber ocupado nunca tan
alta responsabilidad.» A Santiago Carrillo lo despachó con un despectivo «sería un buen caricato..., se ve
que su época política ha pasado y ahora se dedica a hacer frases..., se ha "aprovechado" muy bien de la
transición y está a punto de conseguir en el comunismo lo que ni Franco consiguió...; si en España
gobernasen algún día los comunistas, yo estaría y con mucha honra en un campo de concentración». ¿Qué
dice usted de don Landelino? «¿Quién es Landelino? ¡No ha tenido tiempo de improvisar un líder! Eso,
por cierto, se lo debemos todos a don Leopoldo, con su disolución de Corles a deshora, en gesto típico de
"¡ahí queda eso!"...» En fin, no dejó títere con cabeza.
Ya en hipótesis de presidente, «yo no pienso encerrarme en la Moncloa»; «¿libertad de Prensa? Yo daré
instrucciones fiscales precisas, permanentes y eficaces para que toda persona u órgano informativo que
sistemáticamente se salga de la Ley y ataque al sistema o a sus instituciones, vaya ante los jueces..., pero
espero seguir celebrando con mis amigos periodistas estas "queimadas"...»; «¿estado de excepción en País
Vasco?, ¿es que, de hecho, no se vive allí, ya, una conti-lua excepcionalidad?»... Y una declaración ¡nal
sorprendente: «yo soy escasamente de derechas».—Pilar URBANO.